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Hambrientos de cordura

Sin saber bien cómo, escapamos de la forja rúnica. El viento helado nos golpea en la cara, pero no temblamos de frío, sino por la emoción de haber vuelto a casa.

Hemos ido a uno de los confines entre planos para encontrar el “con qué” y ahora toca ir a otro lugar tan recóndito como oculto para encontrar “a quién” vamos a matar. Acaricio satisfecho el pomo de mi espada y, al entrar en contacto con ella, me invaden imágenes de Shalelu… Fría… Sensual… Peligrosa… Como el filo de mi espada. Sacudo mi cabeza hasta que consigo, con esfuerzo, recuperar la compostura. ¿A qué han venido esos pensamientos? No entiendo cómo es posible que este arma rúnica, al mismo tiempo que enturbia mi mente, consiga que mis reflejos sean más agudos. Lo mismo me ocurría cuando combatía junto a Shal… no podía dejar de ver su gracilidad con el arco… el olor de su pelo… ¡BASTA!

En un respiro, consigo llevarnos a todos al Dragón Oxidado. Por un momento dejamos toda la locura atrás, y nos dejamos envolver por la nostalgia de lo que eran nuestras vidas hace no tanto, y por la calidez de Ameiko. Nos tomamos unos días para recuperarnos y para preparar nuestros cuerpos y mentes para el que será, con toda probabilidad, el combate de nuestras vidas.

Tras viajar a Riscorvo para conseguir el mejor equipo que nos ayude a desempeñar nuestra tarea, damos el siguiente paso, y es recabar información de dónde debemos ir. Karzoug no sólo fue uno de los seres más poderosos en pisar Faerûn, sino también uno de los más astutos… Y, para hibernar, eligió un lugar tan oculto como olvidado. Una ciudad de oro tan buscada por sus riquezas que, tras tantos años sin encontrarla, la gente está convencida que sólo pertenecen al imaginario de los cuentos de las abuelas: La ciudad de Xin-Shalast. Sabemos que se encuentra en la más alta de las montañas Kodar. Pero ni la ciudad ni esta cordillera aparecen en mapa alguno.


Sumak propone buscar información en Candelero, y allí vamos… Pero, paradojas de la vida, en la mayor biblioteca de Faerûn, orgullosa de almacenar conocimientos de todo tipo y de cualquier tiempo, no conseguimos la información que buscábamos. Al final, la encontramos en un edificio pequeño, de una ciudad normal como es Sandpoint. Entre los documentos de un humilde sabio, tachado anteriormente de loco. En la casa de Brodert Quink.


Hablamos con el anciano y le relatamos todo lo que aprendimos en la forja rúnica. Vemos como una expresión de alivio inunda su cara, al comprobar que todas las creencias que defendió y fueron tachadas de majaderías, ahora resultaban ciertas. Le preguntamos por la ciudad olvidada y las montañas Kodar y sobre exploradores que la hubieran buscado, y se le ilumina la cara al recordar la información que le dio un viejo amigo. Después de buscar entre sus libros, aparece con una copia del “Eidolon”, una enciclopedia sobre ciudades y culturas perdidas en Faerûn, escrita por el aclamado bardo Cevil “Ala Roja” Charms.

Entre la documentación del señor Quink, y la dedicatoria que le hizo Ala Roja en el ejemplar del Eidolon, deducimos que la olvidada Xin-Shalast se encuentra en Mhar Massif, en lo alto de las montañas Kodar, oculta al estar suspendida entre dos planos: El plano material y la Meseta de Leng (el temido semiplano de las pesadillas perteneciente a las Tierras del Sueño). Otra pista que se nos facilita es que, de encontrar el río sagrado Avah, y siguiendo su curso, se llegará a la oculta Mhar Massif y, por tanto, a Xin-Shalast.

Por último, entre los apuntes de cultura popular de Ala Roja, encontramos que, hace unos 70 años, los hermanos Vekker, pertenecientes a una familia minera enana de gran fama, afirmaron encontrar la senda a la ciudad de oro. La información era secreta, debido a su incalculable valor, y pidieron grandes cantidades de dinero, para poder abrir dicha senda e ir trayendo paulatinamente todas las riquezas de dicha ciudad. Como prueba trajeron una de las lozas de oro que formaban la ciudad y fue suficiente para que la ciudad de Janderhoff les facilitara todas las reservas de oro que tenían disponibles. Después de eso, los Vekker desaparecieron, sumiendo a la ciudad en la mayor de las bancarrotas.

Por fin tenemos un hilo del que tirar. Ajustamos nuestros cintos; Thorik implora al padre enano que nos guíe y nos proteja contra el frío, ya que nos hará falta allá a donde vamos; por mi parte, invoco una montura mágica voladora a cada uno de mis compañeros. Al montar sobre ella, giro la vista y me quedo un rato mirando a Sandpoint, ya que es posible que sea la última vez que la vea. Para algunos de nosotros, es posible que este viaje sea sólo de ida. Solo esperemos que los dioses hayan elegido bien a sus campeones, y este viaje no sea solo de ida para los cinco.

Espoleamos nuestras monturas y salimos disparados a Janderhoff. En poco tiempo llegamos a esta ciudad mercantil caída en desgracia. Karzoug estaría orgulloso, pues fue la avaricia de sus habitantes quienes los han sumido a una vida miserable. En ella, mencionar el nombre Vekker es equivalente a una maldición. Mientras Sumak deleita con su actuación a unos pobres desgraciados, comprobamos que la información que teníamos era cierta, aunque todos piensan que los Vekker fueron los más grandes embaucadores que jamás habían pisado dicha ciudad.


Una vez más, Thorik pide ayuda a su dios para que nos guíe, y con nuestras monturas especiales comenzamos a subir montaña arriba. Subimos durante un día entero, agradeciendo las protecciones del enano, ya que el frío intenta doblegar nuestra voluntad.

Seguimos subiendo hasta que damos con una pequeña cabaña que, con complejos mecanismos de montacargas, deducimos que es una cabaña de mineros. Intentamos escuchar o vislumbrar algo de vida en ella, pero sólo nos responde la furia del viento. Antes de comenzar a acercarnos a ella se me eriza el vello de la nuca al oír un lamento lejano. ¿Puede ser un animal que está siendo devorado? No… he estudiado por mucho tiempo los distintos planos de la realidad para saber que ese gemido no pertenece al nuestro.


Inspeccionamos con cuidado los alrededores de la cabaña sin encontrar signos de vida reciente. Lo único que encontramos es un árbol seco y retorcido cerca de la cabaña y restos de cuerpos a sus pies. Siguiendo nuestra intuición, Stolas comienza a disparar saetas hacia el árbol, que no tarda en reaccionar levantándose y golpeándonos con sus ramas. No tardo en identificarlo como una versión retorcida y no muerta de un treant… y al golpear a Stolar, vemos como los hongos que recubren a la criatura se adhieren a las heridas de nuestro compañero burbujeando frenéticamente, arrancándole gritos de dolor. Sin embargo, al estar preparados para el combate antes de que éste empezara, la criatura al poco tiempo encuentra el descanso eterno.


Cuando entramos en la cabaña, comprobamos que está vacía de vida, pero repleta de un viejo rencor. Algo terrible ocurrió aquí hace tiempo y, aún pasados los años, ese dolor sigue impregnando cada tablón de madera de este lugar. La visión de un enano nos recibe invitándonos a comer oro, según él, un manjar… Y brevemente es tentador seguir sus indicaciones, pero me doy cuenta que no es oro, sino el arsénico usado en minería, lo que nos invita a comer.


Seguimos explorando y las visiones del pasado nos atacan cada vez con más intensidad. Una casa en la que todo rastro de comida ha desaparecido; La sala se encuentra llena de marcas de sangre seca por todas partes, a la vez que nos resistimos a comernos los unos a los otros; Huesos de enano limpios con marcas de dientes de enano; Un enano gritándonos desde fuera que huyamos antes de ser comidos; Un centenar de bocas invisibles intentando devorar a Thorik… Entre toda esta locura, el enano ruega a su dios que devuelva la paz a este lugar impío una y otra vez hasta que, exhaustos y desorientados, el pasado nos deja de atacar.


¿Qué demonios ha ocurrido aquí? ¿El hambre los enloqueció y por eso se devoraron los unos a los otros? ¿O fue otra cosa la que los volvió locos? Entre el lamento de otro plano que escuché fuera de la cabaña, y que los Vekker decían haber encontrado el camino a Xin-Shalast… ¿No será que entraron en contacto con el semiplano de las pesadillas?

Todo el tormento del pasado se sigue arremolinando en nuestras mentes intentando encontrarle algún sentido, mientras la tormenta en el exterior se vuelve más cruda y violenta. El viento golpea una y otra vez la cabaña y, aún así, un sonido prevalece por encima de todos. Un sonido seco que nos hiela por dentro más allá de las protecciones de nuestro amigo enano.


Alguien está llamando a la puerta.

Comentarios

Juanjo ha dicho que…
MUAHAHAHAHA...y esto es solo el inocente preludio de lo que os espera...
Juan ha dicho que…
Oleeee, vamoooooos.
Martin Painter ha dicho que…
Camino a Xin Shalast. Ganas de saber quien llama a la puerta.
Dorkas ha dicho que…
Guapísima!!!
Wow!!! Cómo mola! Y que cague dan esos golpes en la puerta...

Muy guapa la crónica y deseando seguir con la partida!!

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