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Mostrando entradas de 2020

Ante las puertas hacia la oscuridad

Los héroes de Freeport iban ascendiendo por el camino en dirección al castillo Ravenloft. Ya cerca, tienen una vista privilegiada de todas las tierras que rodean Barovia. Un terreno que ya conocen bien. Un terreno que hasta hace poco había sido engullido por las tinieblas y ahora son bañados por una luz mortecina que se cuela a través de la perenne bruma. Toda esa oscuridad repartida por el territorio ha ido retrocediendo hasta concentrarse en un único punto… al mismo que se dirigen ahora mismo. Con cada paso, la lluvia se va haciendo más intensa, el viento cobra más fuerza y se hace más frío, y la luz que ilumina el camino es la de los continuos relámpagos. Caminan en silencio mientras las palabras del señor de estas tierras retumban en sus cabezas. “No somos tan diferentes. Somos el mismo tipo de persona, pero nos separa la perspectiva que da el tiempo. Hace más de lo que puedo recordar luchaba por el bien común, sin importarme el perjuicio propio. Creía en que un mundo justo era pos

Auge y caída

Frente a nosotros la imponente puerta de oro y gemas que nos separa de nuestro aciago destino, evitar el regreso del Señor de la avaricia Karzoug.   Desconocíamos si seguíamos en Faerum o habíamos llegado a otro extraño lugar de Leng, pero lo que era seguro es que en aquel lugar se iba a decidir el final de nuestra aventura, aquella que comenzó tiempo atrás en la tranquila villa de Cala Arenosa. Mientras Sumak, Thorik y Soros organizan nuestras defensas mágicas y se preparan para lo inevitable, Dorkas y yo recordamos como el azar nos llevó a entrar en el Dragón Oxidado, lugar donde conocimos a Thorik y entablamos amistad con Ameiko, como nuestros viajes nos guiaron hasta la fortaleza de los Flechas Negras, donde Soros se unió a nosotros y finalmente en el lugar menos esperado de todo Faerum, Sumak apareció para darnos su ayuda y esperanza. Tras los cánticos y susurros arcanos parece que estamos preparados para nuestro combate final. Abrimos las puertas y ante nosotros el calor del volc

Tras la tormenta

 La búsqueda llegó a su final. Mucho se ha hablado, cantado y escrito desde que al abandonar Xin-Shalast encontrásteis a Thom Merrilin mesándose su bigote envuelto en su capa de cuadros de tela multicolor. Y no sólo por Thom, juglar habitual en cortes y palacios, y por Los Arpistas, que os dieron un especial reconocimiento.  La noticia de los Héroes del Sihedrón que evitaron el fin de Faerûn se ha propagado tanto casi como que Xin-Shalast es ahora una zona de expolio y guerra en la que tienen el dudoso honor de convivir diferentes facciones de sectas, grupos mercaderes y enviados de un puñado de países. No siempre con buenas intenciones. De hecho, no en la mayoría de los casos. Pero es algo en lo que no queréis pensar ahora. Os habéis ganado un descanso, y bien merecido. Soros ha pasado algunos meses en una búsqueda arcana, al parecer relacionada con Leng. Thorik se ha quedado marcado por la intervención de Moradin, y si cabe es aún más celoso de su fe. Dorkas y Stolas recorren la Cost

El Pináculo de la Avaricia

El último combate contra los esbirros de Karzoug nos dejó exhaustos y abatidos. Necesitados de un reparador descanso, volvemos a descender por la escalera en espiral que lleva a la planta inferior del Pináculo de la Avaricia. Pasamos la noche en esta extraña torre, sita entre dos mundos: Faerum y la dimensión del Leng… y en medio, la guarida del más terrible enemigo al que jamás nos hayamos enfrentado… Karzoug, el Señor de las Runas. Repuestos del agotamiento, tanto vital como mágico, nos disponemos a explorar la planta superior. La estructura circular se eleva a gran altura sobre la base de abajo. Alcanzamos la cámara en donde nos dieron la “bienvenida” los secuaces del Karzoug… ¡Menudo combate! Y solo ha sido el primero… Temo que nos pueda deparar el destino en semejante sitio. Tras concluir el ascenso, dejamos atrás las escaleras y atravesamos unas dobles puertas. Nos adentramos en un amplio pasillo curvo de gran altura, con varios accesos que nos introducen cada vez más dentro del

Las Ruinas de Thassilon

Vagamos por la inmensa ciudad de Xin Shalast todavía aturdidos por el último enfrentamiento, nadie quiere reconocerlo pero el cansancio extremo hace mella en nuestros cuerpos y mentes. La falta de oxígeno no ayuda y nuestra concentración disminuye al mismo ritmo que nuestros recursos.    Soros y Sumak hablan con nuestro único aliado en este lugar maldito, descubriendo el camino que debemos seguir para llegar hasta Karzoug. Una torre abandonada en el extremo norte de la ciudad es nuestro punto de partida, el lugar es húmedo y lleno de vegetación, no parece que la torre esté habitada.  Un tentáculo o quizás una liana golpea a Thorik, se suceden cortes y conjuros contra otra extraña criatura que habita esta malvada tierra. En mitad del combate una voz profunda nos súplica parar, con el arco todavía tensado, Dorkas y Thorik se acercan y dialogan, no escucho nada de lo que hablan, pero el monstruo huye entre los arbustos y el grupo parece safisfecho con la información que obtenida.    Duran

Cataclismo índigo

Desde que intentamos localizar esta ciudad, sabíamos a dónde veníamos. Una ciudad tan inmensa como el peligro que conlleva pisar sus calles. Avanzamos sin descanso y, tras terminar el día, parece que estamos en el mismo punto y, por las noches, en lugar de recuperar fuerzas, nos convertimos en presas de enemigos formidables que saben que estamos aquí… y nos están cazando. Gyukak, el gigante de piedra, nos propuso que generáramos una distracción, golpeando con fuerza a la milicia de Karzoug, para que él se fugara con un buen número de gigantes. La criatura es malvada, y por seguro no hará ningún bien allá a donde vaya y más si va escoltado de un grupo numeroso de gigantes… pero ahora mismo tenemos problemas mayores. Nos interesa debilitar las fuerzas de Karzoug como dé lugar, y si eso conlleva, además, que un grupo de su ejército se exilie, bienvenido sea. Tras andar horas y horas, llegamos a las afueras de Jotunburg, la cual estudiamos, y vemos cómo numerosos puentes imposibles asc

Me da la sensación de que esto no va a ser fácil.

Si, estamos en una ciudad, y aquí tendría que sentirme mejor, pero es una ciudad extraña. Además todo lo que la rodea no me da buena espina. Esta extraña raza, los perdonados, no me gusta. A quien siguen? A quien adoran? Ese Morgiv debe demostrar mucho para que confíe en él. Esa gurú que nos explica que “El mal anida en la mayor de las espirales de la montaña, el camino es tortuoso y plagado de Gigantes” a esta mujer, o cosa, hace falta que alguien le enseñe a expresarse, nos dice que hay con camino secreto, junto al camino dorado.  Le pregunto por información y sobre la superficie y lo único que consigo sacarle es que atienden a las órdenes de unos gigantes que no he escuchado nunca, más adelante nos los encontraremos y os aseguro que no es una experiencia agradable. Los perdonados nos siguen en las sombras para avisarnos por si aparece algún Gigante. No será por que tienen ordenes de que lleguemos a Karzoug sanos y salvo? No me fio de ellos. Empezamos a andar por las calles de Xin-sh

El Horror de las Profundidades

El largo camino dorado llega a su fin. La niebla matutina se abre en las altas montañas para revelar ante nuestros sorprendidos ojos un prodigio de milenaria arquitectura. La legendaria megápolis olvida de Xin-Shalast aparece ante nosotros. Sus gigantescos edificios brotan por doquier a través del valle, bajo la impávida mirada del pétreo rostro de Karzoug, esculpido en la ladera de la cumbre del Mhar Massif. Lo primero que llama nuestra atención son las descomunales proporciones de las construcciones de la ciudad. Gruesas murallas de negro basalto, flaqueadas por enormes torres del mismo material y de varias decenas de metros, guardan la entrada al mítico enclave del Señor de la Avaricia. Un mar petrificado de oscura lava volcánica cubre toda la falda lateral derecha de la meseta, como recordatorio de una antaña catástrofe que acabó engullendo parte de la ciudad. El viento arrastra las notas disonantes de una  flauta. La melodía lleva acompañándonos todo el viaje de ascenso al valle e

Camino a Xin-Shalast

    Están llamando a la puerta, el sonido suena cada vez más fuerte por todas las habitaciones. La casa cruje haciendo que paredes y suelo tiemblen bajo nuestros pies, casi todos conseguimos mantenernos firmes, pero Dorkas cae en varias ocasiones ante la fuerza sobrenatural que nos golpea. Mientras Thorik reza a Moradin para que nos proteja sentimos como los espíritus que hay junto a nosotros gritan intentando volvernos locos. En un instante la casa deja de temblar, dejan de llamar a la puerta y las incesantes voces desaparecen, frente a nosotros una figura comienza a tomar forma. Ante el grupo se muestra el fantasma de Silas Vekker, no tiene ojos y su boca no se mueve, pero puede vernos y nos habla. Sabe que buscamos el camino a Xin Shalast, camino que él conoce y que a cambio de un precio esta dispuesto a mostrarnos. Los restos de su hermano Kavirek yacen a una milla de distancia, si somos capaces de encontrarlos y llevarlos hasta él, nuestro sería el secreto de como llegar a Xin Sha

Hambrientos de cordura

Sin saber bien cómo, escapamos de la forja rúnica. El viento helado nos golpea en la cara, pero no temblamos de frío, sino por la emoción de haber vuelto a casa. Hemos ido a uno de los confines entre planos para encontrar el “con qué” y ahora toca ir a otro lugar tan recóndito como oculto para encontrar “a quién” vamos a matar. Acaricio satisfecho el pomo de mi espada y, al entrar en contacto con ella, me invaden imágenes de Shalelu… Fría… Sensual… Peligrosa… Como el filo de mi espada. Sacudo mi cabeza hasta que consigo, con esfuerzo, recuperar la compostura. ¿A qué han venido esos pensamientos? No entiendo cómo es posible que este arma rúnica, al mismo tiempo que enturbia mi mente, consiga que mis reflejos sean más agudos. Lo mismo me ocurría cuando combatía junto a Shal… no podía dejar de ver su gracilidad con el arco… el olor de su pelo… ¡BASTA! En un respiro, consigo llevarnos a todos al Dragón Oxidado. Por un momento dejamos toda la locura atrás, y nos dejamos envolver po