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Caminando entre muertos

 La batalla contra el dragón casi termina con nosotros, estamos exhaustos, debemos descansar y hacer copio de fuerzas para la segunda jornada en Muro Cicatriz.

Incluso con la magia de Morgana que nos proporciona un lugar seguro donde dormir, sentimos la opresión del castillo sobre nosotros y la sensación de que alguien o algo nos observa, nunca desaparece.

Al día siguiente registramos la cuadra donde dimos muerte al dragón, nos deshacemos de unos extraños gusanos de fuego, finalmente encontramos el tesoro de la bestia; Variel parece  decepcionado, las historias que se cuentan sobre los tesoros que los dragones acumulan, no parecen coincidir con la de este dragón.



Subimos a la siguiente planta, recordando que alguien nos acribilló a flechas cuando pasamos por el patio, preparamos nuestras armas y nuestros conjuros mientras Iru revienta de una patada la puerta de la habitación. En su interior, cuatro pequeños esqueletos aguardan con sus arcos preparados, comienza la batalla. En pocos segundos los muertos vivientes caen derrotados. 

Avanzamos por la gigantesca estructura de habitaciones, pasillos y puertas que forman el castillo, en una de las habitaciones tenemos un extraño encuentro con dos espectros, uno parece un gigante, el otro un enano, a pesar de ser translúcidos van vestidos con ropajes de nuestro plano material, intentamos hablar con ellos, pero no atienden a nuestras palabras, casi nos dan pena y les dejamos con su extraña danza y mímica.  

Llegamos a una piscina de agua podrida, como no podía ser de otra forma, seis espíritus vengativos emergen de sus aguas y nos atacan. 


Tras acabar con los fantasmas, los recuerdos del castillo inundan la mente de Iru con vivencias de los antiguos habitantes de Muro Cicatriz y en mitad de este caos comienzan a surgir y reptar de las paredes sombras de ojos brillantes, una puerta se abre de golpe, una guerrera orca grita y se abalanza sobre nosotros. Su nombre es Ukwar, una no muerta que tiene como misión llevarnos con ella al inframundo.

Gracias a los milagros de Bensa, las sombras son expulsadas por lo que sólo queda Ukwar para hacernos frente, Iru se lleva la peor parte del combate, pero logramos vencer a nuestros enemigos una vez más.

Limo verde, estatuas encantadas, susurros que viajan con el viento, imágenes pasadas de la caída de Muro Cicatriz... Cada paso que damos es un peligro menos que nos acerca a nuestro objetivo final. 
Abrimos unas gigantescas puertas dobles de roble, la estancia tiene forma de flor, sobre nuestras cabezas comienza a formarse un remolino de humo negro. Suenan violines con acordes estridentes, mientras la oscuridad adquiere una forma extraña. Es la forma de la muerte.





Comentarios

Juanjo ha dicho que…
Muy buena, se ve el subidón del festi! No te creas, no me pareció mal el tesoro, de hecho después de lo que dijo Andrés me esperaba hasta menos.
Red Langosta ha dicho que…
Buena crónica. Se nota que la has escrito con el metal del festival todavía caliente por las venas.

Y, a ver... A Juanjo siempre le parece poco el tesoro! XD

Ahora toca ver qué hará el enemigo que tenéis delante. Aunque, quién sabe, igual es otra fantasmagoría.
Dorkas ha dicho que…
Buena crónica.
Y temiendo el momento que nos espera.

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