Por fin encontramos un par de horas para descansar...casi dos jornadas en pie y luchando, eso sí, ha merecido la pena y tenemos al templo de Oghma (o a la mayoría) a salvo. Y toda la información que hemos podido encontrar. Por cierto, que cantidad de hombres serpiente, creo que un día escribiré un tratado al respecto de estos encuentros y de la posibilidad de que estén repartidos por todo Faerûn...
Cuando estamos ajustando las correas de las nuevas armaduras, ¿cómo pueden moverse con todo ese peso encima?, nuestro querido Hermano Egil aparece tembloroso. Los nervios le traicionan y nuestra sagaz conversación pronto revelan que el pobre diablo pidió algo de dinero a un prestamista para contratarnos en aquellos primeros días en Freeport. Y no se le ha ocurrido otra cosa al desgraciado que amputarle un dedo meñique a nuestro amigo.
Bueno bueno, con estas no nos queda más remedio que hacerle una visita a ese prestamista, un tal Relgore el chato. Aunque parece que tendremos que hacerlo a través de su intermediario, llamado "Finn" y con sede en Ciudad Escorbuto. En nuestra visita allí, comprobamos lo que ya esperábamos: un miserable perdedor que actúa de chico de los recados del matón Relgore.
Me va empezando a dar algo de pena todas las ocasiones en las que le damos a esta escoria de Freeport una oportunidad de redimirse, y se empeñan a pesar de todo en hacer méritos para acabar estrellando sus cuellos contra nuestro acero. En fin, debe ser costumbre local. Finn nos chulea excusándose en que es un intermediario, y nos revela la hora de encuentro con su jefe Relgore. A las pocas horas, Radek los sigue y da con el cubil de Relgore -este chico tiene unas habilidades sobresalientes-. Por suerte no tiene que sufrir ningún ataque que ponga a prueba el conjuro de protección que he lanzado sobre su piel de mediano.
Sabiendo donde tenemos a Relgore y habiendo desayunado, no encontramos mejor ejercicio matinal que caminar fuera de la ciudad a hacerle una visita a Relgore. En el camino, no exento de relajación al respirar algo de aire puro, nos topamos con una criatura monstruosa que no esperaba encontrar en estos lares, ¡¡mirándonos tal que así!!
En un combate más rápido de lo que parecía, nuestra compañía da buena cuenta del monstruo. Me gustaría tener algo de tiempo y un laboratorio en condiciones para examinar algunas muestras de la criatura, sobre todo garras, pico y la estructura del ojo. Una pena, aunque peor parte se llevó bajo nuestras espadas...
Ravic nos lo pone muy fácil con su conjuro de silencio (para ser clérigo no es malo con la magia), y acabamos con el ogro que guarda la entrada a la cueva de Relgore con facilidad y sin levantar sospechas.
La cueva de Relgore está atestada de trasgos, orcos y gnolls. No esperaba encontrar tantos, de hecho da que pensar en una auténtica banda de criminales. Sin mucho problema nos hacemos camino, a veces de forma demasiado directa, como Radek hacia el fondo de un foso...
Es curioso que cuando empezamos a calentarnos, llegamos al final de la cueva y de una vez por todas damos con ese Relgore, uf, que fealdad y que brutalidad. y con él, ¡¡nuestra amiga Jesswyn!! Sí, esa asesina que nos traía de cabeza.
El combate es digno por su parte. Tanto que en un golpe de Relgore, Radek cae prácticamente abierto en canal. En un susurro, usando ese idioma rasposo de Mulhorand que pude aprender de niño pero que sigue sonando exótico, Ravic cierra la mayor parte de la herida de Radek, salvando su vida in extremis. Después de eso, damos un paso al frente y acabamos con nuestros enemigos de una vez por todas.
¡Freeport está algo más limpio! No obstante, la mayor mancha en esta isla es el llamado Señor del Mar, ese Milton Drac que ya nos ha señalado...¿Desy, nos llamas a nosotros? ¿nos han dejado una nota?
Comentarios
Fantástico, con ganas de volver a tirar dados y darle lo suyo al puñetero de Milton jajaja