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Crónicas de la Hoja Roja III

En el capítulo anterior: Tras las últimas experiencias vividas y tras llegar a Wheloon siguiendo el mapa que habíamos obtenido, decidimos tomarnos un par de días de descanso para poder prepararnos y aprovisionarnos para continuar nuestra búsqueda.

"-Hum... no puede ser, no puede ser"- Tampoco es que su cara fuese más explicativa que las pocas palabras que dejaba escapar en graves murmullos, pero se veía que a nuestro compa
ñero Lantas estar todo el día encerrado en la posada enfrascado en sus asuntos no le había sentado muy bien.

Era el primer día tras nuestra llegada a Wheloon, punto de partida de lo que debía ser nuestra nueva aventura. Convenimos así en tener tiempo libre cada uno para sus propios menesteres, y mientras yo me dirigía a las afueras a disfrutar de la naturaleza no invadida aún por los humanos, mis compa
ñeros se dedicaban a lo que más les convenía. Detesto la vida urbana y el bullicio que representan sus mercados, las calles atestadas de suciedad, las posadas e incluso las iglesias enclavadas en cada rincón de la ciudad. Solamente debíamos reunirnos de noche en la posada nuevamente para pasar la noche.

Era curioso observar como los hermanos Stonar, tan seguros de sí mismos en la batalla, que no se tomaban nunca a la ligera y menos aún con prisas el estar ante un riesgo de muerte, este paro forzoso los convertía en seres irritables por la tardanza en encontrar nuevos retos que afrontar. "-Al fin y al cabo, puede que no sea la única que deteste esta vida antinatural-", pensé.

Al segundo día sin embargo, la situación cambió. Lantas parecía más satisfecho que cuando llegamos (en algo le ayudaría Mara, pues fue objeto de las atenciones del mago al reencontrarnos, cosa rara con lo taciturno que se mostraba), y el enano Zabrath vestía una nueva armadura que le sentaba como anillo al dedo. Todos parecíamos dispuestos a reemprender viaje, pero Bram estaba como loco por salir de allí. Tanto que nos obligó casi a salir de la posada sin haber conseguido empaquetar lo poco que nos quedaba para la marcha. Era ya tarde para una partida, pero decidió que mejor sería acampar en llano abierto que permanecer allí ni un segundo más. Me sonreí para mis adentros, pues ésa era también mi intención y daba gracias al ímpetu de nuestro guerrero, pero sin decir nada.

Me sentía feliz nuevamente y disfrutaba del contacto renovado con la naturaleza Por una vez su ansia de lucha me había servido para volver a estar en compa
ñía de la madre tierra, aunque tampoco le agradecí nada.

Siguiendo la ruta marcada por nuestro mapa, y tras haber dejado el camino principal que partía de Wheloon, nos establecimos en una bifurcación al amparo de unos cuantos arbustos. Decidimos los turnos de guardia y por fin descansamos con un techo de estrellas sobre nuestras cabezas.

Al despertar había nuevas, traídas por Mara, que siguiendo su natural instinto curioso había estado "investigando" no muy lejos de donde nos econtrábamos, encontrando un nuevo reto para nosotros. Una pareja de comerciantes, Norris y Koobert, un tanto peculiares, necesitaban ayuda para poder recuperar su almacén secreto, que daba la casualidad era nuestra primera parada según la ruta del mapa. Éstos, en su búsqueda de un lugar seguro donde guardar sus mercancías, habían dado con la Tumba de Chovis y les pareció un buen lugar al estar deshabitado. Pero no se habían imaginado que la podían perder tan fácilmente.

De nuevo entraron en escena los hermanos guerreros, que tras acordar con los pobres mercaderes una recompensa decidieron intervenir. A nuestro clérigo Lander se le veía un poco más animado, quizá por la oportunidad de explorar una tumba muy antigua y casi desconocida, pero Lantas y Mara se empe
ñaron en retrasar aún más el inicio de nuestra búsqueda, ideando alguna táctica sorpresa con la que aventurarse en la oscuridad de la gruta, lo cual exasperaba a los hermanos Stonar.

Finalmente, Mara se introdujo en la tumba con el encargo de explorar y después informar al resto de qué había visto, pero había sido demasiada confiada y lo que quisiera que habitase allí sabía de nuestra llegada. Ahora sí que ya nada podía detener a los Stonar, que iniciaron la marcha sin esperar al resto e invadimos aquellas tinieblas dejando fuera a los comerciantes esperando nuestros resultados.

Pero los sorprendidos fuimos nosotros esta vez. La entrada de la tumba hacía de embudo hasta llegar a un maltrecho puente de madera sobre un foso. Al otro lado del puente, y de donde nos situábamos nosotros, había una pared en la que acertamos a dislumbrar algunos huecos diseminados por su superficie, aunque no sabíamos todavía su utilidad ni el porqué estaban así. No tardaríamos en averiguarlo. O mejor dicho, Lantas no tardó en saber que lo que escupían aquellos agujeros, cuando varias flechas salieron disparadas desde allí y fueron a terminar con las ganas de aventuras de nuestro mago.

Ví que Mara se encargaba de ponerlo a salvo y los guerreros resoplaban intentando cruzar aquel puente intentando mantenerse en equilibrio. Las flechas llovían sobre nosotros siendo un blanco perfecto nuestros cuerpos en esa ratonera. Intenté ocultarnos creando unas tinieblas que nos envolvieron, dejándonos a ciegas, pero al menos esperaba que a nuestros atacantes también. No debió de resultar así, pues oí nuevamente a Lantas gritar de dolor, tras lo cual resolví disolver aquella treta y enfrentarnos con clara luz a lo que se nos venía encima. No se veía a Lantas por ningún lado, pero al otro extremo del puente veía como una cuerda se desenrollaba sola y se soltaba hacia el interior del foso. Suponiendo que Mara volvería a rescatar al mago de las garras de la muerte, seguí hacia delante por el puente.

Bram se quedó trastabillado, pero su hermano avanzó decidido hacia el interior, dejando a su "peque
ño" con algo más que su orgullo herido. Invoqué en ese momento a una pequeña ayuda para que al menos Zabrath no estuviese solo, y Lander, con gran ingenio, resolvió reparar el puente con algún encantamiento, lo que fue de gran ayuda ahora para Bram. Al fin pudimos salvar aquel primer obstáculo y llegamos a unos largos corredores que se aventuraban en el interior de la caverna. Dimos cuenta de los primeros de nuestros enemigos, criaturas humanoides e imperfectas que se servían de la ayuda de algún chamán con encantamientos suficientes para distraernos un buen rato.

Cumplida la misión, nuestras quejas sobre lo arriesgado que había resultado todo aquello debieron impresionar a la pareja del gnomo y el humano mercaderes, pues cambiaron nuestro primer acuerdo elevando la recompensa e incluso nos regalaron algunas botellas de buen vino.

Seguimos viaje nuevamente, con el mapa como único guía, y aquella noche acampamos para alegría y gozo de los guerreros, que festejaron sus haza
ñas de la mañana descorchando alguna que otra botella. Me sentía feliz conmigo misma por estar al abrigo de la madre tierra y desprecio el uso elitista que se hace de los frutos que ella nos ofrece, por lo que decliné unirme a la "fiesta" y descansé como mejor pude. Me reconfortaba solamente con poder sentir la hierba fresca debajo de mí y el ancho cielo sobre mi cabeza. Aunque el maldito enano no paraba de beber y de reir acompañando a su hermano toda la noche, pero mal que le iba a venir...

Al día siguiente habíamos de aventurarnos en un pantano (de los primeros que íbamos a tener que transitar por aquellas tierras) siguiendo nuestro mapa, lo cual no suponía problema para mí, pero a Zabrath se le veía más perjudicado aquella ma
ñana que otras veces, lo cual le hacía ser blanco de las bromas de su bravucón hermano.

Todo cambió en un momento, cuando llegamos a un peque
ño claro en cuyo centro se levantaba un poste de varios metros de altitud con el dudoso gusto de estar adornado hasta su cima con caravelas. No nos había dado tiempo de examinar las condiciones que ofrecía aquel nuevo enigma cuando vimos que habíamos caído en otra emboscada. De todas partes y rodeándonos aparecieron figuras reptilianas, en grupos de a 4 sobre algunos arbustos y más numerosos de unos pequeños charcos de la zona. Impresionaban sobre todo los últimos que se dieron a conocer, más del doble de altos que Bram y todos ellos armados. Ni siquiera yo podía averiguar de dónde vendrían aquellas figuras del bosque que ahora nos amenazaban.

- "¡Y ya van dos!"- Clamaron al unísono los Stonar. Lo mismo debió pensar nuestro pobre mago, pero no dos sino tres, pues esta vez volvió a caer inconsciente tras un fugaz ataque del más grande de nuestros adversarios. Empezaba a pintar muy mal toda aquella situación, aunque pude observar al caer Lantas que aquellos reptilianos no querían acabar con nuestra vida, sino sólo capturarnos, pero seguíamos sin saber sus intenciones. Tal vez ahora el mayor de los Stonar maldijese su ocurrencia de anoche cuando se sobrepasó con su vino, aunque no es que Bram ayudara mucho, pues sólo recibía golpes. Esto desde luego no significó nada, pues ya estábamos enfrascados en la lucha, de la que algunos salieron peor parados que otros, pero sobre todo ellos, de los cuales pudimos retener a uno para su interrogatorio.

Nuestro prisionero nos llevó ante su jefe, llamado Kesessek Capitán de la tribu del Diente Afilado, quien nada más vernos llegar se postró ante nosotros y procedió a relatarnos su triste historia. En realidad, nos habían tomado por seres de "los que caminan en sue
ños" y buscaban liberarnos tras habernos capturado. Claro que cuando se dieron cuenta de su error ya era demasiado tarde.
Kesessek nos cuenta también que estos seres, quienes tienen que ser también los que nos encontramos en la Tumba de Chovis, como asegura Lander, se llevaron al antiguo jefe de la tribu y a su esposa Asala, por lo cual implora nuestra ayuda y cooperará en lo que pueda con nosotros para rescatarlos.

Impresionados y extrañados a partes iguales tras oir su relato, intercambiamos miradas entre nosotros decidiendo qué hacer a continuación, pero justo en ese momento, oímos una explosión sin saber de dónde procedía y que nos hace tambalearnos y una nube de oscuridad se abalanza sobre nosotros...

Comentarios

Kosuke ha dicho que…
Ea gente, aquí os dejo mi primera aportación a las crónicas, espero que sea de vuestro agrado.

A Alberto, le he dado un enfoque a lo mejor muy "naturalista" a la druida? Ya me dirás qué te parece, que con lo que sea lo cambio.

Escribiría ahora la crónica de la partida de Juan, pero tengo que decir que aquella vez no tomé nota alguna, no me sé los nombres y cuando intento recordar algo lo acabo mezclando con la de Juanjo, con lo que me puede salir un mierdón muy grande. Necesito ayuda!!!!


PS: Ah, que lo paséis bien en Nochevieja y disfrutéis mucho!!
Juanjo ha dicho que…
Coño Dani que guapería,

La verdad es que flipo con las crónicas, porque no sólo es "lo que pasó", sino que le das el enfoque del PJ.

Lo pasé de puta madre, aunque todavía tengo que pulir mi dirección del juego. Con lo del "levitar" de Juan, puse un mensaje en foro de nación rolera. La respuesta fue que no debió haber caído, ya que conjuros como "volar" implican concentracion por parte del lanzador. No obstante, "levitar" se puede lanzar a objetos, y a una persona para moverse tiene que hacer esfuerzo extra, por lo que se debería haber quedado levitando donde estaba. El resultado hubiese sido el mismo, porque estaba Ahixa en el recuadro de al lado y le hubiese dado las pociones igual.

Pero bueno, estos son detalles técnicos...

Espero que esteis preparador para estrenar vuestros PJs de nivel 5!!! Porque a partir de ahora vienen JOSTIAS de las de verdad.

Por cierto: hacemos una partida extra este Viernes???
Drizzt Do'Urden ha dicho que…
Sólo dos palabras: IM-PRESIONANTE!! Muy buena la crónica Dani. Lo que sí es cierto es que la has publicado antes que la que me faltaba a mí por publicar así que cuando la acabe (me faltan sólo un par de flecos), cambiaremos el orden.

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