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Mostrando entradas de febrero, 2020

El fin de Mokmurian

    Continuamos caminando por aquellas extrañas salas y pasillos en busca de Mokmurian, sabíamos que la confrontación final se hallaba a cada paso que dábamos. Abrimos unas enormes puertas de bronce y accedimos a una sala custodiada por tres extraños perros de mirada vacía e inteligente que nos atacaron nada más vernos.    Dos de estos gigantescos perros se teletransportaron justo a nuestro lado, mientras Dorkas lanzaba sablazos en todas direcciones golpeando a los perros, Soros los remataba con su estoque. Y el único perro que no se había acercado a nosotros murió saeteado por las flechas de Stolas.    La habitación se encontraba vacía, seguimos acercándonos a nuestro objetivo y dimos con una puerta con el símbolo del Sihedron tallado en la madera, nuestro instinto nos decía que tras aquella puerta nos aguardaba Mokmurian, Torik comenzó a conjurar hechizos de protección a nuestro alrededor, estábamos listos para enfrentarnos al líder de las siete tribus de los giga

Runeforge

Entrando a la tienda de objetos arcanos y armas imbuidas con el Poder, por la expresión de Glim pareciera que sólo ha estado fuera un minuto. Recibe con estoicidad y no poca indiferencia los murmullos de sus compañeros. Si tiene que recibir esas miradas desaprobadoras de cuanto en cuanto, que así sea. Porque aquí sólo un miembro del grupo trae información importante sobre la Forja Rúnica. Y no es ninguno de los patas largas. Ya en una taberna y con una pinta que bien podría rivalizar en tamaño con la cabeza de Glim, llegan las explicaciones: "en el estudio de lo arcano, los magos nos dejamos pistas en bibliotecas y bolsillos dimensionales dentro de libros que nos llevan a más libros. Y no es poco lo aprendido sobre la misteriosa Forja Rúnica. Y sí, Soros, deja de mirarme así, todo el tiempo que tú practicas con el estoque, yo lo uso en estudiar." La Forja Rúnica fue creada por los propios Runelords, concebida como un lugar secreto donde agentes de los siete Runelord

Descendiendo a otro mundo

Tras abandonar la caótica y aterradora mazmorra, nos aprestamos a continuar la exploración de los túneles y cavernas. Debemos de limpiar de monstruos el lugar antes de aventurarnos más allá, en nuestra incesante búsqueda de aquel que creemos origen de todo mal en la zona: el gigante Mokmurian, señor de la fortaleza y enemigo número uno de nuestra partida de caza. Conocedores de qué nos espera tras la siguiente esquina, gracias a los poderes adivinatorios de nuestro gnomo, nos adentramos en una enorme gruta que huele a hollín requemado. Allí nos encontramos con dos imponentes dragones rojos, con largas y herrumbrosas cadenas que cuelgan de sus esbeltos cuellos y que les impide abandonar el lugar. Sin tiempo para pensar, los fabulosos reptiles se abalanzan sobre nosotros. Un abrasador fuego nos envuelve, cuando uno de los monstruos escupe su aliento en nuestra dirección. Resistimos como podemos su envite, mientras sajamos y saeteamos sin tregua, llevados por el delirio de