Hace poco se cumplió el tercer centenario desde que las tropas de Zhay arrebataron este territorio a la tribu de los shoanti. Los zhayinos estaban interesados en apoderarse de esta zona por su potencial comercial, sin embargo, los shoanti, tribu bárbara que basa su existencia en tradiciones antiguas, así como su respeto a la naturaleza, defendieron con uñas y dientes este territorio, dando lugar a una guerra dura, larga y sangrienta. Poco a poco los zhayinos fueron conquistando terreno, ampliando su territorio, hasta que acabaron arrinconando a los shoanti en la Gran Mastaba, una pirámide truncada colosal, de piedra negra, perteneciente a épocas pasadas de civilizaciones poderosas ya olvidadas.
Cuando los shoanti fueron expulsados de la Gran Mastaba, las batallas siguieron, pero cada vez con menos intensidad, y cada vez más espaciadas en el tiempo, hasta que el poder zhayino en la zona se volvió firme, construyendo sobre la Gran Mastaba lo que hoy se conoce como Castillo Korvosa. Y, aunque a día de hoy la guerra ha terminado, los viejos odios y la desconfianza entre ambos pueblos siguen vivos.
Con el paso del tiempo, Korvosa ha ido creciendo más y obteniendo más poder. Su crecimiento llegó al punto que pudieron independizarse del reino de Zhay, con el que siguen teniendo buena relación (ejemplo de ello es el gran templo de Asmodeo en la ciudad), pero erradicando sus prácticas esclavistas.
Korvosa se ha convertido en un referente comercial en todo Faerun, y también en un referente de magia, pues en la ciudad se encuentra la Acadamae, una de las escuelas de magia más prestigiosas de Faerun, centrada en formar magos especialistas, siendo la escuela de conjuración la más importante de todas. De hecho, uno de los exámenes para conseguir el título consiste en convocar un diablillo, que luego los estudiantes se deben quedar, bien para acabarlo adoptando como familiar o como mascota... Pero al final la mayoría de dichas criaturas se acaban escapando, campando por la ciudad.
La superpoblación de diablillos en Korvosa se convirtió en todo un problema, así que, para controlarla, se empezaron a criar y a situar nidos por toda la ciudad, de dracos domésticos para que les dieran caza. Para hacernos una idea, un draco doméstico es a un pseudodragón lo que un perro a un lobo. Sin embargo, lo que pretendía ser una solución, al final ha acabado siendo un problema, ya que, al menos, un par de veces al mes, se producen batallas campales entre dracos y diablillos en los cielos de Korvosa, generando daños en el mobiliario urbano de la ciudad.
Y si los diablillos y dracos domésticos campan por los cielos de Korvosa, otras criaturas son las que pululan por los túneles subterráneos. Es el caso de los otyughs. Conociendo el deleite que sienten estas criaturas por la basura y los desperdicios, un monarca anterior de Korvosa pensó en que se podría tener una relación simbiótica con estas criaturas. Buscó y trajo a Korvosa un número considerable de estas criaturas y situó sus nidos en las cloacas de la ciudad. De ese modo los otyughs disfrutan de un festín continuo, y las cloacas de la ciudad se mantienen limpias. Y aunque este movimiento, en general, ha sido beneficioso para la ciudad, eso no quita que de vez en cuando algunos otyughs salgan a la superficie, con los problemas que ello conlleva.
Respecto a seguridad, Korvosa es una ciudad medianamente segura. Para mantener el orden hay tres grupos bien diferenciados en la ciudad. Por un lado está la Guardia de la Ciudad, siendo su principal cometido defender a los ciudadanos de Korvosa, incluso por encima del regente de la misma; por otra parte está la Compañía Sable, jinetes de hipogrifos encargados de detener ataques aéreos y marítimos sobre la ciudad; por último, los caballeros infernales de la Orden del Clavo, pertenecientes a la Ciudadela Vraid, del reino vecino de Únzher. Estos caballeros no pertenecen propiamente a la ciudad, sino que vienen como unidades de apoyo cuando la guardia se ha visto desbordada... Por lo que la presencia de estos fanáticos radicales del orden genera desconfianza en la gente del pueblo.
Por último, el rey de la ciudad, Eodred II, de la familia Arabasti, es un rey odiado y querido por partes iguales. Odiado por despilfarrar dinero en fiestas y lujos para sí mismo, y por ser un mujeriego, atraído por las mujeres especialmente "jóvenes". Sin embargo, también ha sido querido por haberse preocupado por sus súbditos, así como los ciudadanos de territorios vecinos, siendo considerado un rey justo. De hecho, su fama de mujeriego empieza a ser cosa del pasado. Desde que encontró a la que es la actual reina de Korvosa, una mujer sobrecogedoramente bella a la que triplica la edad, el monarca no ha querido estar con otra mujer.
Esta es Korvosa. Esta es vuestra ciudad. Una ciudad prometedora con un futuro brillante...
... O al menos eso piensa todo el mundo. Sin embargo, casi nadie lo sabe, pero algo ha cambiado. Algo ha cambiado a mal. Y lo mismo que el aleteo de una simple estirge puede acabar provocando vientos de tormenta huracanados, este pequeño cambio puede ser la antesala al caos absoluto.
Los ciudadanos de Korvosa no lo saben, pero pronto tendrán que aferrarse desesperadamente al lema de su ciudad:
Fidelidad y fuerza.
Comentarios
¿¿Por qué será que estos bárbaros muertos de hambre nos echan de aquí con tanta furia??
Gracias por la apreciación ;)
Ya empezamos nuestra siguiente aventura con la sangre de Strath todavía fresca en el hacha de Lagertha, 😉