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Mostrando entradas de 2019

La línea que nos separa de la guerra

Es increíble lo mucho que ha cambiado todo en tan poco tiempo. Hasta hace pocas semanas, la máxima preocupación que podíamos tener era que alguna incursión ogra saltara nuestras defensas e hiciera daño a algún grupo reducido de civiles. Eran tiempos más sencillos y felices. Pero siempre ocurre lo mismo: no somos conscientes de lo que tenemos hasta que lo hemos perdido. Cuando las cosas comenzaron a torcerse, busqué a los héroes de Sandpoint con un único objetivo: restablecer el orden en Fuerte Rannick. Una unión breve, la justa y necesaria para volver dejar las cosas como estaban y volver junto a los Flechas Negras… Cuán necio era entonces. Nunca imaginé que el devenir de los acontecimientos nos arrastraría como hojas en la crecida de un río, hasta traernos aquí, ante una muralla que separa el equilibrio de la destrucción. Antes, un fallo implicaba en daños irreparables para una familia. Ahora, un paso en falso puede implicar en el fin del mundo tal y como lo conocemos. Hace y

Regreso a Cala Arenosa

  La actividad era frenética, los soldados se apostaban en las almenas, el sheriff Hemlock junto con la alcaldesa organizaban las defensas mientras guiaban a los ciudadanos a los sótanos de la antigua fábrica de cristal.   En la torre más alta de Cala Arenosa Thorik vigilaba cualquier señal que indicara la llegada del enemigo. Un fuerte estruendo sonó a lo lejos en el bosque, los pájaros huían en desbandada. La primera orda de gigantes se acercaba a Cala Arenosa.     Los héroes retornados salieron al encuentro de los gigantes, Dorkas se lazó directa hacía el enemigo seguida de Soros mientras Thorik, Glin y Stolas se quedaban rezagados. Los gigantes aprovecharon la distancia que los separaban para lanzar enormes piedras y así retrasar el ataque del grupo, la lucha fue caótica, mientras caída el último gigante una fuerte explosión resonó en el interior del pueblo y por un instante una enorme sombra sobrevoló Cala Arenosa.   Sin hacer caso a la bestia volador

La Morada del Gigante

Existe un viejo dicho enano que sentencia lo siguiente: “Al que mucho desespera, va el diablo y se lo lleva”... ¡Y bien que nos empleamos para confirmar el maldito refrán!  Nos faltó tiempo y seso para perdonar la vida a aquel engendro de los abismos. Bien que nos escudamos en el altruismo de que, nuestro pacto demoníaco, era por una buena causa, por lograr un bien mayor que paliaría nuestras conciencias. Y bien que nos merecimos el ganarnos un terrible enemigo de por vida. Anotaremos el nombre de Avaxial en nuestra memoria, pues es el pago que nuestras almas aceptaron como deuda a la falta de juicio. Sea como fuere, el demonio cumplió con el trato y, tal vez por última vez, el mecanismo que hacía funcionar las compuertas de vaciado de la presa cobró vida, derramando el agua sobrante acumulada. Librado el valle de ser inundado y a Caparazón Ferry de la destrucción, abandonamos el lugar y nos dirigimos a Fuerte Rannic, donde pasamos la noche y descansamos. Bajo el

La muerte en el agua

Me despierto ahogando un grito, empapado en sudor frío, en mitad de la noche. Ha sido mala idea intentar dormir. Acaricio la cicatriz que atraviesa mi cara y baja hacia mi pecho. No sangra, ni corre peligro de infectarse, pero aún duele. Mucho. Es increíble cómo las plegarias de Thorik a su dios consiguieron traerme de vuelta… pero, aún con todo lo conseguido, hay heridas que no terminan de cerrar nunca. Nos preparamos para ir y golpear con fuerza a los Kreeg en su propia fortaleza cuando un estruendo nos envuelve y agua y cascotes se dirigen a toda velocidad, río abajo, hacia Caparazón Ferry. Con el corazón en un puño, cogemos nuestras pertenencias y corremos todo lo que nos dan los pulmones río abajo para intentar llegar a tiempo y minimizar el desastre. Llegamos justos para salvar a los niños de la escuela de ser engullidos por una serpiente enorme, que derribamos sin esfuerzo. Pero cuando estábamos organizando a la gente para que se pusiera a salvo, nos dimos cuenta de qu

La conquista de Fuerte Rannick

   Tras acabar con los ogros del barracón un rugido como nunca habíamos escuchado capta por completo nuestra atención, junto a las almenas dos enormes criaturas de tres ojos y escamas doradas se abalanzan sobre nosotros y tras ellas otros dos ogros con garfios intentan frenar nuestro avance, pero nuestros conjuros y armas acaban con la amenaza. El exterior de fuerte Rannick parece despejado, pero no podemos parar ahora, hay que liberar a los flechas negras del yugo de los invasores y nos dirigimos a la entrada principal de la fortaleza cuyas puertas están desencajadas y entreabiertas.    Haciendo uso de sus artes arcanas Glin nos informa de que en el interior del fuerte varios ogros continúan con el saqueo, nos dividimos en dos grupos para flanquear la habitación central de la primera planta y así tomar por sorpresa a los salvajes ogros.    Derribamos las puertas y comenzamos el ataque, Soros hace uso de su particular estilo de lucha mezclando magia y combate cuerpo a cue

El Asalto al Fuerte Rannick

.. Seguíamos en la Casa de los Horrores, en los sótanos de aquella morada de espanto, sangre y muerte! Poco a poco y sin resuello, nos adentrábamos cada vez más en lo que parecía la pesadilla de una mente enferma y depravada. Rozábamos la cordura con cada portal atravesado, con cada cámara explorada. Apenas unos cuantos retazos de imágenes inconexas recuerdo de todo aquel lugar, como si mi mente luchara por olvidar todo el terror y el asco en el que nos vimos envueltos aquel día. Tras acabar con otro de los engendros ogros y sus repugnantes mascotas (tres ratas de enormes proporciones) en lo que parecía un taller de carpintería macabra, nos topamos con varias mochilas que Soros reconoce como pertrechos de exploradores de su orden, los Flechas Negras. Motivados por este inesperado descubrimiento, continuamos registrando las estancias con azorado brío, esperanzados de encontrar algún rastro de vida en medio de aquel pozo de muerte. Por desgracia, solo encontramos más rastros d

La cuna de la depravación

Siguiendo la recomendación de Shal, me dispuse a encontrar a los Buscadores del Sihedron. Si se ganaron la confianza de ella, entonces tenían también la mía. La situación era desesperada y estaba convencido de que necesitaríamos cualquier tipo de ayuda. Los encontré, por fin, en la taberna “Culos Arriba”, en Caparazón Ferry. Ciudad que conozco poco, pero en nada se parece a mis recuerdos. El ambiente ameno con el que se relajaban mis camaradas, no tiene nada que ver con este poblado gris y muerto. Y ahí estaban ellos: Los dos guerreros humanos, el enano clérigo de Moradin y el gnomo. Al intercambiar pocas palabras con ellos fui entendiendo la fe que tenía Shal en ellos… salvo del gnomo. Algo tiene esa criatura que no me termina de gustar. Les comento mi preocupación por los Flechas Negras y no tardan en ofrecer su ayuda. Sin embargo, antes tenían que resolver ciertos asuntos en Caparazón Ferry. Para ello hablamos con el alcalde, Maelin Shreed, clérigo de Lathander, quien

Siete noches

Al joven Soros le tocó vivir una infancia cruda y plagada de violencia en los alrededores de Calimport. Nació en el seno de un grupo de mercenarios, llamados el Clan de las Siete Noches. La principal vía de la que se sustentaba el clan era de secuestrar personas y pedir rescates… Y el nombre del mismo hacía referencia al tiempo que tardaban en ejecutar a sus cautivos de no recibir el pago. Soros nunca se sintió cómodo con ese estilo de vida, pero tampoco se planteaba cambios, ya que tenía aceptado que ese clan era su familia y el lugar que le correspondía. Aún así, se negó en rotundo en participar en los secuestros, así como en la ejecución de prisioneros, lo cual incomodaba a sus compañeros. Sin embargo, demostró su utilidad en las luchas con otros clanes de mercenarios, donde su valentía y talento para las tácticas y estrategia fueron cruciales en más de una victoria. Cuando no había conflictos con otros clanes, ni otros peligros que tratar, Soros pasaba el tiempo haciendo c

Lucha sobre la Torre del Reloj

       Al final llegamos a lo alto de la torre, una estancia totalmente abierta llena de cofres, alfombras, cojines y telas de seda. Al principio nos pareció ver la silueta de alguien frente a nosotros, pero allí no había nadie, el grupo tomó posiciones a sabiendas de que Xanesha no andaba lejos y justo en ese instante, la punta de una enorme lanza alcanzó al arquero, el acero se clavó en su carne y un sonido ensordecedor aulló desde la lanza hacia el exterior haciendo que estallaran nuestros tímpanos, el ataque había sido feroz y ahora podíamos ver al ser al que nos enfrentábamos, una enorme bestia mitad mujer mitad serpiente, que portaba una gigantesca lanza protegida por una fina armadura de escamas doradas y un casco que ocultaba su rostro.      Era el momento de contraatacar, el pequeño Gnomo concentró su energía sobre los dos guerreros. Acto seguido, una bandada de flechas surcó el aire para impactar contra Xanesha, pero la lamia había hecho uso de sus artes oscur