En esa noche de gala, la ciudad se encontraba llena de vida. Turistas de todas partes del mundo se apiñaban en los muelles, junto a vendedores ambulantes de comida y cerveza espesa, mirando todos hacia el mar. Concretamente, a esa construcción monstruosa que se alzaba desafiante hacia los cielos, cuya cúspide emanaba luz hacia la ciudad y hacia el mar profundo.
La gente soltaba vítores y chocaba sus jarras cuando el sonido de un millar de cristales inundó todos los rincones de la ciudad. De pronto era de día, con un cielo color amarillo enfermizo. Era como si ese nuevo amanecer fuera la antesala de una nueva era de podredumbre y corrupción. Pero eso no era lo más inquietante en ese momento... sino lo que estaba encima del faro. Vino acompañado de un rugir parecido al de rocas enormes chocando contra el fango. Nadie sabría decir qué forma tenía ni cómo era pues, todo aquel que llegó a observar su llegada, acabó arrancándose los ojos, para luego acabar siendo un cuerpo inerte con una mente muerta.
Los héroes, todavía dentro del faro, intentaban procesar lo que estaba ocurriendo abrumados por los gritos y la presencia de esa cosa. Lo único que les decía el sentido común es que salieran de allí. Ahora.
Corrieron mientras la construcción se tambaleaba. Las escaleras de madera rugían y estallaban mientras bajaban de forma atropellada. Al llegar a las puertas que los llevaban a la salida, el faro explotó, despidiéndolos hacia el mar. Con sus oídos sangrando por la onda de choque y una vez despejado el aturdimiento, lucharon para buscar aire en la superficie. Nadaban contra un mar enfurecido, viendo impotentes cómo trozos incandescentes provenientes del faro, como si fueran meteoritos, caían sobre los galeones, destrozándolos en miles de pedazos.
Lucharon. Se agarraron a los maderos que pudieron encontrar en mitad de la locura, intentando no mirar hacia el cielo, donde vislumbraban sombras gigantescas que se agitaban. Fue entonces cuando una ola más grande que el faro se levantó ante ellos. Lucharon. Nadaron más allá de lo que daban de sí sus músculos... y entonces el mar los devoró.
Intentaron volver a la superficie, pero tentáculos de sombra se enroscaban en sus cuellos y extremidades, arrastrándolos hacia las profundidades.
Los gritos se habían esfumado. El resplandor de las llamas cada vez era más lejano, sumiéndolos cada vez más en la oscuridad.
Hace frío. Las fuerzas abandonan. Es momento de descansar y olvidarse del dolor.
Uno de ellos delira, viendo un resplandor de lejos. Incluso nota su calor... Nota cómo cada vez es más intenso...
Un momento... Por los dioses... ¿¿Qué es eso??
Comentarios
Y respecto a respiros a los personajes... Sólo cuando alcancen el descanso eterno... Y ni eso es una garantía.