Que llega el fin de semana!
Queria compartir con vosotros un comic que llevaba tiempo con ganas de leer, por recomendacion de Martin Painter y Gabriel Crash: Maus.
No suelo leer muchos comics, pero este era recomendado, y el otro dia estaba en una tienda de libros mirando los libros en ingles y habia unos pocos de comics, incluyendo este. Asi que me anime, y tengo que decir que me alegro.
La idea del comic, que es en parte autobiografico, viene del autor, que va conociendo el holocausto a partir de su padre, judio superviviente de Austwich. Me ha parecido muy original la identificacion de etnias/nacionalidades con animales. El autor dibuja los judios como ratones, los alemanes como gatos, los polacos como cerdos o los yankis como perros. Tiene partes muy duras por supuesto, pero tambien otras mas relajadas para dar un respiro.
Quizas el punto mas flojo, que eso es mania de muchos yankis, es meter demasiada historia del autor mismo: pero no es tanto.
Si no lo habeis leido ya, os lo recomiendo, a mi me ha encantado.
Queria compartir con vosotros un comic que llevaba tiempo con ganas de leer, por recomendacion de Martin Painter y Gabriel Crash: Maus.
No suelo leer muchos comics, pero este era recomendado, y el otro dia estaba en una tienda de libros mirando los libros en ingles y habia unos pocos de comics, incluyendo este. Asi que me anime, y tengo que decir que me alegro.
La idea del comic, que es en parte autobiografico, viene del autor, que va conociendo el holocausto a partir de su padre, judio superviviente de Austwich. Me ha parecido muy original la identificacion de etnias/nacionalidades con animales. El autor dibuja los judios como ratones, los alemanes como gatos, los polacos como cerdos o los yankis como perros. Tiene partes muy duras por supuesto, pero tambien otras mas relajadas para dar un respiro.
Quizas el punto mas flojo, que eso es mania de muchos yankis, es meter demasiada historia del autor mismo: pero no es tanto.
Si no lo habeis leido ya, os lo recomiendo, a mi me ha encantado.
Comentarios
El padre del autor, Vladek, está lleno de claroscuros personales, y es tan humano que con todos sus defectos no dejó de hacerme llorar viendo cómo su vida marchaba a la deriva, con un hijo y una segunda esposa que no aguantan ya sus manías. El suicidio de su esposa es un nudo en la garganta que va más allá del horror nazi, cómo si una enfermedad la hubiera marcado para siempre con tristeza y recuerdos insalvables. El hermano de Art que no sobrevivió al holocausto está tan vivo que aprisiona a todos en aquello que perdieron, mientras el autor, quizá alguien como tú y como yo, comienza viviendo radicalmente separado de esa realidad latente que Vladek intenta escombrar.
En fin, que sí, es una obra de arte como un castillo.