Están llamando a la puerta, el sonido suena cada vez más fuerte por todas las habitaciones. La casa cruje haciendo que paredes y suelo tiemblen bajo nuestros pies, casi todos conseguimos mantenernos firmes, pero Dorkas cae en varias ocasiones ante la fuerza sobrenatural que nos golpea. Mientras Thorik reza a Moradin para que nos proteja sentimos como los espíritus que hay junto a nosotros gritan intentando volvernos locos. En un instante la casa deja de temblar, dejan de llamar a la puerta y las incesantes voces desaparecen, frente a nosotros una figura comienza a tomar forma.
Ante el grupo se muestra el fantasma de Silas Vekker, no tiene ojos y su boca no se mueve, pero puede vernos y nos habla. Sabe que buscamos el camino a Xin Shalast, camino que él conoce y que a cambio de un precio esta dispuesto a mostrarnos. Los restos de su hermano Kavirek yacen a una milla de distancia, si somos capaces de encontrarlos y llevarlos hasta él, nuestro sería el secreto de como llegar a Xin Shalast.
Descansamos antes de partir en busca del hermano de Silas, esa mañana Dorkas se levanta con la cara pálida, la cabaña de los Vekker no es mejor lugar donde pasar la noche, ni siquiera para una bárbara tan dura como ella.
Tras viajar un par de horas, llegamos a un gigantesco muro vertical, gracias a las monturas invocadas por Soros la altura no nos impide escalar la pared. Mientras subimos, vemos restos de cuerdas y garfios anclados al muro.
Tras un vistazo rápido, encontramos lo que parecen ser los restos de una mina abandonada y varias lápidas con runas enanas escritas en ellas. Justo en ese momento el suelo tiembla y un gigantesco gusano nos ataca para nuestra sorpresa.
No solo somos atacados por esta bestia inmunda, sino que a nuestras espaldas se nos aparece entre carcajadas e insultos el fantasma de Karivek Vekker.
Luchamos contra ambos monstruos, en un intercambio de golpes y hechizos, Dorkas corta el cuerpo del gusano de un solo tajo y en su último suspiro el insecto explota en una lluvia de hielo y nieve. Pero la explosión no hace mella en la guerrera que termina también con la existencia del espíritu de Karivek Vekker.
Recogemos los restos del enano y volvemos a la cabaña Vekker. Junto a la chimenea encontramos el espíritu de Silas, dejamos los restos de su hermano junto a él y el fantasma de Karivek se materializa con cara de enfado y ambos comienzan una acalorada discusión.
En ese momento una ventisca arranca el tejado de la casa y sobre nosotros un ser espeluznante con cuernos de ciervo se nos abalanza con un ataque terrible, es el Wendigo.
Los alaridos del Wendigo nos hielan la sangre, sus dientes son como dagas afiladas que traspasan nuestras armaduras como si fueran hojas secas. La bestia agarra a Soros de un zarpazo, pero el Magus utiliza sus habilidades para escapar. Sumak, Thorik, Stolas, Dorkas y Soros atacan ferozmente y finalmente el Wendigo se desploma ante ellos.
El fantasma de Karivek va cambiando su aspecto a uno más enano. Silas se gira y da las gracias grupo de héroes, de sus manos caen las hojas arrancadas de su diario y en ellas hayamos el camino hacia Xin Shalast.
Desde el río Avah avanzamos hasta su nacimiento en la montaña, el camino es duro y durante varios días andamos desorientados, si no es por Thorik nos habríamos perdido sin lugar a dudas.
Al séptimo día de ascenso llegamos al lago de las Nieblas Heladas. Tras acampar comenzamos un ayuno de varios días siguiendo las indicaciones del diario de Silas, pues para encontrar el camino de Xin Shalast el hambre ha de apoderarse de uno mismo. Durante dicho ayuno, recibimos la visita de una ninfa de nombre Svevenka, la cual nos ofrece cobijo, protección e información sobre la ciudad de Xin Shalast, donde se está reuniendo un ejército de gigantes y lamias.
Tras siete días de ayuno el camino se nos muestra como si de una visión onírica se tratase, continuamos nuestro viaje y ante el temor de perdernos decidimos continuar nuestro ayuno. Hambrientos y desorientados avanzamos entre la piedra.
Durante el ascenso somos sorprendidos por un grupo de gigantes de las nubes que nos atacan, pero los sorprendidos son ellos, pues a una orden del pequeño bardo los gigantes hincan su rodilla postrándose a él.
Al final del día encontramos el camino dorado que nos llevará a Xin Shalast y lo celebramos por fin con un festín que calme nuestra hambre.
Comentarios
El puto wendigo, señores...
Buena narración y buen cambio de cara del blog. Muy acertado, ya le tocaba :)
Y cada vez más cerquita del final...