Poco a poco recobro la consciencia...¿que ha pasado?...ese maldito templo de Yig y esas malditas serpientes...uf, que dolor de cabeza...debemos explorar el templo y encontrar esos objetos: colmillos, veneno y escamas. Ah, sí, de hecho pudimos explorar las catacumbas del templo submarino de Yig. Atestado de sombras, pobres, ya prácticamente recuerdos que eternamente repiten su rutina. Ravic-Aten se emplea a fondo, constantemente usando su amuleto con una luz deslumbrante que estas criaturas no pueden soportar. Tras algunos combates, pudimos encontrar el recuerdo de una voz que sin parar nos ofrecía un acertijo. Gracias al ingenio de Maese Radek, el espíritu nos revela el compartimento de la estatua de Yig donde encontramos el veneno. No muy lejos, el instructor de las serpientes no ha dejado su puesto: Lagertha y Graorburz dan buena cuenta de él antes de que pueda suponer un problema. De este combate obtenemos no sólo las escamas, también una lanza fantasmal que poco después va dar sus frutos. Con mucho respeto y algo de miedo, tengo que admitirlo, llegamos a la sala donde se encuentra el avatar de Yig.
Nos pertrechamos, anticipando lo que va a ser una durísima batalla. No nos resulta fácil ni mucho menos, pero nuestra estrategia, unida al buen hacer de nuestros guerreros, da sus frutos rápidamente y la serpiente muerta cae bajo nuestro acero.
En pocos momentos tenemos ya los colmillos en nuestras manos, y con todas las reliquias nos plantamos ante el sacerdote de Yig. No contento con todo nuestro esfuerzo, exige aún más sacrificio, que evidentemente nuestro paladín está dispuesto a realizar. ¡Cuanta sangre, por Mystra! Desde luego es un dios bárbaro el que exige algo tan crudo. Por fin conseguimos la estatuilla de jade...con las únicas y crípticas indicaciones de que lo "usemos correctamente".
El agua del mar en nuestras caras y el sabor a sal nos indican que es el momento de volver a Freeport cuanto antes. De hecho, en una jornada será la inauguración del faro...vamos a dormir un poco antes.
Poco a poco recobro la consciencia...es hora de ir al faro. Algo vuelve a mi mente: de hecho estuvimos allí. Eso sí, llegamos discretamente, claro. Todo un acierto nuestra exploración anterior del mismo. Gracias a nuestro conocimiento del interior, la puerta dimensional nos condujo directamente a los niveles inaccesibles. A un pozo de muerte y una criatura extraña,
No obstante, a pesar de lo poco común de la misma, parece que respondía de la forma usual a las armas de mis compañeros...escaleras arriba, el ritual continuaba. ¡¡Recuerdo ahora la sensación de prisa, de urgecia por acabar con todo antes de que sea tarde!!
Y justo arriba, allí estaba: Milton Drac. Por fin nos encontrábamos ante él. Entre él y nosotros, ese N´Tal rodeado de cuatro matones. Se las prometía muy felices, manejando las artes arcanas con bastante soltura...ah, amigo, podrás ser capaz de lanzar algún conjuro más que yo pero te falta mi astucia...y un grupo de compañeros capaz de acabar con cualquier enemigo, claro.
Por fin subimos a la cima del faro. Milton está acompañado de otro hombre serpiente y de otro matón del tres al cuarto por mucho que quiera aspirar a más. Sí, me acuerdo de ver el momento de probar mi nuevo truco y manipular el tiempo alrededor de mis compañeros para que puedan estirar más el final de cada segundo, al menos por este combate. Aún con esfuerzo, podemos acabar con ese pretencioso de Milton.
Poco a poco recobro la consciencia...el ritual de invocación tiene esa gema como foco, y el cielo se abre sobre nuestras cabezas. Arrojamos la gema al vacío, pero ¡el ritual no se detiene! ¡El faro se tambalea! Sólo nos queda el intento de parar toda esta locura con la estatuilla de jade. Ah sí, de hecho provocamos que el Innombrable tenga aún más facilidad para saltar a Faerûn.
¿Como es posible? Toda esta epopeya y todo este esfuerzo sólo para caer en otra mentira, otra de tantas. Recuerdo todo derrumbándose, Freeport ardiendo, las gentes cayendo presa de la locura, y nosotros inútilmente intentando salir a flote, hasta ser engullidos por ese tentáculo y esa ola más alta que cualquier muralla. Es el final de todo. O al menos eso creí.
Poco a poco recobro la consciencia...
Nos pertrechamos, anticipando lo que va a ser una durísima batalla. No nos resulta fácil ni mucho menos, pero nuestra estrategia, unida al buen hacer de nuestros guerreros, da sus frutos rápidamente y la serpiente muerta cae bajo nuestro acero.
En pocos momentos tenemos ya los colmillos en nuestras manos, y con todas las reliquias nos plantamos ante el sacerdote de Yig. No contento con todo nuestro esfuerzo, exige aún más sacrificio, que evidentemente nuestro paladín está dispuesto a realizar. ¡Cuanta sangre, por Mystra! Desde luego es un dios bárbaro el que exige algo tan crudo. Por fin conseguimos la estatuilla de jade...con las únicas y crípticas indicaciones de que lo "usemos correctamente".
El agua del mar en nuestras caras y el sabor a sal nos indican que es el momento de volver a Freeport cuanto antes. De hecho, en una jornada será la inauguración del faro...vamos a dormir un poco antes.
Poco a poco recobro la consciencia...es hora de ir al faro. Algo vuelve a mi mente: de hecho estuvimos allí. Eso sí, llegamos discretamente, claro. Todo un acierto nuestra exploración anterior del mismo. Gracias a nuestro conocimiento del interior, la puerta dimensional nos condujo directamente a los niveles inaccesibles. A un pozo de muerte y una criatura extraña,
No obstante, a pesar de lo poco común de la misma, parece que respondía de la forma usual a las armas de mis compañeros...escaleras arriba, el ritual continuaba. ¡¡Recuerdo ahora la sensación de prisa, de urgecia por acabar con todo antes de que sea tarde!!
Y justo arriba, allí estaba: Milton Drac. Por fin nos encontrábamos ante él. Entre él y nosotros, ese N´Tal rodeado de cuatro matones. Se las prometía muy felices, manejando las artes arcanas con bastante soltura...ah, amigo, podrás ser capaz de lanzar algún conjuro más que yo pero te falta mi astucia...y un grupo de compañeros capaz de acabar con cualquier enemigo, claro.
Por fin subimos a la cima del faro. Milton está acompañado de otro hombre serpiente y de otro matón del tres al cuarto por mucho que quiera aspirar a más. Sí, me acuerdo de ver el momento de probar mi nuevo truco y manipular el tiempo alrededor de mis compañeros para que puedan estirar más el final de cada segundo, al menos por este combate. Aún con esfuerzo, podemos acabar con ese pretencioso de Milton.
Poco a poco recobro la consciencia...el ritual de invocación tiene esa gema como foco, y el cielo se abre sobre nuestras cabezas. Arrojamos la gema al vacío, pero ¡el ritual no se detiene! ¡El faro se tambalea! Sólo nos queda el intento de parar toda esta locura con la estatuilla de jade. Ah sí, de hecho provocamos que el Innombrable tenga aún más facilidad para saltar a Faerûn.
¿Como es posible? Toda esta epopeya y todo este esfuerzo sólo para caer en otra mentira, otra de tantas. Recuerdo todo derrumbándose, Freeport ardiendo, las gentes cayendo presa de la locura, y nosotros inútilmente intentando salir a flote, hasta ser engullidos por ese tentáculo y esa ola más alta que cualquier muralla. Es el final de todo. O al menos eso creí.
Poco a poco recobro la consciencia...
Comentarios
Brutal y sublime! Gracias, Narradores, por permitirnos vivir y rememorar la historia!! Magníficos!! :)