La brisa marina os golpea en la cara. Lleváis tanto tiempo
en el barco, que ya no os molesta su vaivén continuo. El que la fruta esté ya
un poco pasada, la carne seca y el pan duro no os mina la alegría. A fin de
cuentas, estáis a punto de alcanzar vuestro punto de destino: Freeport. Una
ciudad relativamente joven, pero llena de prosperidad. Ahí os esperan nuevos
conocimientos y riquezas… Un lugar perfecto para los aventureros jóvenes e
inexpertos que buscan las primeras baldosas con las que construir su propio
camino a la grandeza. Freeport os puede dar eso y más.
Pero claro, igual no todo es lo que parece.
Igual Freeport sólo os puede traer perdición y doblegar
vuestro espíritu.
Afortunadamente para vosotros, Freeport no es así.
¿Verdad?
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