Alguien o algo nos está observando. Este sitio me pone los pelos de punta. A pesar del cansancio que vamos acumulando, tengo tantas ganas de salir que me sacudo la fatiga fácilmente con tal de seguir avanzando y terminar con nuestra estancia aquí cuanto antes.
El castillo desde luego debió ser impresionante en su época. Las cocinas nos revelan una verdad oscura pero ineludible: todo tipo de seres inteligentes eran aquí bestias para alimento del malvado Kazavon y sus tropas. Ese mal persiste y anima todavía a tres ghouls que se lanzan contra nosotros con hambre por nuestras almas.
Este lugar desde luego está maldito. Encontramos vestigios de un pasado oscuro, en el que la elfa Aeilaya descendió a la locura en su odio por la sangre orca, algo que aprovechó el carroñero Kazavon para reclutarla. Tal espíritu maligno parece encontrar siempre lo peor de las almas, como ha hecho con Ileosa.
Alguien o algo nos está observando. Muro Cicatriz está plagada de no muertos. Acabamos con incontables minotauros hasta dar con el cubil de un demonio revestido de dulce campesina...pero he visto muchas campesinas y muchos demonios como para no ver el brillo de depredador en un lobo infernal con piel de manso rebaño. Asumiendo su verdadera forma, la bruja de los nueve infiernos nos propone un pacto. ¡Un pacto! Solo los locos y los insensatos considerarían pactar con semejante ser. Le muestro mi pluma para sellar nuestro acuerdo: mi daga entre mis dedos que pronto está entre sus costillas. No sin antes confirmarnos que Muro Cicatriz está regida por cuatro señores como ya sabíamos.
Por un cambio que deberíamos agradecer, salimos al patio de armas. Sin embargo, hasta la llovizna y la fresca brisa están contaminados del mal que dejó Kazavon. Una bella y turgente flor se hincha para mostrarnos su peligrosa belleza. Es el Loto de Cadáveres, que lleva alimentándose desde eras de los incautos que dejan atraparse.
Alguien o algo nos está observando. Tras el combate con el loto, nos rearmamos para curar nuestras heridas y decidir el mejor rumbo. Pero no nos da tiempo ni a considerar el estado de nuestros compañeros ¡una lluvia de flechas de hueso con magia paralizante cae sobre nosotros! Buscamos cobijo y acabar con la amenaza, corremos hacia un gran establo en el que no parece haber nada...hasta que abre sus alas de sombra uno de los cuatro señores de Muro Cicatriz.
Nunca he visto algo así. Las sombras se deslizan por sus alas como una corriente infinita. Su boca se abre en un ángulo imposible, y este dragón de sombras vomita una llamarada de sombras sobre nosotros. Me tiro al suelo y por suerte encuentro un fémur de una gran bestia que me sirve de parapeto, no sin ver como las sombras pasan ante mi rostro. Sé que estamos cerca de ser parte de este fluido de almas atormentadas. Con el sudor cayendo por mi rostro, me levanto, miro a Iru y ambos cargamos.
El dragón es incluso mas impresionante de cerca, pero no nos queda otro remedio que acabar con él antes de que libere su poder. Iru y yo lo rodeamos con nuestra táctica de lucha en pareja, una lluvia de golpes cae sobre el dragón. Pero no es suficiente, y nuestra presa se convierte en nuestro verdugo levantándose y abriendo las alas para devorarnos. Un segundo antes de que se abalance sobre nosotros, un rayo de luz lo impacta. Morgana nos ha dado la única posibilidad de vencer, nublando la mente del señor de Muro Cicatriz durante un instante. Posibilidad que no desaprovechamos.
Alguien o algo ya no nos observa. La sombra ha vuelto al flujo del tiempo.
Comentarios
Pronto descubriréis que no sólo a los cuatro señores del castillo hay que temer...
La descripción del combate con el dragón más épico imposible.
Muy buena crónica