Los pasos resuenan entre las viejas paredes de piedra, mientras una sombra majestuosa cruza con gracilidad y poderío los antiguos pasillos de la fortaleza.
Se asoma a un balcón y disfruta de las vistas que se abren ante él: Su tierra. Más que de su propiedad, esos árboles, esas montañas, esos ríos... son parte de él.
Una ráfaga de viento lo golpea, ondeando de forma violenta su capa. La lluvia salpica su cara y recorre sus afilados pómulos hasta llegar a sus labios... pero esa humedad en su boca no sacia su sed.
Un relámpago ilumina brevemente su figura... pero ni la potencia de éste es capaz de hacer frente al fulgor y la determinación de su mirada.
Encaja sus garras en la balaustrada de mármol mientras una sonrisa cruza su cara. Lleva días esperando este momento. Semanas. Pero ya están aquí. Los invitados que estaban por llegar se encuentran ya en sus dominios. En su hogar.
Es hora de que reciban la bienvenida que se merecen. No sería un buen anfitrión si los hiciera esperar...
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Comentarios
Y sí, si hay un sentimiento que destaca en el interior de Strahd por vuestra llegada es miedo. Pánico diría yo. A fin de cuentas él solo, en cualquier escenario, es capaz de devastaros sin despeinarse. Encima juega en casa, dentro de su castillo y escoltado por su ejército personal de criaturas de la noche.
Si, un panorama de lo más desolador.