Tras acabar con los ogros del barracón un rugido como nunca habíamos escuchado capta por completo nuestra atención, junto a las almenas dos enormes criaturas de tres ojos y escamas doradas se abalanzan sobre nosotros y tras ellas otros dos ogros con garfios intentan frenar nuestro avance, pero nuestros conjuros y armas acaban con la amenaza. El exterior de fuerte Rannick parece despejado, pero no podemos parar ahora, hay que liberar a los flechas negras del yugo de los invasores y nos dirigimos a la entrada principal de la fortaleza cuyas puertas están desencajadas y entreabiertas.
Haciendo uso de sus artes arcanas Glin nos informa de que en el interior del fuerte varios ogros continúan con el saqueo, nos dividimos en dos grupos para flanquear la habitación central de la primera planta y así tomar por sorpresa a los salvajes ogros.
Derribamos las puertas y comenzamos el ataque, Soros hace uso de su particular estilo de lucha mezclando magia y combate cuerpo a cuerpo, la táctica de Dorkas es sencilla matar y avanzar, Glin se queda en la retaguardia lanzando hechizos y Thorik lucha mediante golpes y oraciones en nombre de Moradin. Los ogros van cayendo uno a uno, pero el combate se alarga más de lo esperado y de las otras habitaciones empiezan a salir más ogros atraídos por el ruido del combate. Al final los rodeados son nuestros héroes y aunque los ogros van muriendo uno a uno, el caos del combate termina por hacer mella en los aventureros y un fatídico golpe del único ogro en pie parte en dos el cuerpo de Soros que tiñe con su sangre el suelo y las paredes de Fuerte Rannick.
Thorik actúa con rapidez, comienza a recitar una oración a Moradin junto al cuerpo de Soros, allí en el interior de la montaña el dios escucha a su discípulo y las heridas del guerrero comienzan a sanar milagrosamente y la vida vuelve poco a poco a Soros que tras escupir sangre y recoger su arma del suelo con cierta dificultad continúa como si nada hubiera ocurrido a pesar de la sangre fresca que brota de su cicatriz.
Recordamos que Jakartros, Kaven y Vale los tres últimos flechas negras, junto a Soros, siguen con nosotros, juntos aseguramos que la primera planta está libre de amenazas, pero el escenario es desolador, la enfermería parece un matadero, la cocina está inundada de sangre allí por donde pisamos y los cuerpos de los flechas negras adornan de forma macabra el resto del lugar.
La lucha se recrudece en la misma proporción que el cansancio va en aumento, Jakartros parece que
está perdiendo la cabeza con cada paso que damos. Llegamos al templo de Lathander que se encuentra en el interior de la fortaleza Rannick, en un trono de carne, huesos y sangre nos espera Jaagrath Kreeg el líder de la horda. Alzándose y entre risas nos desafía con su enorme garfio a que zanjemos allí el final de la invasión ogra.
Cargamos con todo lo que tenemos contra Kreeg, la energía, flechas y conjuros escasean pero golpeamos fuerte y duro, la ira y la barbarie que hemos visto a nuestro paso por Fuerte Rannick nos da la fuerza necesaria para ser implacables contra Jaagrath, sin nigún tipo de remordimiento ni piedad el líder ogro cae frente a los Buscadores del Sihedron.
Esperando poder encontrar al capitán Bayden en sus aposentos la realidad nos golpea y la habitación se encuentra vacía, no hay rastro del capitán de los Flechas Negras, solo unos extraños sonetos dedicados a Myriana nos descubren una faceta desconocida del capitán. Mientras seguimos investigando el paradero de Bayden unos aplausos resuenan en la habitación, una dulce voz nos felicita por haber llegado tan lejos, pero asegura que nuestro camino se termina justo allí, en Fuerte Rannick... Es Lucrecia la hermana de Xanesha, la causante del naufragio de El Paraíso y como es la responsable de la destrucción de Fuerte Rannick.
Mientras se acerca Lucrecia nos revela como consiguió que Kaven traicionara a sus hermanos facilitando la invasión de la tribu Kreeg a la fortaleza.
Kaven retrocede mientras Jakartros y Vale lo acorralan poco a poco, nuestros héroes están completamente centrados en Lucrecia, ha sido una completa sorpresa su aparición, pero no van a dejar que la Lamia se escape con vida de allí. Tras rodear a Lucrecia los buscadores del Sihedron la atacan sin piedad y sin darle oportunidad de reaccinar, acaban con ella en un abrir y cerrar de ojos.
Fuera en el patio la lluvia cae sin cesar, Kaven balbucea entre lloros palabras que no llegan a Jakartros, el flecha negra saca su espada y la cabeza de Kaven rueda por el suelo mientras su sangre se mezcla con la lluvia. Se ha hecho justicia.
Pero el destino no da ningún descanso a nuestros aventureros, justo en ese momento un fuerte estruendo suena en las montañas y un torrente de agua cae rio abajo dirección Caparazón Tortuga.
Comentarios
Genial la crónica y genial la imagen de Lucrecia. Muy muy buena.
Qué interesantes terminan siempre las partidas
Y
Y