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La suerte está echada

 Los gritos de Isani inundan toda la sala, su cuerpo inerte aparece fundido en el pecho del golem, el cual ataca sin piedad, primero a Variel, luego a Bensa; la magia es inútil, pero los golpes certeros de la bárbara destrozan en mil pedazos al constructo.

Tras la lucha, recorremos con cautela el castillo, la herrería, la armería, el comedor... Todo se encuentra vacío, no hay nadie... Un escalofrío nos recorre la espalda al entrar en un gran salón... La habitación entera está en llamas, de los techos cuelgan miembros mutilados, del suelo emergen lanzas con humanos empalados y espectros danzan al son del fuego. Una enorme figura avanza lentamente, es el falso Senescal, acompañado de tres demonios, vociferan en una lengua que desconocemos, pero llegados a este punto, sobran las palabras... La magia y el acero chocan contra la piel gruesa de las doncellas infernales, el orondo Senescal ataca con su magia negra, pero los héroes de Korvosa resisten estoicamente derrotando a los servidores de Ileosa.



Tras el gran salón, hayamos la habitación del senescal o mejor dicho, el estercolero del senescal, la habitación es un collage de excrementos, comida pútrida, fluidos de toda índole y olores repugnantes.

Continuamos recorriendo las habitaciones vacías del Gran Castillo de Korvosa y en una recóndita habitación, encontramos unos extraños huesos, gracias a la magia de Bensa y al espíritu de Zelara descubrimos que pertenecen a Venster Arabasti, hermano bastardo del rey y causante de todo este mal.



Ileosa engañó a Venster para que fuera él quien administrara el veneno al rey Eodred II, arrepentido por su pecado, nos revela los planes de Ileosa y su ubicación. La usurpadora busca la vida eterna y para ello ha de realizar un antiguo ritual, en la Reina Hundida.

Los espíritus de Venster y Zelara hablan, ambos por fin pueden descansar en paz, pero antes de despedirse, nos ofrecen un regalo... Las dos almas comienzan a danzar, brillar y terminan explotando llenando la habitación de un humo color azul... Tras disiparse el humo, en el suelo encontramos la baraja de Zelara, algo cambiada, sentimos que podemos volver a probar suerte, una última vez, podemos ser bendecidos o condenados, todo depende de la suerte. Nos acercamos a las cartas, Iru extiende su mano para coger la primera. Y es en ese preciso momento, cuando se desata el Kaos. 




Comentarios

Juanjo ha dicho que…
vamoooo ese KAOS!!!
Red Langosta ha dicho que…
Nunca olvidaré que, cuando preparaba la partida, pensé que casi nadie cogería carta alguna... Y menos mal que estaba capado el número de cartas porque todavía estaríais allí levantando cartas XD

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