Continuamos con nuestra investigación sobre la extraña plaga que se extiende por toda Korvosa, volvemos con Brisa para saber exactamente qué hizo antes de caer enferma; la niña todavía débil y asustada, nos confiesa que ha sido castigada por Tymora, por encontrarse una bolsa repleta de monedas de plata que gastó egoístamente en ella.
El barco hundido en la bahía de Korvosa sigue siendo un misterio, por lo que decidimos recuperar el cadáver del capitán y hablar con su espíritu. Bensa prepara el ritual, pero cuando realiza su primera pregunta, Bensa se da cuenta de que el marinero no puede responderle porque tiene la lengua cortada.
-"Sólo quiero saber una cosa, en caso afirmativo mueve la cabeza, ¿era el barco una mera distracción?"
El capitán asiente y su cuerpo vuelve a yacer inerte en la arena de la playa.
Vamos uniendo poco a poco las piezas del puzzle, el barco hundido era una distracción para ganar tiempo e introducir la enfermedad mediante monedas contaminadas, y para nuestra desgracia, nada se mueve más rápido que el dinero.
Las casas de los infectados son pintadas con cruces rojas en sus puertas, vemos carretas llenas de cuerpos siendo transportadas fuera de la ciudad, columnas de humo se elevan por toda Korvosa. Un nuevo cuerpo médico acude en ayuda de los ciudadanos, agentes de la Reina vestidos con capas aceitosas, bastones, maletines y cascos con forma de cabeza pájaro. Todos ellos bajo las órdenes de una única persona, el doctor Cage.
Cressida está desbordada y aunque con el paso de los días nos hemos convertido en sus mejores soldados, no sabe cómo hacer frente a la situación y simplemente nos envía a patrullar las calles.
Durante una de nuestras patrullas, una mujer de profundos ojos amarillos acude a nosotros en busca de ayuda, nos pide que la acompañemos a su casa.
-"Gracias por escucharme, no os asustéis, pertenezco a un largo linaje de hombres-rata que se asentaron en Korvosa hace muchos años. Somos ciudadanos de pleno derecho como cualquier otra raza, hemos convivido en paz, prosperado y padecido como todo buen korvosano, pero ahora nos buscan y cazan".
"La gente está muy asustada con la Plaga, algunos piensan que mi pueblo es el causante de la infección y bajan a las cloacas para exterminarnos. Un hombre-rata, Girrigz 'Garras Destripadoras' se ha cansado de estas agresiones y está reuniendo a un grupo de los míos para subir al exterior y comenzar una matanza contra todo aquel que viva en la superficie. Tenéis que detenerlo por el bien de Korvosa".
Es nuestro deber poner fin a esta revuelta subterránea, descendemos por las alcantarillas del puerto, lugar donde se esconde Girrigz y sus hombres.
Girrigz es el último en permanecer de pie, es un guerrero formidable, pero es doblegado mediante conjuros y plegarias.
No queda ningún fanático de pie, hemos sofocado la revuelta de los licántropos y mientras regresamos a la superficie felices por nuestra gran victoria, un extraño ser emerge del agua ponzoñosa de las cloacas, un monstruo cuya sola presencia nos hiela la sangre.
Un gigantesco insecto blanco, con cientos de patas y luces en sus antenas, nos ataca. Pronto olvidamos la efímera victoria cosechada ante los hombres-rata, nuestras vidas penden de un fino hilo, pero gastamos hasta la última gota de energía que nos queda para derrotar al monstruo.
Manchados de sangre, vísceras y suciedad regresamos a la ciudadela Bolchenek en una silenciosa marcha, solamente interrumpida por varias toses entrecortadas.
Comentarios
Y ese último párrafo, ufff, pone los pelos como escarpias.