Un Recuerdo de Luz

Dicen que todo llega a su final...aunque los Héroes de Freeport hemos aprendido que no necesariamente es el caso, y que cosas horribles se ocultan en los pliegues del tiempo para volver una vez tras otra.

No queda mucho para encontrarnos con Strahd. Mejor dicho, para que Strahd se encuentre con la Muerte Definitiva. El techo de las criptas se hace más pesado, más bajo con cada aliento que tomamos de este aire casi agotado de oxígeno ya. Criptas con aristócratas, figuras notables de Barovia y hasta con nuestros nombres en una parodia que refleja el ego hinchado de Strahd. Así sea! Pronto tendrá su pecho hinchado con una estaca de roble. 

Aún nos queda por destapar una cripta con vástagos de Strahd, desde Irina que agradecerá la paz que recibirá de nuestras manos hasta Cornel Ionescu que vuelve a nosotros para no darnos las explicaciones que nos debe. Pobres diablos, es un acto de bondad acabar con sus no vidas. 

Tenemos la dicha de encontrar un pasillo largo como las noches de Barovia que nos lleva al bosque circundante bajo la tumba del arquitecto del Castillo Ravenloft. Por fin un poco de aire fresco, unas horas en las que a pesar de las sempiternas nubes podemos al menos intuir el cielo sobre nuestras cabezas. 

Cuando volvemos a las criptas de Ravenloft, sabemos que esta vez será la última noche que Strahd mancille con su existencia. Lo encontramos acariciando la tumba del príncipe...que espectáculo tan lamentable. Ya que no la tienes, nosotros te daremos la dignidad, Strahd. 

Rápidamente nos preparamos, y en pocos segundos estamos frente a Strahd. Cual es nuestra sorpresa cuando aparece Glaorburz completamente cubierto de máculas y sin duda dominado mentalmente junto a un gigante. 

No dejamos tiempo para que Strahd haga esa burla que imita una respiración de vivo. Un cristal más fuerte que el acero deja aislado a Strahd de sus "aliados"...sólo para que Ravic levante su símbolo sagrado y Strahd quede reducido a brumas. 

Perseguimos su forma gaseosa para acabar con él, cuando se interpone un gólem de maldiciones y otro muro de fuerza, en una mala copia de mis artes arcanas. Lo que no planea Strahd es que usaremos este tiempo en recuperar a Glaorburz y acabar con el gigante. 

De vuelta en su cripta, poco puede hacer Strahd. Su marioneta gólem nos impide el paso en lo que es poco más que un teatro en el que todos sabemos cual es el final: y que es el final definitivo.

Bajo el hacha de Lagherta, cae el gólem. Bajo las incesantes olas de energía de energía divina y arcana, Strahd pierde su corporeidad.

¡Ha llegado el momento!. Ravic hunde la estaca en el pecho de Strahd, y Lagherta levanta su hacha para hacer justicia. 

Sólo le reconozco una cosa a Strahd: ya que no supo vivir, sí supo morir.

Ravenloft es ahora libre.

La luz vuelve al Castillo Ravenloft y a Barovia. Los días empiezan a sucederse sin que nos demos cuenta entre trabajos diarios, celebraciones nocturnas y agasajos de la población de Barovia. Nos dejamos llevar por las voces alegres, el sudor del día a día extirpando el mal residual, los brotes de vida que aparecen en el bosque, los derrumbamientos de lugares impíos...tanto que hacer. Es el espectáculo de la vida volviendo a nacer.

Pero hay algo de lo que no podemos librarnos por nosotros mismos. El Dios Amarillo y su Torre del Tiempo. Los agentes de Candelero nos proponen llevarlo allí para su estudio, lo cual nos parece buena idea: pocos lugares hay en Faerûn tan seguros como ese. 

Más seguros incluso que nuestros sueños, desde donde nos llama el Hermano Egil pidiéndonos que ¡volvamos a Freeport!

Dicen que todo llega a su final...aunque los Héroes de Freeport hemos aprendido que no necesariamente es el caso, y que cosas horribles se ocultan en los pliegues del tiempo para volver una vez tras otra.