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Asalto al Castillo Korvosa

Todavía no puedo creer que hayamos acabado con un dragón negro, y más de esa edad y experiencia...con un sudor frío recorriendo mi espalda cuando recuerdo como sus piel hacía rebotar mis dagas aún golpeando entre sus escamas. Los habitantes de Korvosa están tan sorprendidos como nosotros, y poco a poco se acercan para aplaudir nuestra vuelta...es como si se quitaran un velo de los ojos y por fin volviesen a ver Korvosa como siempre debió ser. Pero la realidad apremia, y debemos llevar a Sabina con Cressida cuanto antes.

Una vez reencontradas y para bien, nos disponemos a descansar y prepararnos: un viaje al Averno nos espera. Formando un círculo con las manos entrelazadas al que se une Sabina y gracias a la magia de Bensa, llegamos a un lugar al que desde luego espero volver nunca. El mismísimo Averno con su río Styx y su afluente, el Río Sangre.



Tras unas horas que se me antojan semanas, por fin encontramos a Iru. Parece apesadumbrada, desesperada, como si poco a poco la maldad del Averno fuese haciendo mella en su personalidad alegre y despreocupada. Por más que nos dejamos el aliento en la carrera, no llegamos a tiempo: unos demonios la rodean y la envuelven en llamas.



La lucha con los demonios y la salvación de Iru no es fácil: desde luego están en su plano natal y rebosan tanta energía mágica y fuerza como maldad. Aún y todo, conseguimos doblegarlas para salir de allí y volver a Korvosa cuanto antes.
Por fin ha llegado el día. Mis compañeros aún duermen por unos minutos mientras yo ya he despertado de mi trance. Me asomo a la ventana, disfruto del sol saliente y la brisa fresca de la mañana. Disfruto de otra mañana en Korvosa, a la que muy pronto liberaremos.

Por fin ha llegado el día: hoy asaltamos el Castillo Korvosa.

Tras algo más de información que nos da Sabina, decidimos entrar por la Cripta. Decisión acertada a la vista de la tranquilidad que encontramos. Nuestros temores se confirman: la tumba de Eodreth II ha sido saqueada y mancillada con estirges, demostrando una vez más lo despreciable que puede llegar a ser la mal llamada "Reina" Ileosa. Tanto que encontramos el cadáver del famoso hermano tiefling del rey, del que ahora puedo confirmar su existencia.

Hay algo que me inquieta: una parte de las catacumbas que pertenece a la era anterior a los Shoanti tiene una arquitectura extraña y una tumba de la que algo salió...pero lo más raro de todo es una runa de siete puntas, de la que parece emanar un poder y un mensaje que traspasa las fronteras del tiempo...  



La exploración del Castillo Korvosa nos lleva a entrar en habitaciones que deberían estar atestadas de sirvientes y se encuentran vacías: desde luego la locura de Ileosa está llevando a Korvosa al más lejano de los extravíos. No hace falta recorrer muchas habitaciones para encontrarnos con una guardia infernal, de la que damos rápida cuenta.  




No obstante, la líder de los demonios se escapa sin mirar atrás, presta a dar la voz de alarma. Era cuestión de tiempo, y dentro de pocos minutos todo el Castillo Korvosa sabrá que estamos aquí. Sea pues, sí que lo estamos y dispuestos a dar batalla por salvar la ciudad.

No puedo evitar pensar en estos días, en la ciudad, en Korvosa y sus calles: ¿que pasará con sus habitantes? ¿podrá Cressida reunir una fuerza suficiente? ¿será capaz de contener el caos que puede desatarse? Recuerdo una noticia que nos dio la propia Cressida esta misma mañana referente a la vuelta de Blackjack a las calles de Viejo Korvosa. Sí, esta ciudad está resurgiendo: ¡Fidelidad y Fuerza!

Comentarios

Red Langosta ha dicho que…
Muy buena crónica. El vello de punta con ese último párrafo.

Y sí, vamos acercándonos al climax. Va quedando menos para ese enfrentamiento final... Pero todavía queda mucho que descubrir. Ya lo veréis.
Martin Painter ha dicho que…

El asalto final ha llegado!! Aunque nos queda todo el castillo y hay ganas de reencontrarnos con Ileosa, esto se acaba, ya sea para la Reina o para nosotros.
Buena crónica. ¡Fuerza y fidelidad!
Dorkas ha dicho que…
Muy buena crónica. Y ya quedan poquitas hasta terminar esta pedazo de historia

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