Inocente, sorprendida y llena de gratitud: esa es la sonrisa de Maese Radek después de que por fin encontremos la cura a su extraña enfermedad. No ha sido una búsqueda fácil, por cierto.
Dispuestos a todo, irrumpimos en el sótano de lo que otrora fue una orgullosa torre de una reputada maga. Lo primero que encontramos es a un par de druidas licántropo esperándonos para plantarnos cara. Lo que no esperaban es el conjuro de Ravic, que las saca momentáneamente del combate. Ése es justo el instante que necesito para atraer los Tentáculos negros usando el nuevo código arcano que desvelé justo ayer. Con eso damos la llave a los combatientes para que acaben con el par de glotones enloquecidos. Mystra, que animal tan desagradable...por cierto que ese extraño pentagrama nos muestra la primera imagen de nuestra "compañera".
Con el combate en el bolsillo, nos disponemos a seguir nuestro camino por los infiernos. Tengo que admitir que tras esa puerta de metal caliente esperaba encontrar algún demonio de los Siete Abismos, por cierto tanto por obtener otro trofeo personal como por curiosidad arcana. Lo que encontramos viene de otro plano, pero tiene bastante más fuerza bruta. Nada menos que tres elementales de fuego aparecen ante nosotros.
Elementales que demuestran ser unos oponentes formidables, sin duda el de mayor tamaño pone a prueba nuestras habilidades de batalla. Tengo que admitir que Lagherta y Glaozburz son luchadores excepcionales. Nos queda dar el último paso. Llevándome una mano a los ojos para cerrarlos y con la otra apuntando a la extraña puerta, describo una vista rápida de la que sabremos es la habitación de contención a mis compañeros.
Ante la perspectiva de encontrarnos con un riesgo aún mayor, hacemos una retirada para aprovisionarnos. Lo que nos ocurre a continuación quedará en nuestras memorias. En efecto, la maga que habitó esta torre confinó a lo que confirmamos es un Rakasha. Y nada menos que habiendo originado la enfermedad que atenaza a la región y lo que es peor, a Radek.
No nos queda otra avenida que recorrer que la de poner en la balanza la promesa de la cura de la enfermedad a cambio de liberar al Rakasha junto a exterminar tan insidiosa y cruel criatura. Nos lleva no pocas horas de discusión y preparación llegar a una decisión. Por supuesto primamos ante todo la vida de Maese Radek. Al Rakasha he de aplaudirle la astucia de solicitar el juramento de Glaoburz, que por cierto descubrió en primera instancia la tan corrupta y maligna esencia de esta criatura.
Decisiones difíciles es lo que estamos encontrando desde aquella tormenta en el faro de Freeport. Retomamos nuestro viaje con la certeza de que todavía más decisiones y más difíciles aún vamos a encontrar en la Ciudad Perdida...
Comentarios
El camino del héroe no es fácil. No se puede limitar a golpear, curarse y repetir. Debe tomar decisiones. Debe implicarse... Y, a veces, realizar acciones dolorosas con la esperanza de que puedan traer el mayor de los bienes. Pero, eso consiste en hacer lo correcto? Esa es una pregunta con muy difícil respuesta...
Muy buena crónica.
Brutal la partida, escenas dungeoneras al más puro estilo D&D y grandes premios y tesoros, ¡pero a que precio! :(
¡Aunque quien soy para quejarme! Yuju! Ya no me muerorrr!! XD