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Crónicas de la Hoja Roja VI


Y la oscuridad llegó a nosotros...

Seguíamos apostados en aquel cruce de caminos dentro de la bóveda toscamente construida con los materiales del bosque, pensando en cuál debía ser nuestro siguiente paso. Dos de aquellos caminos estaban cerrados, pues uno era parecido a las despensas que mi propia gente suele utilizar y el otro concluía en un pequeño charco que sirvió de aposento para los cuerpos de los enemigos antes abatidos. 

Sin más, proseguimos a lo desconocido, abriendo camino la guía humana Mara, quien tras despejar el paso vislumbró otra formación de agua en la siguiente sala, esta vez más grande que el anterior, pero desde luego más viscoso y pantanoso. Algo perturbaba la quietud en aquel sitio, pues Mara avisó de que alguna forma reptiliana moviáse en su interior. Tomamos entonces la iniciativa el grupo de guerreros, los valerosos hermanos Stonar primero, aunque en mi interior presagiaba que tanta ansia de batalla no podía traer nada bueno. Así, desembocamos en aquella otra estancia, de techos más altos que las precedentes, y la mitad de la superficie la comprendía aquella masa pestilente y enlodada de agua, con un anfitrión nada amable. 

Mara fue la primera en hablar. Tan valiosa era ella cuando tenía que avisarnos de peligros, o detectar otros, como ahora le fallaba la voz y no podía mantener la compostura ante la situación en que se encontraba. Cierto que nuestro ya seguro próximo adversario tampoco ayudaba. Aquel ser reptiliano o naga se erguía más de dos metros sobre la orilla, dejando ver su cabeza semihumana con afilados colmillos y una lengua bífida que silbaba a medida que hablaba.

Mara: -"mmmmh ¡saludos, habitante de la selva oscura!"

Naga: -"Ssssssssssí, ¿quién eresssssh? ¿por qué esssssstásssssss aquí?"

Mara: -"eeehhh, venimos en busca de los hombres lagarto, ¿has visto alguno por aquí?"

Naga: -"¿En sssssu bussssshca? ¿para qué losssss quieressssh?"

Mara: -"oh, vamos a liberarlos"

Naga: -"....... ssssssssssí claro humana, ven aquí, te mossssstraré dónde esssssssstán"

Aquí los hermanos Stonar decidieron dar por terminada la oportunidad de la maga humana. Dándose codazos por intentar salir antes que el otro, se abalanzaron hacia la entrada de la sala, deseosos de tomar posiciones para enfrentarse al enemigo. Pero esta vez no iba a ser tan sencillo como las veces anteriores. 

Curioso grupo era aquél que me aceptó y permitió que restaurase mi honor en la búsqueda de los míos, tan impetuoso como alocado y también honorable y leal. Mas ahora se iban a poner a prueba nuestra capacidad de supervivencia en aquel maldito plano de las sombras, condenado por siempre a una oscuridad inquebrantable.

El guerrero enano no dio oportunidad de seguir por más tiempo aquel breve, e inútil,  coloquio. Dejó atras a Mara y alcanzó al horripilante ser en la orilla antes de que reaccionase. Aquí intervine yo, pero sólo pude lograr salir de aquel estrecho pasillo para tomar posición ante la lucha. El enano logró inflingir a la bestia el primero de los golpes que iba a recibir. Ésta, corrigiendo quizá su idea inicial se desplazó rápidamente al otro lado de las aguas, dejando en su campo de visión una línea recta al humano guerrero Bram y a mí ante él, tras lo cual descargó un golpe de rayo que casi nos hizo perder el conocimiento.

El resto del grupo se preparaba lo mejor que podía, Mara entró también en la sala y soltó su ácido aliento sobre el ser, pero no le hizo mella. Llegaron en ese momento Lander y Lisa, quienes se retiraron a la pared contraria, conscientes de quedar fuera del alcance de sortilegios así de la naga. A nuestro compañero mago no se le veía por ninguna parte, supuse que estaría al abrigo del pasillo, lo cual convenía directamente a su estilo de combate que todavía debía estar perfeccionando. 

Pero Zabrath, en frenesí como siempre cuando luchaba, no se lo pensó dos veces y saltó a las fétidas aguas en pos del reptiliano. Bram, lastimado como yo por el ataque anterior, descargó una certera jabalina sobre el cuerpo curvilíneo y escamoso, que permanecía astutamente en un rincón de la estancia. Justo en ese momento apareció una negra barrera en la orilla, alzándose hasta el techo, lo cual nos hacía imposible distinguir la posición de nuestro enemigo. El enano quedó también allí dentro, desapareciendo de nuestra vista. Por suerte, Lantas invocó en aquel instante un aliado animal, quien se adentró en la tiniebla para atacar a aquel ser, dondequiera que se encontrara. Yo me retiré también a la pared contraria, pues si bien podía llegar a distinguir a trazos lo que allí dentro se ocultaba, no estaba en condiciones de resistir más ataques como el primero.

Al momento, la barrera desapareció, y volvió la claridad anterior, que para aquel inframundo no era bastante. El enano había dado buena cuenta del maldito reptil, e intentaba conducir su cuerpo inerte a tierra seca con la ayuda de su hermano. Lantas se movía ahora tan rápidamente por la estancia como inactivo había estado en el fragor del combate. No lo dudó en lanzarse a aquella pestilonente masa en busca de algo mientras su compañero dragón se dirigía por los recovecos de la cueva, escudriñando cada rincón. Estos seres sorprenden por su afán de conocimiento y poder, por lo cual no me extrañé cuando oí las exclamaciones de júbilo cuando los Stonar descubrieron en el cuerpo del reptil un anillo, que suponían mágico, y el mago salía con sus ropas enlodadas alzando una caja sobre su cabeza. 

Más tranquilos, y reunidos en torno a la caja, Mara hizo por fin su trabajo revelando el contenido de la misma: un libro de hechizos que desapareció rápidamente entre los ropajes del mago, una varita mágica que corrió igual suerte, 3 perlas, 2 esferas de oro... Lo material despertaba tanto la codicia de mis compañeros que llegué a pensar si más que ayudarme a rescatar a los míos su única motivación sería el afán aventurero y la sed de poder. ¡Qué más importaba aquello, siempre que consiguiese restaurar mi honor ante mi tribu!

Volvimos a nuestra exploración, adentrándonos por la única puerta presente, con Mara de nuevo a la cabeza de la fila. Rápidamente se puso en alerta y nos advirtió del peligro que se aproximaba a nosotros con cada paso, pues aquel corto pasillo terminaba en otra sala, pero con varios humanoides esperándonos ocultos. Zabrath, maldito ímpetu del enano, salió disparado atropellando a la maga, invocando su grito de guerra y sin pensar en estrategia alguna. En ese momento pensé que su desaforado espíritu de lucha iba a traernos trágicas consecuencias más temprano que tarde. ¡Maldita sea, que por una vez no me equivocaba en mi presagio!

La siguiente estancia se alzaba igual de imponente que la anterior, pero ésta estaba destinada a otros usos, se podían ver rejas cerrando el paso en los extremos opuestos y una pequeña hoguera chisporrotear en el centro. Junto a ella, se veía una caja de tamaño grande de madera, y entre sus resquicios se adivinaba un tipo de movimiento, bastante extraño por cierto. Por suerte, Mara nos había informado también del número y posición de nuestros rivales, unos cuatro en total, por lo que el factor sorpresa no contaba ya en su emboscada. Tras el enano salió su hermano, lanzándose también en línea recta al primer enemigo que encontrara. Yo me paré un segundo a contemplar las amenazas presentes y doblé mi camino justo al llegar a la sala, pues allí acechaba otro enemigo en la retaguardia.

Todo sucedió muy rápidamente, e incluso llegué a pensar que volveríamos a salir indemnes de la lucha. Mara, junto con el clérigo Lander y el mago Lantas, se desparramaron en la estancia, eligiendo objetivos e invocando sus sortilegios. Lisa apareció la última, invocando también un hechizo, tras lo cual vimos como los adversarios de los Stonar quedaban enredados en una especie de manto vegetal que iba creciendo a sus pies. Se situó a mis espaldas, dispuesta a prestar la ayuda necesaria. Todo parecía estar bajo control y nuestros ataques, por fin, se combinaban en armonía. Pero la realidad iba a cambiar todo aquello. La caja de madera, tan inofensiva en apariencia, estalló en mil pedazos, liberándose así la bestia que allí se ocultaba. Un repugnante escarabajo negro con sus amenazantes tenazas partiendo de su cabeza se plantó junto al contrincante de los hermanos guerreros. Ahora ví que aquellos enemigos eran reptilianos también, pero malditos para la eternidad, muertos en vida que luchaban contra la representación de la verdad que éramos nosotros. 

Le llegó el turno a la magia. Más compañeros animales de Lantas se materializaron delante de dos de aquellos seres, y una maraña de ratas cogió por sorpresa al asqueroso escarabajo y su compañero por la espalda. Lander salió de su trance y convocó una espada mágica que venía a completar el ataque combinado. Mara avanzó hasta la hoguera, cerca de la lucha, y soltó su ácido aliento de nuevo sobre aquellos seres. Los golpes iban y venían, y el hacha y la espada de los hermanos herían una y otra vez a sus oponentes. Parecía que por esta vez el enano no cometería ninguno de aquellos errores que tan a menudo solía frecuentar. Sí, todo parecía ir bien...

Pero no sucedió así. De aquellas rejas aparentemente tan sólidas surgió un descomunal ser que casi llegaba a los límites del techo, armado con un espadón adecuado a su talla, pero que casi nos doblaba en altura a Bram y a mí. Tras él seguíanle tres secuaces, que venían a sumarse a la batalla en un momento crítico para sus compañeros. El gigante se dirigió directamente hacia mí, su imponente figura llenó todo el espacio que había dejado el cadáver de mi primer adversario. Una sombra de temor y duda nubló mis ojos, y aquella bestia descargó su arma sobre mí, estallando mi cabeza de dolor, sumiéndome en la oscuridad dentro de la oscuridad, incluso antes de que mi cuerpo cayera por completo al suelo.

Volví a aquella realidad tiempo después. Ví al clérigo inclinado sobre mí, satisfecho al ver que abría los ojos y respondía a sus preguntas de orientación. Me dio la bienvenida a aquel mundo nuevamente, pero todo a mi alrededor daba vueltas. Sentía mi lastimado cuerpo como una carga imposible de llevar, necesitaba descanso tras aquella aventura. Inquirí a mis compañeros por el devenir de los acontecimientos, y las expresiones de sus rostros cambiaron. Lisa, la gran compañera druida, había caído bajo el mismo ataque que había acabado conmigo. Aquel gran ser había cumplido su tarea más que satisfactoriamente, y yo maldije nuestra suerte y la casualidad en que todo aquello había empezado. Los Stonar se ufanaban de haber terminado con todos los enemigos, el enano más jactanciosamente que su hermano humano, quien estaba tan malherido como yo y no levantaba su cabeza, clavada la vista en el suelo. La imprudencia de aquel enano loco cuando se le presentaba una oportunidad de cortar cabezas nos había salido demasiado cara aquella vez. Me pregunté para mis adentros si no sería la última y bien, cuando sería la próxima.

Mas a mis oídos llegó un grave lamento en ese instante. Agucé mis sentidos, intentando localizar el origen de aquella voz, que identifiqué claramente como de alguien perteneciente a mi raza. Me disponía a dejar aquel lugar, pero en aquel momento la discusión que mantenían los hermanos con el resto del grupo me hizo detenerme. Sopesaban el siguiente paso a dar, y los guerreros tan tercos ahora como antes, se disponían a volver al plano real a dar justa y santa sepultura al cadáver de Lisa, tanto como los otros, menos confiados, reclamaban un tiempo para descansar y reponer así fuerzas. La cabezonería del enano casi consigue la división del grupo, pero viendo el cariz que tomaban los acontecimientos decidí interceder ante el resto, reclamando ayuda para los míos una vez más que tan cerca estaban. El enano accedió, no sin ayuda de su más sensato hermano, y descubrimos los cuerpos de una pareja de los de mi raza encerrados a poca distancia de donde nos hallábamos. Tan malheridos como nosotros, mis congéneres no podían emprender el camino de vuelta por sí solos, por lo que finalmente los guerreros accedieron a disponerse para acampar allí dentro, sanando nuestras heridas el siempre dispuesto clérigo, y guardando del cadáver el mago Lantas. 

Repuestos ya, volvimos sobre nuestros pasos a la pequeña fortaleza, en busca del orbe que nos permitía salir de aquel tenebroso mundo. Al pasar a la realidad, mi gente, que montaba guardia sin cesar ante lo que pudiese salir, se sorprendió de volver a vernos, pero actuaron con rapidez cuando se trató de ayudar a los prisioneros y el funeral por nuestra compañera Lisa.

Más reconfortados en lo físico, pero decaídos en lo espiritual, regresamos a las tinieblas. La búsqueda debía proseguir, y el plan estaba decidido de antemano. Nos dirigimos a la embarcación del río circundante a la fortaleza, soltamos las amarras y nos adentramos a lo desconocido nuevamente. Liberados los remos de sus antiguos propietarios, los tomamos nosotros, los más aptos, mientras Mara y el mago se introducían en el camarote, en pos de alguna idea que nos permitiera enfrentarnos a lo que había de llegar. 

El barco surcaba las negras aguas con presteza, no se desviaba su proa ni un milímetro de la ruta que marcaba el río, y nosotros nos sentíamos cada vez más extraños, oyendo voces en nuestra cabeza pero que desaparecían en un abrir y cerrar de ojos. Así pasamos por encima una esfera centelleante hundida en el lecho del río. Era una imagen casi irreal, pues toda luz que se manifestase en aquel maldito plano no era natural, sino debida a algún tipo de encantamiento.

Con la intriga abrigada en nuestro interior, proseguía camino la barcaza, cuando de repente, llegando a otra de aquellas endiabladas esferas, surgió de las aguas un monstruoso ser. Aquel no era como nada visto anteriormente. Con cabeza de tortuga y cuerpo de dragón, se revelaba ante nosotros un monstruo muerto viviente que nos hizo cortar la respiración. Asió el morro del barco con sus garras y elevó su negra cabeza por encima a considerable altitud. La lucha era inminente, y volvía a pensar en cómo saldríamos de aquella situación, cuando el enano volvió por sus fueros y de un salto se plantó delante de aquel horrendo ser, dispuesto a liquidarlo él solo, si le dejaban. Soltar los remos y prepararnos para el ataque fue todo uno, si bien el maldito ser hacía zozobrar el barco de una manera peligrosa, haciendo difícil mantener el equilibrio. Desde dentro del camarote oímos el ruido de un cuerpo cayendo a cubierta, por lo que pensamos que aquellos dos magos tendrían sus propios problemas. Llegué como pude a la altura, es un decir, del enano, plantándome decidido delante de las fauces del monstruo, y procedimos a lo que mejor sabemos hacer. A nuestra retaguardia se establecían en formación el resto del grupo, con el mago haciendo acto de presencia, y los demás atacando desde la seguridad de la distancia. 

El enano y yo fuimos los primeros en abrir la veda, aquel maldito ser era resistente a nuestros ataques cuerpo a cuerpo, y mostraba una igual resistencia ante la magia del clérigo Lander y la maga Mara, pero nos sorprendió a todos ver cómo un electrizante rayo atacaba directo a la cabeza de tortuga, y a continuación el mago esbozaba una sonrisa mientras blandía la varita con su mano. Mas aquello no hizo sino enfurecer al monstruo, quien reculando un poco, abrió su boca y lanzó un cono de vapor candente que casi nos destruye a todos, barcaza incluida. Era más de lo que podíamos resistir, había que acabar con él rápidamente y sin contemplaciones, y de nuevo el enano demostró con su valía en combate lo que no demostraba racionalmente. Asestó el último golpe, de gracia, a aquel sombrío ser cayendo de nuevo a las aguas y nos vimos liberados de su presencia. 

La Hoja Roja, sin nuestra compañera caída al abismo, seguía adelante, los restantes más unidos y decididos todavía en su búsqueda. 

Por Gathan, líder de la tribu de los hombres lagarto. 

Comentarios

Red Langosta ha dicho que…
Buena crónica Dani, sí señor, además que sacada en un tiempo record, con frases bastante guapas como "eran reptilianos también, pero malditos para la eternidad, muertos en vida que luchaban contra la representación de la verdad que éramos nosotros".

Echaremos de menos a Lisa, menos mal que no estaba Piticli para verlo. Y con esto se reafirma la mala sombra de que muera el pj de la única persona que falte en ese momento. Pero bueno... ahora a llorar las penas mirandose de pé a pá el manual de objetos mágicos para poner hasta el ojete al nuevo pj.

PD: mmm... eso de que Bram es más sensato que Zabrath... no sé yo. Que por algo somos conocidos como los hermanos gañanes jejeje.
Juanjo ha dicho que…
Dani eres un crack!! Se nota que estás ya licenciado. Yo decía medio en coña lo del libro, pero al final nos lo vamos a tener que plantear...

POR CIERTO, he revisado los PX y no incluí un VD más por la dificultad del encuentro, que ponía el módulo al ppo del mismo.

Teneis cada PJ +490 PX
Kosuke ha dicho que…
Gracias compadres!!
Pues sí, uno empieza a escribir y no sabe nunca cómo ni cuándo acaba, menos mal que os ha gustado.... al menos a los que jugamos...

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