Y pensar que no imaginábamos estar sentados a la mesa nada menos que del mismísimo Strahd...nada inmediato, por cierto. Nuestra jornada comenzó con una discusión en la que nuestro acalorado Maese Radek abogaba por entrar a sangre y fuego aprovechando la invitación a la cena. En verdad me prevenía mi Magister Geographicarum con respecto a las maravillas de Faerûn que irremediablemente acarreaban también barbarie.
Por suerte convenimos en explorar primero las marismas. Nada escapa en esta maldita tierra a la ponzoña. En nuestro bolsillo dimensional es capaz de penetrar el negro arcanismo sin duda impulsado por Strahd, y en las ojeras y ojos desencajados de Glaoburz reconozco un conjuro de gran poder. Algo que no nos detendría.
El paso por las marismas dista de ser placentero. Mystra, si el recinto sagrado está abandonado no es de extrañar con este camino. Unos seres reptilianos con un crudo control del terreno se nos interponen, dandonos más dolor de cabeza que problemas. Por cierto que a Radek parece venirle bien tener la suya bajo el agua fría por unos momentos, ya que parece calmar su ánimo considerablemente. Por el camino encontramos a un ser de ramajos y raíces que comandan una nube de insectos que desgarran nuestra piel y absorben nuestra sangre. El esfuerzo de mis compañeros junto a una explosión de fuego que bastaría para barrer a varios guerreos nos saca del atolladero, eso sí, algo hastiados de este condenado pantano.
No obstante, lo peor está por llegar y es en forma de un ser abominable junto a unas lampreas monstruosas, seres de otro tiempo que a buen seguro vivían vampirizando a grandes peces y criaturas del pantano harto olvidadas
El combate es cruento y todos tememos lo peor cuando una de las lampreas se engancha al pecho de Ravic. Ni siquiera un hipogrifo que llamo del plano celestial es capaz de acabar con la raíz del mal residente en este lugar. Sólo nuestro esfuerzo combinado, una vez más, consigue superar a todo aquello que se planta ante nosotros.
Que decir de esta cena? Sin duda un evento irrepetible. Acabaremos con Strahd, arrancaremos la raíz de todo mal. Entraremos a sangre y fuego, no dejaremos rastro de esta mancha. Pero reconozco lo civilizado de Strahd, y no por obvia y previsible su oferta es menos elegante. Unas palabras que saben tan bien como el vino, una presencia que desgraciadamente extinguiremos. Ante todo, mi respeto ante un demonio que sabe vivir de acuerdo a su rango. Y antes incluso de eso, quien nos ofrece la inmortalidad recibirá de nosotros la mortalidad y eterna. Ironías del destino...
Comentarios
Strahd, ese héroe caído en desgracia. Su pasado, reflejo de vuestro presente. Su presente, reflejo de vuestro futuro? Quién sabe...
Sería irónico que un gran estratega como él haya cometido un error de cálculo con vosotros... O puede que no...
... Siempre y cuando, no la caguemos de nuevo jajaja :S
Fantástica sesión y excelente crónica!! Con ganas de más!!! :)