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Mostrando entradas de septiembre, 2022

Extinguiendo la maldición de Muro Cicatriz

Las puertas del oneroso e impresionante templo a Loviatar se abren ante nosotros. El símbolo del látigo de nueve colas se parte por la mitad cuando la enorme puerta de doble hoja nos deja paso sin hacer el más mínimo ruido.  Entramos a una especie de recibidor, que me da por bienvenida al posar el primer pie dentro del templo un grito ensordecedor en mi mente y un golpe inmaterial que me arroja al patio como un guijarro arrojado por una cría goblin. Sacudiéndome el polvo y aguantándome el dolor en las costillas, le pido a Bensa que sea ella quien rompa la barrera mágica, no sin antes curarme. El templo está bien guardado, nos encontramos tanto con un elemental de agua como con los espíritus torturados de varios clérigos de Loviatar que se suicidaron dentro del templo, entendemos que ante la desesperación en la caída de su líder. Desde luego el lugar es tanto o más siniestro incluso de lo que esperábamos, con una despensa dedicada a órganos de humanoides encurtidos para un gusto inhuman

La Catedral del Mal

  Llegamos a un sala oscura y hay un cuadro que me deja aterrorizada, una imagen de Kazabón con un hacha en la mano está a punto de decapitarme, en un momento el cuadro vuelve a su forma original, lleno de moho y envejecido. En nuestra siguiente batalla luchamos con cuatro minotauros y un guerrero esqueleto acorazado envuelto en llamas, es Castothrane, uno de los Señores de Muro Cicatriz. Acabamos con él y con todo su séquito, no antes de dejar a Iru y a Variel con las fuerzas mermadas. Recuperamos poco a poco la vitalidad para seguir con nuestro objetivo, destruir al único Señor que nos queda por destruir en éste inmenso y oscuro Castillo. Nos encaminamos hacia la Torre Octogonal. Después de matar y saquear a un par de perros infernales y a unos pocos minotauros, entramos en una sala dónde hay unos cuadros mohosos y esas imágenes muestran batallas de Kalzouh. Esas pinturas están firmadas por Zevralenka, obispo de Muro Cicatriz. En ese instante Variel nota que algo ó alguien la susurra

No mires arriba

Avanzamos escaleras arriba hacia la tercera planta de Muro Cicatriz, las horas se confunden con los días, nuestros ojos ya se han acostumbrado a la falta de luz en este maldito lugar, pero nuestros corazones siguen temerosos a cada paso que damos. Varias estancias abiertas, nos muestran las maravillosas vistas del castillo; parece que en su día esta zona estuvo destinada a recibir y albergar criaturas aladas. Es evidente que no estamos solos aquí arriba, aunque el grupo se mantiene siempre alerta, dos demonios atacan por sorpresa a Iru, sus cuerpos están llenos de púas afiladas, la batalla es feroz, la bárbara no puede soportar la presencia demoníaca de los monstruos y huye, la sangre de los demonios se mezcla con la de los aventureros, pero finalmente las criaturas del averno muerden el polvo y son masacradas.   Bensa camina pensativa, es evidente que la maldad acumulada en este lugar afecta a la sacerdotisa de manera diferente. Variel perdió su peculiar sonrisa nada más cruzar las pu