Ir al contenido principal

Entradas

Una vieja amiga

Mystra, creo que terminaremos volviéndonos locos si no salimos pronto de aquí. Aún yace la fata enloquecida a nuestros pies cuando el cansancio hunde nuestros hombros, cosa anormal en la que sin duda tiene mucho que ver el ambiente opresor que nos rodea, y decidimos regalarnos una noche de relativa paz en Barovia. Ahora me pregunto cuanto tiempo pasará hasta que podamos disfrutar de un poco de paz. Ante nuestra desorientación en la búsqueda, decidimos acudir a posiblemente la única compañera fiel que hemos tenido en este maldito demiplano. Madame Eva. Y ni siquiera eso nos respetará Strahd y su condenada corrupción, Azuth le lleve.  En nuestra última charla con nuestra querida Madame Eva transluce parte de su nolstalgia anticipada, de sabiduría milenaria al borde del olvido por culpa de un bastardo cuya locura ha arrastrado ya demasiadas almas. A poco camino encontramos el tercer templo, y con él, la verdadera forma de Madame Eva: No acude sola a la batalla. E...

Naturaleza corrupta

Frente a lo que cabría esperar, encontramos a nuestros caballos aguardándonos en la linde del bosque, donde hace jornada y media los dejamos. Serán los únicos seres que respeta este maldito lugar. Mystra, que sitio tan rebosante de oscuridad y corrupción. Un vago recuerdo en las gentes de Barovia nos pone en la pista de una antigua Fata, aparentemente acantonada en los bosques del sur. Lo que me quedaba por ver, al poco de adentrarnos en el bosque nos damos de bruces con elfos licántropos! No concedo mucha importancia a estos individuos, y a pesar de que uno de los lupinos me derriba y tengo que aguantar su pestilente aliento en mi cara mientras sus dentelladas buscan mi garganta, confío plenamente en las hojas de los guerreros que estoy seguro acabarán con estas alimañas. Como de hecho ocurre, si bien mi sobrecapa de viaje y camisa sufren, dejándome una apariencia de errante en el bosque. Alguien pagará por esta indignidad. Encontramos el cubil de los licántropos, y no es es...

Ironías del Destino

Y pensar que no imaginábamos estar sentados a la mesa nada menos que del mismísimo Strahd...nada inmediato, por cierto. Nuestra jornada comenzó con una discusión en la que nuestro acalorado Maese Radek abogaba por entrar a sangre y fuego aprovechando la invitación a la cena. En verdad me prevenía mi Magister Geographicarum con respecto a las maravillas de Faerûn que irremediablemente acarreaban también barbarie. Por suerte convenimos en explorar primero las marismas. Nada escapa en esta maldita tierra a la ponzoña. En nuestro bolsillo dimensional es capaz de penetrar el negro arcanismo sin duda impulsado por Strahd, y en las ojeras y ojos desencajados de Glaoburz reconozco un conjuro de gran poder. Algo que no nos detendría.  El paso por las marismas dista de ser placentero. Mystra, si el recinto sagrado está abandonado no es de extrañar con este camino. Unos seres reptilianos con un crudo control del terreno se nos interponen, dandonos más dolor de cabeza que problemas. ...

El Tomo de Strahd

Todavía estamos digiriendo haber caído en la argucia de Strahd mientras la bruma de nuestro "compañero" Cornel Ionescu se va esfumando. Hemos de reconocer que no podemos bajar la guardia ni sucumbir a la admiración por nosotros mismos. Pues bien, nuestra jornada empezó con otra ocasión en la que nos enfrentamos a seres cuya depravación pasa los límites de nuestra imaginación. Tras la cortina de agua, encontramos un enano coleccionista de cuerpos...lo peor es la constatación de ese presentimiento que tenía la que ya se sabía viuda. Una guarida llena de horrores y de trampas. Por suerte la mente ya débil del enano no pudo zafarze de mi encantamiento y sólo pudo asistir entre risotadas histéricas a su propia muerte. Lo más importante, el Tomo de Strahd!!! Por fin en nuestras manos. Una historia impía y retorcida. Una realidad que haría mirar a otro lado al más aguerrido aventurero. Por suerte para Barovia se encuentran aquí los Héroes de Freeport. Por cierto que espero...

Un paso más hacia el Mal

Ah, Strahd, pronto encontrarás la muerte verdadera, y con ella los habitantes de Barovia encontrarán la tranquilidad. No se me quita de la cabeza esa procesión fúnebre en la que almas de aventureros encadenan una noche tras otra de frustración y tortura. En esta ocasión comenzamos nuestra jornada con un nuevo vistazo a la iglesia de Lathander, ahora pasto de la batalla que libramos. Mientras comento con Ravic los aceites que pueden aún aprovecharse del malogrado laboratorio de alquimia, Radek aparece con esa típica sonrisa y una cadena hecha de un mineral de otro mundo. Su fulgor revela magia antigua y poderosa. Que espectáculo, que artes arcanas están contenidas en ese trozo de metal esculpido hasta formar un arma mortal! Y bien sabe Strahd que será una de las víctimas más famosas del mismo.  Sabiendo ya que nuestro siguiente objetivo se halla en la falsa tumba de Sehm, nos ponemos en rumbo a ella. Tengo que admitir que mi recelo hacia Madame Eva se está tornando amistad...