Llegamos al laberinto rezumante de la Pereza, un lugar infectado por mosquitos, salas inundadas de agua contaminada, musgo y fango en las paredes, el zumbido intenso de los insectos no nos deja concentrarnos, el olor es intenso, tanto que las primeras arcadas comienzan a sonar entre nosotros. Es difícil moverse entre tanta suciedad por lo que el grupo recurre a sus hechizos, Soros y Sumak vuelan sobre la espesa agua pantanosa y el resto del grupo les seguimos gracias al ingenioso disco volador que Soros invoca.
En la primera sala que visitamos encontramos unos enormes tubos por los que parece rezuma lentamente toda la suciedad que llena el lugar. Descendemos frente a tres palancas, "Apertura de Puertas", "Portal" y "Limpieza ¡Precaución!" rezan en cada palanca. Empezamos a dialogar sobre si activar el mecanismo y ver que ocurre, sin percatarnos de que algo se acerca lentamente bajo el agua infecta. Solo Sumak reacciona con rapidez alzando la voz y entonando una canción de batalla frente a cuatro demonios Omox que surgen del agua pantanosa, estamos acorralados y la lucha se vuelve lenta y confusa, Sumak decide entonar un grito ensordecedor que hace huir a los cuatro demonios, pero estos seres además de mentirosos son tercos y vuelven una segunda vez para acabar con nosotros, Dorkas golpea con insistencia, mientras los demonios Omox intentan apresarnos para terminar con nuestras vidas, por segunda vez el bardo grita con una voz de ultratumba impropia de un mediano y los demonios se sumergen bajo el agua y desaparecen.
Pero los demonios no nos quieren dejar marchar, por tercera vez vuelven a atacarnos, pero ahora estamos mejor organizados y caen ante la lluvia mortal de espadas y flechas.
Tras el combate bajamos la palanca que indica "Portal" y vemos como cesa poco a poco el goteo del liquído viscoso. Parece que activar el mecanismo funciona y nos preparamos para bajar la palanca que pone "Limpieza ¡Precaución!" ... Una lluvia torrencial cae entonces sobre nosotros, algunos incluso nos resbalamos y caemos al suelo, parece que el agua a ayudado a limpiar un poco el lugar, pero también trae consigo a un enorme elemental de agua que se acerca poco a poco a donde estamos, Stolas prepara una de sus flechas y no solo falla por mucho su tiro, sino que cae al suelo. El resto del grupo medita un segundo lo sucedido mientras el elemental se acerca, el pequeño bardo habla en un idioma que no entendemos, nos indica que bajemos las armas y así hacemos todos, el elemental se detiene, da media vuelta y se pierde por uno de los pasillos.
Nos dirigimos hacía el final del laberinto, todavía el agua estancada inunda los pasillos y tenemos que seguir lentamente avanzando, cuando vemos una enorme puerta doble al final de la sala somos sorprendidos por dos seres que jamás habíamos visto antes, de tez negra y llenos de tentáculos, vuelan sobre nosotros, el grupo entero tiembla aterrado frente al enemigo, pero unidos ningún demonio puede vencernos y estos extraños seres llamados Qlippoth se unen a la lista de muertos que dejamos tras nuestros pasos.
Soros y Dorkas se acercan a la puerta mientras el resto nos reagrupamos, un extraño humo empieza a emanar tras la puerta y alcanza a los dos, una nube los atrapa y oculta, se escucha como la puerta se abre de un golpe, al instante la nube desaparece, Soros está de pie, su brazo extendido y su palma abierta parecen ser los responsables de que la nube se haya disipado. Mientras Dorkas se bate contra un demonio lleno de púas. Al fondo y dominándolo todo un trono de piedra se eleva sobre nuestras cabezas, sentado en él un mago obeso nos observa, de su pecho abierto emanan pequeños tentáculos negros, su nombre es Jordimandus y hemos venido a matarlo.
Dorkas acaba rápidamente con el demonio lleno de púas, Soros regresa velozmente a por Thorik y Sumak, mientras Stolas lanza su mortal lluvia contra Jordimandus, el mago intentan contraatacar lanzando un conjuero que Sumak disipa su magia, otra lluvia feroz de flechas y el mago cae de su trono.
Ahora podemos inspeccionar más tranquilamente el lugar, cuatro enormes esferas viscosas guardan cada esquina de la sala, en el trono encontramos un pergamino que indica los elementos necesarios para crear cada tipo de arma rúnica. Ya tenemos lo que habíamos venido a buscar, así que regresamos al interior de la Forja Rúnica y descansamos para nuestra próxima incursión en La bóveda de la avaricia.
Avanzamos por las salas de la avaricia cuyas paredes están llenas de runas doradas y plateadas, al final del pasillo una puerta con diversas gemas incrustadas en ella nos bloquea el paso, intentamos abrirla y justo en ese momento un extraño sonido suena tras la puerta y está nos aplasta sin poder evitarlo.
Parece que todos estamos bien tras el golpe, inspeccionamos más tranquilamente la puerta y en la pared encontramos una entrada secreta que nos lleva al interior de la bóveda. Avanzamos y frente a nosotros encontramos una nube verdosa con polvo dorado en su interior, los hechiceros deciden que es mejor no correr riesgos y usan su magia para debilitar la nube temporalmente y poder pasar sin ningún problema. Hemos llegado a la bóveda de la avaricia.
Nos reciben cuatro pequeños diablillos que juegan en un estanque de agua cristalina, no parece que nuestra presencia sea una amenaza para ellos, hablamos con los pequeños demonios y entre todas las cosas que nos cuentan, una advertencia, cuidado con el hombre de plata.
Soros y Dorkas se acercan a la puerta mientras el resto nos reagrupamos, un extraño humo empieza a emanar tras la puerta y alcanza a los dos, una nube los atrapa y oculta, se escucha como la puerta se abre de un golpe, al instante la nube desaparece, Soros está de pie, su brazo extendido y su palma abierta parecen ser los responsables de que la nube se haya disipado. Mientras Dorkas se bate contra un demonio lleno de púas. Al fondo y dominándolo todo un trono de piedra se eleva sobre nuestras cabezas, sentado en él un mago obeso nos observa, de su pecho abierto emanan pequeños tentáculos negros, su nombre es Jordimandus y hemos venido a matarlo.
Dorkas acaba rápidamente con el demonio lleno de púas, Soros regresa velozmente a por Thorik y Sumak, mientras Stolas lanza su mortal lluvia contra Jordimandus, el mago intentan contraatacar lanzando un conjuero que Sumak disipa su magia, otra lluvia feroz de flechas y el mago cae de su trono.
Ahora podemos inspeccionar más tranquilamente el lugar, cuatro enormes esferas viscosas guardan cada esquina de la sala, en el trono encontramos un pergamino que indica los elementos necesarios para crear cada tipo de arma rúnica. Ya tenemos lo que habíamos venido a buscar, así que regresamos al interior de la Forja Rúnica y descansamos para nuestra próxima incursión en La bóveda de la avaricia.
Avanzamos por las salas de la avaricia cuyas paredes están llenas de runas doradas y plateadas, al final del pasillo una puerta con diversas gemas incrustadas en ella nos bloquea el paso, intentamos abrirla y justo en ese momento un extraño sonido suena tras la puerta y está nos aplasta sin poder evitarlo.
Parece que todos estamos bien tras el golpe, inspeccionamos más tranquilamente la puerta y en la pared encontramos una entrada secreta que nos lleva al interior de la bóveda. Avanzamos y frente a nosotros encontramos una nube verdosa con polvo dorado en su interior, los hechiceros deciden que es mejor no correr riesgos y usan su magia para debilitar la nube temporalmente y poder pasar sin ningún problema. Hemos llegado a la bóveda de la avaricia.
Nos reciben cuatro pequeños diablillos que juegan en un estanque de agua cristalina, no parece que nuestra presencia sea una amenaza para ellos, hablamos con los pequeños demonios y entre todas las cosas que nos cuentan, una advertencia, cuidado con el hombre de plata.
Comentarios
Y, como dirían en el señor de los lerus, habrá que llegarse a por el hombre de plata pa pa pa pa
Ansioso por desvelar que nos depara el futuro! :S :)