(Nota Langostera: Puesto que, lamentablemente, se acerca el momento en que dejaremos aparcadas las aventuras de la Hoja Roja, para retomar en su lugar la Brujahlance, aquí dejo a modo de remember la crónica de la llave del destino que seguía a la última escrita, en la cual aparecía el kender Bee -era una crónica que tenía hecha de hace tiempo, contada desde el punto de vista del kender, pero que nunca llegué a colgar-. Creo que después de esta sólo quedaba una crónica más, que se correspondía con la aventura dentro del templo. La semana que viene cuelgo la crónica de la campaña de Juanjo que agrupa lo ocurrido entre la muerte de Despair y la última crónica de Martín. Estaos atentos!)
¿Que cómo conocí a este grupo tan pintoresco? Déjame pensar… ¡Ya lo recuerdo! Recuerdo que estaba realizando una misión importantísima (como no podía ser menos) para los caballeros de Solamnia. Me levanté una mañana en el desierto completamente solo… se ve que mis antiguos camaradas estaban tan sumamente fervientes por seguir el camino que, con tanto nerviosismo, se olvidaron de despertarme y se fueron sin mí. La cuestión es que no podía perder tiempo siguiendo la huellas de mis compañeros que, todo sea dicho, con toda la prisa que tuvieron en irse y no encontré rastro alguno de ellos… es como si hubieran ocultado su rastro para que nadie los siguiera… ¡qué cosas! Pero bueno, lo realmente importante es que yo tenía una misión y la tenía que cumplir. Así que seguí las indicaciones de los últimos que habían visto a Sir Heltar y a Yorgos de Palanthas hasta que en la lejanía vislumbré una construcción bastante antigua. Vi un grupo de gente en las cercanías y, si Heltar y Yorgos venían en esta dirección, con suerte, este grupo se habría topado con ellos. Inmediatamente el grupo llamó toda mi atención: un par de elfos resguardados con sus capas, un humano totalmente vestido de blanco, otro humano con un bigote tan vistoso como su espada y armadura y un semiogro disfrazado de kender. Sí, esa misma cara se me quedó a mí cuando los vi. Resulta que el semiogro no era otro que Ventura, el famoso kender gigante y horrendo que vivía a dos aldeas más al norte que la mía en Hylo, ¡pero qué pequeño llega a resultar Krynn! Y eso que me muevo mucho por el mundo, como cuando exploré las tierras de Khur, recuerdo que encontré un grupo de mercaderes que … […]
[…] y así fue como dejé de ser la mascota del gran dragón verde. Una experiencia increíble, os lo aseguro. ¿Qué? ¿Que cuándo voy a seguir con la historia del grupo? ¿Qué grupo? Ah! Ya! Cuando me presenté al grupo no pude creer cuánta suerte tenía. Era precisamente la gente que buscaba. El hombre del mostacho no era otro que Yorgos, el aspirante a Caballero de Solamnia que tenía que encontrar. Un bigote muy interesante, sí. Reconozco que me da envidia, porque los kender no tenemos pelo en la cara. Siempre he pensado que un buen bigote puede denotar cierta intelectualidad o uno bastante prominente incluso ferocidad. Tal vez con unos buenos bigotes nos tomarían más en serio a los kender, sí… ¿de qué estaba hablando? Ah! Sí, Yorgos. Nada más empezar a hablar con él todo mi sentimiento de buena fortuna desapareció, pues el otro que buscaba, Sir Heltar, había muerto en batalla. Me sentí bastante desdichado… tanto como cuando se murió mi mascota Gofyn… un topo muy bueno sí señor… ¿o era un ratón de campo? Es igual. El no haber llegado a tiempo para informar a Sir Heltar hacía que sintiera el fracaso en mi misión, pero al menos pude avisar a Yorgos que tenían que ir a Port Balifor y, si así lo quería, defender su ingreso en la orden de Caballeros de la Corona. Un 50% de éxito… no está mal. Mucho mejor que otras misiones en las que he participado, claro que esta es la primera en que cae la mayor parte de la responsabilidad sobre mí. No sé por qué si hay otras posibilidades, la responsabilidad acaba cayendo en otro. Cualquier mal pensado creería que si los caballeros me asignaron esta tarea es porque no tenían otra alternativa. Lo cual me recuerda una misión que realicé con otro grupo, sobre desmantelar las actividades de cierta asociación de bandidos cerca de Nightlund que … […]
[…] y así fue como al final el mago no me convirtió en jabalí. Una lástima, hubiera sido interesante poder correr a cuatro patas y ver mis colmillos sobresalir de mi boca… además de tener pelo por toda la cara, claro. ¿Os he comentado que me gustaría tener bigote? ¿Que qué pasó en Port Balifor? Ah! Antes de dirigirnos a Port Balifor, el grupo quería ir al templo que se encontraba más allá para resolver el problema de una maldición siniestra que amenazaba con asolar todo Krynn. Una cosa bárbara. Buscando por los alrededores, nos envolvió una bruma que a los demás le llegaba hasta las caderas… yo casi no podía ver. Sin previo aviso, decenas de zombies salieron de la tierra para acabar con nosotros. ¿Qué digo decenas? Cientos! Todos los del grupo demostraban su enorme pericia en combate, despedazando enemigos allá donde iban. Pero sin duda, mis florituras, volteretas y estocadas certeras fueron las que crearon más pavor en el campo enemigo. Uno tras otro caían sobre la implacable ira del virtuoso Beenevaunt Hairyfingers… ¿Qué dices Orfan?... ¿Que no llegué a darle a ninguno?... ¿Que el único zombie que cayó a mis pies sólo fingía hacerse el muerto (valga la redundancia) para que dejara de tirarle piedrecitas molestas? Desde luego, Orfan, cómo se nota que estabas demasiado ocupado pensando en tus conjuros que no apreciaste lo que realmente ocurría. En fin, ¿por dónde iba? Ah! Sí! El ejército zombie. Después de acabar con todos ellos nos dirigimos al templo, pero antes, nos paramos en una torre que se encontraba muy cerca del mismo. Nada más llegar vimos algo realmente asombroso: un ejército de ogros enfrentándose a otro de humanos al pie de la torre. Fue espectacular! Lástima que fuera sólo una visión. Nunca he participado en una batalla de ogros contra humanos y hubiera sido bastante interesante. Me alejé de la torre y volví para probar si experimentaba la visión una vez más, pero no tuve suerte, lo mismo que no tuve suerte el día que perdí un colgante que me permitía hablar con los gatos, así que empecé a buscarlo en el último poblado de Blode en el que me había aventurado cuando … […]
[…] y así es como pasé delante de cinco trolls disfrazado de cabra. Casi me descubren porque no aguantaba la risa… ¿Que siga con el relato de la torre? De acuerdo, aunque lo que iba a contar a continuación de los trolls era realmente divertido. La torre estaba plagada de trampas y falsos suelos capaces de matar a cualquier criatura en menos de 5 pasos… cualquier criatura que no sea un Hairyfingers, por supuesto… ¿Qué dices ahora, Orfan? ¿Qué mi manera de desactivar trampas quedó patentada cuando casi me muero al inhalar los hongos venenosos de la trampa de la mesa? Por Kirith Jolith Orfan! La activé queriendo! No puedo creer que a estas alturas no me conozcas. Vi los hongos y caí en la cuenta que nunca había aspirado hongos. Hay gente que lo hace usualmente, ¿sabes?, sólo quería saber por qué lo hacían. Haz el favor de dejar de interrumpir mi relato, ¿no ves que aburres a mi público? Al seguir en la torre nos encontramos con una sombra que tenía vida propia. Sí, tal y como lo oís. ¿Alguna vez os habéis preguntado qué se siente al tocar una sombra? Yo sí me lo preguntaba y, después de intentar agarrarla, no os lo aconsejo. Sientes un frío bastante desagradable por todo el cuerpo y luego te quedas tan agotado como si hubieras estado todo el día corriendo detrás de una liebre. Después de eso seguimos subiendo por la torre y encontramos un montón de paja. Al rebuscar en su interior salieron un montón de bichos revoloteando. En un principio creí que había removido un panal de abejas. Las abejas me caen bastante bien. Supongo que el que mi diminutivo signifique “abeja” hace mucho, pero me parecen unos insectos bastante graciosos. El problema es que no eran abejas. Eran unos bichos bastante feos que una vez te picaban notabas cómo te absorbían la vida, como bien pude experimentar al agarrárseme uno al brazo. Pero bueno, unos cuantos manotazos y otros cuantos espadazos, y los bichos fueron historia. La verdad es que entre los hongos, la sombra y los bichos voladores, me sentía eufórico por la cantidad de experiencias nuevas que estaba viviendo… pero mi cuerpo de kender empezaba a llegar a su límite. Eso es lo bueno que tiene Ventura. Vale que hay que verlo dos veces para creerte lo feo que es, pero por otra parte su gran cuerpo le permite experimentar más experiencias curiosas al día que un diminuto kender como yo.
Seguimos subiendo por la torre y nos encontramos un cadáver envuelto en una armadura espectacular. Nada más llegar pasó algo fabuloso: del cuerpo salió un espíritu que empezó a hablarnos. Nos dijo que antaño era un caballero dedicado a la seguridad de la torre, pero que ahora poco podía hacer. En el sótano unas sombras rompían la paz de la edificación. Nos pedía que acabáramos con ellas y, en agradecimiento, nos cedería la espada que había portado en vida. Sin pensarlo dos veces, corrimos al sótano a acabar con el problema. Nada más tocar el suelo del sótano, aparecieron las sombras para hacernos frente. Hasta entonces se ve que el grupo no cayó en la cuenta, pero al empezar el combate más de uno pensó “¿y cómo se le puede hacer daño a una sombra?”. Por lo pronto, el Hoopak de mi abuelo era de lo poco que parecía afectarles, así que tampoco había que ser muy listo para llegar a la conclusión de que sólo se les podía hacer daño con armas mágicas. Y ahí estaba el problema: salvo mi Hoopak, la vara de Orfan y un escudo mágico, nadie portaba armas mágicas. Así, mientras el valiente Beenavaunt Hairyfingers revoloteaba castigando a las sombras y salvaguardando la seguridad de sus nuevos amigos, Ventura (menos sutil y carente de toda elegancia, todo hay que decirlo) aplastaba literalmente a las sombras con el escudo mágico y Orfan lanzaba sus conjuros. Yorgos no podía dañarlas pero hacía de escudo humano; Piedra Oscura nos curaba; Ojo de Halcón, impotente, optó por subir corriendo toda la torre para pedirle al espectro que nos cediera su espada para poder acabar con las sombras. Fue bastante gracioso cuando Ojo de Halcón volvió a aparecer, escupiendo espuma por la boca debido a la rabia, esgrimiendo en alto la espada mágica, gritando “ES LA HORA DE VUESTRO SUFRIMIENTO!! MALDITAS SOMB…”, y su grito se ahogó en su garganta al ver que nosotros ya habíamos acabado con ellas y estábamos sentados en el suelo descansando, esperando su vuelta. Después subimos y el espectro volvió a la paz de su descanso. Y hablando de descanso, recuerdo una vez que no podía dormir porque habían visto cerca de mi aldea una agrupación de grifos y yo, hasta el momento, no había visto ninguno, así que decidí levantarme e ir a por un poco de alpiste cuando … […]
[…] y así fue como dejé de ser la mascota del gran dragón verde. Una experiencia increíble, os lo aseguro. ¿Qué? ¿Que cuándo voy a seguir con la historia del grupo? ¿Qué grupo? Ah! Ya! Cuando me presenté al grupo no pude creer cuánta suerte tenía. Era precisamente la gente que buscaba. El hombre del mostacho no era otro que Yorgos, el aspirante a Caballero de Solamnia que tenía que encontrar. Un bigote muy interesante, sí. Reconozco que me da envidia, porque los kender no tenemos pelo en la cara. Siempre he pensado que un buen bigote puede denotar cierta intelectualidad o uno bastante prominente incluso ferocidad. Tal vez con unos buenos bigotes nos tomarían más en serio a los kender, sí… ¿de qué estaba hablando? Ah! Sí, Yorgos. Nada más empezar a hablar con él todo mi sentimiento de buena fortuna desapareció, pues el otro que buscaba, Sir Heltar, había muerto en batalla. Me sentí bastante desdichado… tanto como cuando se murió mi mascota Gofyn… un topo muy bueno sí señor… ¿o era un ratón de campo? Es igual. El no haber llegado a tiempo para informar a Sir Heltar hacía que sintiera el fracaso en mi misión, pero al menos pude avisar a Yorgos que tenían que ir a Port Balifor y, si así lo quería, defender su ingreso en la orden de Caballeros de la Corona. Un 50% de éxito… no está mal. Mucho mejor que otras misiones en las que he participado, claro que esta es la primera en que cae la mayor parte de la responsabilidad sobre mí. No sé por qué si hay otras posibilidades, la responsabilidad acaba cayendo en otro. Cualquier mal pensado creería que si los caballeros me asignaron esta tarea es porque no tenían otra alternativa. Lo cual me recuerda una misión que realicé con otro grupo, sobre desmantelar las actividades de cierta asociación de bandidos cerca de Nightlund que … […]
[…] y así fue como al final el mago no me convirtió en jabalí. Una lástima, hubiera sido interesante poder correr a cuatro patas y ver mis colmillos sobresalir de mi boca… además de tener pelo por toda la cara, claro. ¿Os he comentado que me gustaría tener bigote? ¿Que qué pasó en Port Balifor? Ah! Antes de dirigirnos a Port Balifor, el grupo quería ir al templo que se encontraba más allá para resolver el problema de una maldición siniestra que amenazaba con asolar todo Krynn. Una cosa bárbara. Buscando por los alrededores, nos envolvió una bruma que a los demás le llegaba hasta las caderas… yo casi no podía ver. Sin previo aviso, decenas de zombies salieron de la tierra para acabar con nosotros. ¿Qué digo decenas? Cientos! Todos los del grupo demostraban su enorme pericia en combate, despedazando enemigos allá donde iban. Pero sin duda, mis florituras, volteretas y estocadas certeras fueron las que crearon más pavor en el campo enemigo. Uno tras otro caían sobre la implacable ira del virtuoso Beenevaunt Hairyfingers… ¿Qué dices Orfan?... ¿Que no llegué a darle a ninguno?... ¿Que el único zombie que cayó a mis pies sólo fingía hacerse el muerto (valga la redundancia) para que dejara de tirarle piedrecitas molestas? Desde luego, Orfan, cómo se nota que estabas demasiado ocupado pensando en tus conjuros que no apreciaste lo que realmente ocurría. En fin, ¿por dónde iba? Ah! Sí! El ejército zombie. Después de acabar con todos ellos nos dirigimos al templo, pero antes, nos paramos en una torre que se encontraba muy cerca del mismo. Nada más llegar vimos algo realmente asombroso: un ejército de ogros enfrentándose a otro de humanos al pie de la torre. Fue espectacular! Lástima que fuera sólo una visión. Nunca he participado en una batalla de ogros contra humanos y hubiera sido bastante interesante. Me alejé de la torre y volví para probar si experimentaba la visión una vez más, pero no tuve suerte, lo mismo que no tuve suerte el día que perdí un colgante que me permitía hablar con los gatos, así que empecé a buscarlo en el último poblado de Blode en el que me había aventurado cuando … […]
[…] y así es como pasé delante de cinco trolls disfrazado de cabra. Casi me descubren porque no aguantaba la risa… ¿Que siga con el relato de la torre? De acuerdo, aunque lo que iba a contar a continuación de los trolls era realmente divertido. La torre estaba plagada de trampas y falsos suelos capaces de matar a cualquier criatura en menos de 5 pasos… cualquier criatura que no sea un Hairyfingers, por supuesto… ¿Qué dices ahora, Orfan? ¿Qué mi manera de desactivar trampas quedó patentada cuando casi me muero al inhalar los hongos venenosos de la trampa de la mesa? Por Kirith Jolith Orfan! La activé queriendo! No puedo creer que a estas alturas no me conozcas. Vi los hongos y caí en la cuenta que nunca había aspirado hongos. Hay gente que lo hace usualmente, ¿sabes?, sólo quería saber por qué lo hacían. Haz el favor de dejar de interrumpir mi relato, ¿no ves que aburres a mi público? Al seguir en la torre nos encontramos con una sombra que tenía vida propia. Sí, tal y como lo oís. ¿Alguna vez os habéis preguntado qué se siente al tocar una sombra? Yo sí me lo preguntaba y, después de intentar agarrarla, no os lo aconsejo. Sientes un frío bastante desagradable por todo el cuerpo y luego te quedas tan agotado como si hubieras estado todo el día corriendo detrás de una liebre. Después de eso seguimos subiendo por la torre y encontramos un montón de paja. Al rebuscar en su interior salieron un montón de bichos revoloteando. En un principio creí que había removido un panal de abejas. Las abejas me caen bastante bien. Supongo que el que mi diminutivo signifique “abeja” hace mucho, pero me parecen unos insectos bastante graciosos. El problema es que no eran abejas. Eran unos bichos bastante feos que una vez te picaban notabas cómo te absorbían la vida, como bien pude experimentar al agarrárseme uno al brazo. Pero bueno, unos cuantos manotazos y otros cuantos espadazos, y los bichos fueron historia. La verdad es que entre los hongos, la sombra y los bichos voladores, me sentía eufórico por la cantidad de experiencias nuevas que estaba viviendo… pero mi cuerpo de kender empezaba a llegar a su límite. Eso es lo bueno que tiene Ventura. Vale que hay que verlo dos veces para creerte lo feo que es, pero por otra parte su gran cuerpo le permite experimentar más experiencias curiosas al día que un diminuto kender como yo.
Seguimos subiendo por la torre y nos encontramos un cadáver envuelto en una armadura espectacular. Nada más llegar pasó algo fabuloso: del cuerpo salió un espíritu que empezó a hablarnos. Nos dijo que antaño era un caballero dedicado a la seguridad de la torre, pero que ahora poco podía hacer. En el sótano unas sombras rompían la paz de la edificación. Nos pedía que acabáramos con ellas y, en agradecimiento, nos cedería la espada que había portado en vida. Sin pensarlo dos veces, corrimos al sótano a acabar con el problema. Nada más tocar el suelo del sótano, aparecieron las sombras para hacernos frente. Hasta entonces se ve que el grupo no cayó en la cuenta, pero al empezar el combate más de uno pensó “¿y cómo se le puede hacer daño a una sombra?”. Por lo pronto, el Hoopak de mi abuelo era de lo poco que parecía afectarles, así que tampoco había que ser muy listo para llegar a la conclusión de que sólo se les podía hacer daño con armas mágicas. Y ahí estaba el problema: salvo mi Hoopak, la vara de Orfan y un escudo mágico, nadie portaba armas mágicas. Así, mientras el valiente Beenavaunt Hairyfingers revoloteaba castigando a las sombras y salvaguardando la seguridad de sus nuevos amigos, Ventura (menos sutil y carente de toda elegancia, todo hay que decirlo) aplastaba literalmente a las sombras con el escudo mágico y Orfan lanzaba sus conjuros. Yorgos no podía dañarlas pero hacía de escudo humano; Piedra Oscura nos curaba; Ojo de Halcón, impotente, optó por subir corriendo toda la torre para pedirle al espectro que nos cediera su espada para poder acabar con las sombras. Fue bastante gracioso cuando Ojo de Halcón volvió a aparecer, escupiendo espuma por la boca debido a la rabia, esgrimiendo en alto la espada mágica, gritando “ES LA HORA DE VUESTRO SUFRIMIENTO!! MALDITAS SOMB…”, y su grito se ahogó en su garganta al ver que nosotros ya habíamos acabado con ellas y estábamos sentados en el suelo descansando, esperando su vuelta. Después subimos y el espectro volvió a la paz de su descanso. Y hablando de descanso, recuerdo una vez que no podía dormir porque habían visto cerca de mi aldea una agrupación de grifos y yo, hasta el momento, no había visto ninguno, así que decidí levantarme e ir a por un poco de alpiste cuando … […]
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