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La llave del destino XI - Sombras y recuerdos (Final del primer libro)


Ha pasado otra noche desde entonces y tampoco puedo dormir. Intento evadirme con la guardia y así mantener la mente ocupada con otra cosa. Es extraño, ya que han sucedido una serie de cosas por las que debería estar realmente contento: Hemos derrotado ejércitos y monstruos fantásticos, hemos rescatado inocentes de un final atroz, hemos encontrado objetos maravillosos, hemos conocido criaturas bastante peculiares y me han hecho regalos increíbles. Me siento más rápido y ágil que nunca, pero aún así, me invade constantemente la sensación de que hay algo que no va bien.

Recuerdo al kender Caminachiflando en las proximidades del Monte de Malystryx, cuando nos dio una serie de objetos para rescatar a su gente. Acto seguido comenzamos a trepar esa montaña ennegrecida que siempre parecía que iba a estallar en cualquier momento. Subimos a una de las pequeñas chimeneas y nos adentramos en la oscuridad que nos dirigía hacia el corazón de la montaña. Siguiendo el camino, llegamos a una gruta bastante amplia, sumamente negra y de tacto blando. Antes que pudiéramos entender qué ocurría, una hormiga gigante apareció detrás nuestra y, hablando en común, nos dijo que su reina nos estaba esperando. Viendo a la criatura que teníamos justo delante, empezamos a percatarnos que toda la estructura que formaba la gruta era una marea continua de hormigas gigantes. Formaban el suelo, las paredes, los puentes… todo. Yo me lo estaba pasando en grande aunque los minotauros no se encontraban nada cómodos tocando el suelo bulboso.

Una vez encontrados con la reina del hormiguero, ésta sólo estaba interesada en conocer nuestras intenciones al pasar por su territorio. Kirk le contó la historia de los kender perdidos y la petición de las Sagas de acabar con el ogro titán. A las hormigas les daba igual la suerte del monstruo. Sabían que era un peligro, pero ni él se había inmiscuido en los asuntos de las hormigas, ni éstas en los del gigante. Aún así, decidieron mostrarnos el camino hacia la guarida del ogro, pues veían que la misión que seguíamos era noble. Nos llevaron por una gruta hasta llegar a una pared. Nos dijeron que pasando esa pared nos encontraríamos con el enemigo, pero que tuviéramos cuidado, pues cerca de la guarida del ogro titán, se encontraba el territorio de los dracs.

Preparados para el combate inminente, Kirk y Kiris derribaron la pared para adentrarse como una ola aniquiladora en la siguiente estancia. En el interior se encontraba una criatura dracónica de color rojo, con armadura y espada. En un combate de uno a uno hubiera sido un adversario temible, pues sabía cómo luchar y cómo aprovechar nuestros despistes para bañarnos con el fuego de sus entrañas. Pero el largo viaje ha hecho que solapemos nuestros modos de combate, de modo que Kirk levanta sus defensas para que yo lo golpee en sus zonas más vulnerables, para luego esquivar sus golpes con mis piruetas, creando la distracción necesaria para que un golpe aplastante de Kiris acabe con la lucha. Sólo mis instintos se dan cuenta que las convulsiones del cadáver no son normales, consiguiendo apartarme como acto reflejo de la explosión del drac caído, no siendo la misma suerte para los minotauros.

Una vez terminada la amenaza, nos percatamos que en el suelo había un pozo en donde se encontraban los kender desaparecidos, incluida la hermana pequeña de los Caminachiflando. Una vez rescatados, ya sólo nos quedaba acabar con el mal que habíamos venido a buscar. Esquivamos el sendero que llevaba al territorio de los dracs para ir directamente a la puerta que daba lugar a la guarida del ogro titán. Una vez abierta, el espectáculo que nos esperaba era de un grotesco sin límites: El suelo estaba formado en gran parte por un pozo repleto de sangre; Sobre éste una serie de pequeños pasillos a modo de puentes, formando un pentagrama sobre la superficie carmesí; Cada una de las cinco puntas era guardada por la cabeza de un dragón esculpida en piedra; Y por último, en el centro del pentagrama se erguía un enorme trono vacío. Aunque no veíamos a nadie, sabíamos que el enemigo estaba justo delante nuestra, para emboscarnos en cualquier momento. Por ello, Kirk apuntó con su espada Fragmento de Luz hacia el trono y rezó a los dioses para que nos permitieran ver el mal que se ocultaba ante nosotros. No dijo dos palabras el minotauro cuando una horda de cadáveres de kender surgió de la piscina sanguinolenta para abalanzarse sobre nosotros. Kiris se adelantó para recibir la oleada de monstruos mientras Kirk conseguía terminar el hechizo y revelar la posición del enemigo. En ese momento pudimos ver cómo aparecía ante nuestros ojos el ogro titán. Sentado en su trono, vimos la criatura que estábamos buscando, pero no de la forma en la que esperábamos encontrarla: Los ogros titán son famosos por su belleza y su poder; éste se encontraba deforme y hundido en su trono, portando un gran bastón terminado en una calavera cornuda.

Mientras las plegarias de Piedra Oscura y los barridos de Kiris mermaban el ejército de kenders malditos, Kirk y yo nos lanzamos sobre el ogro para acabar con él rápida y eficientemente. Ninguno de los dos pudimos prever la rápida reacción del ogro. Como un relámpago, detuvo en seco la carga salvaje de Kirk con un temible impacto de su bastón sobre la cabeza del minotauro. En principio, pensé que le había partido la cabeza, pero no llegó a golpearle en ningún hueso… ése no era el objetivo del ataque. Justo antes de golpear, la cabeza astada del bastón cobró vida, abriendo sus fauces para hundir sus dientes violentamente en el cuello de Kirk. Vimos impotentes cómo se convulsionaba nuestro amigo mientras no caía ni una sola gota de sangre de su cuerpo. Kiris, al ver cómo su hermano de raza perdía poco a poco la vida, se lanzó a acabar con el ogro maldito. Al ogro le bastó soltar el cuerpo inconsciente de Kirk y parar a Kiris en el aire, mordiéndolo con el bastón en las costillas, para seguir robando energía vital y luego estrellarlo contra el pozo de sangre. Esos segundos de distracción proporcionados por nuestro amigo, nos sirvieron a Piedra Oscura y a mí para socorrer al maltrecho Kirk. Alertados de la forma de actuar del ogro titán, fuimos más cautelosos a la hora de abordarlo. En pocos segundos nos movíamos de forma esquiva para atacarlo en donde más le doliera, ya que teníamos que golpearlo de la manera más efectiva para quitarle toda la energía que había robado a nuestros compañeros. Aún así, Kirk no estaba lo suficientemente repuesto y no conseguía romper lo suficiente sus defensas como para que yo llegara a hacerle más que unos pocos cortes. Pronto estábamos cansados y veíamos que era cuestión de tiempo que el gigante acabara con uno de nosotros. Cuando el ogro se erguía triunfante ante nosotros, un bulto empezó a emerger de la piscina sangrienta justo a sus espaldas. En principio caímos en la desesperación pensando en que venía un nuevo aliado del enemigo… pero pronto se perfilaron dos cuernos y las corrientes de sangre y restos de cadáveres empezaron a dar forma al cuerpo de Kiris. Con un mugido atronador, voló por los aires para, con un giro perfecto de su cuerpo, seccionar la cabeza del titán, que cayó sin vida al pozo, uniéndose su cadáver a todos los que ya había en él por su culpa, aumentando el nivel de sangre del depósito con la suya propia.

Sin dejarnos disfrutar un segundo de la victoria, una drac irrumpió como una exhalación, empuñando su látigo llameante y gritando “¡Lo habéis estropeado todo! ¡Estábamos a punto de recuperar parte del poder de Malystryx!”, pero en pocos segundos acabó corriendo la suerte de su anterior compañero, con la excepción de que esta vez nos apartamos para no recibir la explosión de su cadáver.

Ahora es cuando ocurre el incidente que ha generado todas mis incongruencias. Pasada la guarida del ogro titán, encontramos una gran puerta. Yo estaba excitado ante la nueva prueba de mis habilidades. Poco duré en oír el placentero chasquido de la cerradura al ceder y notar el olor del aire viciado de una habitación que llevaba cerrada numerosos años. Mis instintos crisparon mis nervios, había algo peligroso en esa habitación y advertí a mis compañeros que me dejaran buscar dónde se encontraba la trampa. Pero Kiris, al ver el objeto que descansaba solemnemente en el fondo de la habitación, como si lo hubiera estado llamando desde que comenzó su viaje, entró en la habitación sumido en un trance, olvidando todo peligro, alargando la mano hacia la lanza maravillosa. Mi intuición no falló, y una nube nos envolvió a todos. Sentí que mi cuerpo enfermaba, pero podía levantarme y seguir adelante. Kiris, empuñando sobre su cabeza el arma legendaria, parecía no haberse percatado del gas tóxico. Piedra Oscura no tardó en darle nombre a la lanza, “Dragonlance” musitó, diciendo que incluso ésta era especial dentro de las de su tipo. Con una sonrisa intenté tocar el arma, pero me di cuenta que ya no estaba de pie, sino tirado en el suelo. Vi la cara de pánico de mis compañeros al verme, y entre latigazos de dolor pude ver como mis manos iban adelgazando hasta que sólo la piel cubría los huesos… y entonces me envolvió la oscuridad.

Caí en un sueño reparador. Caminaba sin rumbo, sintiendo un calor reconfortante en mi interior. Seguí caminando y ese calor se transmitió a mis pies cuando me di cuenta que estaba andando sobre la arena ardiente de la Desolación. Lo que antes eran sombras confusas, ahora era el bosque de las Sagas. Y donde sólo había vacío, ahora podía ver claramente a mis tres compañeros. Los tres me abrazaron con una alegría como nunca había visto en ellos. Se ve que Piedra Oscura, una vez más, había hecho un trabajo excelente y había conseguido erradicar el veneno de mi cuerpo.

Es entonces cuando las cosas empiezan a parecerme raras. Me siento genial por una parte, pero se ve que el efecto fuerte del veneno ha trastocado mi percepción. Antes lo recordaba todo más… grande. Mi ropa, no sé por qué, me queda pequeña. Para solucionar el problema de mi vestimenta, Piedra Oscura me regala su sombrero de disfraz. Es de los mejores regalos que me han hecho en mi vida, ya que al ponérmelo puedo decidir el aspecto que quiero tener en todo momento. Por otro lado, Kirk me regala el Fragmento de Luz, ya que ahora él porta el enorme espadón de Kiris y pensaba que yo le daría mejor uso del que le daba él. Entre tanta alegría por la muestra de generosidad de mis compañeros, caer en la cuenta que el Monte de Malystryx estaba en erupción y que teníamos que llevar a todos los kender a un lugar seguro, opté por dejar mis dudas para más adelante.

Desde entonces no me encuentro tranquilo, y no será porque no hayamos estado entretenidos. Desde que Kiris porta la lanza los enemigos acuden a nosotros a todas horas y desde todas partes. Los primeros en aparecer fueron un grupo de expedición de Caballeros de Neraka. Al ver la lanza, dos salieron en huida para dar informe y los otros se quedaron para hacernos frente. No tardamos en derrotarlos y conseguir alcanzar a uno de los que huía, pero el otro estaba ya demasiado lejos como para dar con él.

A continuación, nos dieron caza un grupo de dracs procedentes del Monte de Malystryx. Sedientos de venganza por nuestros actos, volaron sobre nosotros para descargar su furia en forma de lenguas de fuego. Difícil fue sobrevivir ante tal arremetida, pero aún estaba por pasar lo peor pues, antes que se extinguieran las llamas, estábamos rodeados de ellos. Aunque pareciera una batalla perdida de antemano, pronto vimos cómo con facilidad fuimos acabando con cada uno de ellos. Desde que salimos del Monte de Malystryx, pareciera que fuésemos imparables: Kiris, desde que porta su nueva arma, es aún más temible de lo que fuera antes. Con un nuevo brillo en sus ojos, como si por fin su vida tuviera un rumbo fijo, arremete con la fuerza de la justicia sobre las criaturas malignas; Kirk barre a los enemigos con el gran espadón; Piedra Oscura sigue apoyándonos con sus conjuros; Por último, mis estocadas llegan con más facilidad a los puntos flacos de mis oponentes, veo cómo soy más rápido, y con cuanta facilidad paso por encima de ellos para rematarlos por la espalda. ¿Desde cuándo soy capaz de hacer esto? ¿Es el Fragmento de Luz quien me hace capaz de estos nuevos prodigios? Me repito que debo estar contento por ello, pero siento que algo se retuerce en mi interior al no poder encajar las piezas.

En poco tiempo, el desierto de la desolación parece una fiesta de pueblo, al contemplar una a una las explosiones de los cuerpos de los dracs.

Antes de encontrar un lugar donde poder descansar, el Caballero de Neraka que había huido, volvía con una tropa aún mayor. Nos superaban en tres a uno. Ellos cargaban con sus caballos, mientras nosotros cargábamos con la fuerza que daban la luz y el coraje a nuestras piernas. Mientras yo saltaba de un caballo a otro, tomando a mis oponentes por sorpresa, los minotauros derribaban a los jinetes de sus monturas con sus golpes demoledores. Al rato, un montón de cadáveres apilados descansaban en la arena, formando charcos de abundante sangre a su alrededor, recordando fugazmente al pozo que dejamos atrás en la guarida del ogro titán.

Poco después encontramos un lugar donde poder descansar un poco. Y aquí me encuentro velando por la seguridad de mis compañeros, intentando recomponer los trozos de mi vida que parecen carecer de sentido. Puedo aceptar que el veneno haya alterado mi perspectiva. Puedo aceptar que el Fragmento de Luz me haya hecho más fuerte y más rápido. Pero lo que tengo en mis manos echa por tierra toda especulación anterior y me sume en sombras de las que no puedo escapar. Un objeto que desde que desperté en el bosque de las Sagas no le he hecho mucho caso, aunque me ha acompañado en todos mis viajes. Lo hago girar y el zumbido que genero no suena como el que conseguía antaño. ¿Por qué el arma que he llevado conmigo desde siempre ahora me resulta extraña hasta el punto de no saber usarla como antes? Un arma que perteneció a mi abuelo. Un arma que heredó mi padre y yo de él. La pregunta no es por qué ahora no soy capaz de usarla como siempre, sino que, si soy un elfo, ¿por qué demonios el arma que hemos usado generación tras generación en mi familia es un hoopak, arma que solamente usan los kender?

El sudor recorre todo mi cuerpo y la cabeza parece que me va a estallar. Menos mal que ya ha terminado mi turno de guardia. Es hora de despertar a Kiris y, de paso, tal vez él sea capaz de arrojar un poco de luz a la maraña de tinieblas que envuelve mi cabeza…

Comentarios

Juan Brujah ha dicho que…
Pedazo de crónica, a er si nos vemos por aqui también, que el blog esta algo muertico.
Red Langosta ha dicho que…
Cierto, a ver si le damos un poco más de vida a esto, que pronto le van a salir jaramagos.

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