Tras numerosos días cruzando en barco el Mar de la Luna, Arella, por fin, puso sus pies en tierra firme. Notó como una brisa helada azotó su cuerpo, agitando sus ropas de color naranja, amarillo y rojo, propios de su cultura, mientras sus largos pendientes, cascabeles y lentejuelas, chocaban dando a su presencia una musicalidad tranquilizadora. La ciudad a la que había llegado era muy parecida a su ciudad natal, pero, al mismo tiempo, opuesta. Ambas eran ciudades portuarias centradas en el comercio. Su ciudad era cálida y en ella brillaba el sol, mientras que esta era fría y el cielo estaba oculto por el humo. Aspiró profundamente intentando captar los olores a especias, frutas, carnes y pescados de su ciudad natal, pero todos esos olores estaban enmascarados por el olor a ceniza y carbón. Cerró los ojos centrándose en sus oídos y el familiar sonido de los mercaderes pregonando sus productos, los regateos y peleas, venía acompañado de algo nuevo, del eco rítmico de los martillos contra...
Frikadas & crónicas del entorno rolero, fetenero y phoskitero cordobés