Cuando la maldad personificada se enfrenta a la luz purificadora del Alba y una ardiente herencia revela su existencia.
El silencio nos rodeaba: después del ruído y la adrenalina derrochados en el fragor de la batalla contra Fembrys, los segundos se hicieron interminables. Estábamos a la expectativa, sin saber bien qué significaba aquella oscuridad creciente. Sin embargo, tras unos momentos de duda, la oscuridad pareció menguar…¡¡Alabado sea Lazhánder!!
Una vez seguros de que nadie ni nada nos amenazaba en las sombras nuestra compañía decidió explorar las habitaciones adyacentes a la zona de combate, pero sin encontrar en principio nada importante. En una de las estancias encontramos un barril que contenía aceite para lámparas, lo cual nos permitió llenar algunos viales por si pudiera servirnos más adelante. Mientras tanto, con la ayuda de los guerreros, esparcí el resto del contenido a todo lo ancho de la sala principal: por si acaso necesitaramos poner algún impedimento en nuestra retirada.
La pícara demostró ser muy capaz en el uso de sus habilidades y consiguió abrir con gran facilidad una puerta con cerradura que encontramos cerrada. En el interior de la habitación encontramos algunos ropajes caros, así como diversos utensilios que por su aspecto parecían estar destinados a ser utilizados durante el ritual de La Verdad de Mystra. Además, el mago se hizo con un libro con tapas de cuero negro.
Después de examinar el resto de habitaciones no encontramos nada más de interés, aunque el mago guardó varios tratados de magia por si podían contener algún tipo de información. Una vez explorada y asegurada toda la zona decidimos descansar para poder reponernos de las heridas del combate, rezar y poder continuar en plenas facultades.
Por si acaso algo nos asaltaba durante el descanso establecimos tres turnos de guardia. Durante el primero, que realicé junto a la pícara mientras el resto de compañeros dormían, escuché un ruído procedente de la sala donde Fembrys yacía muerto… La pícara alertó en silencio al resto del grupo, que se levantó presto para el combate. Sin embargo, después de examinar exhaustivamente la zona, no encontramos nada… Quizás mis sentidos me estaban jugando una mala pasada y necesitaba un descanso. El resto de las guardias transcurrieron sin incidentes.
Al alba, nos dirigimos hacia la única puerta que aún permanecía cerrada, en la sala donde habíamos librado el último combate contra Fembrys y sus seguidores. Puesto que no tenía cerradura ni mecanismo de apertura aparente, los hermanos guerreros decidieron emplear la fuerza bruta para abrirla. Si algo o alguien aguardaba al otro lado, sin duda estaría al tanto de nuestra “silenciosa” llegada.
Una oscuridad total salió a nuestro encuentro, en contraste con la iluminación que aún permanecía en la sala. Puesto que prácticamente todo el grupo éramos humanos tuvimos que encender algunas antorchas para conseguir distinguir dónde dirigir nuestros pasos.
No habíamos descendido ni un centenar de pasos cuando fuimos atacados de nuevo: quienquiera que fuese era capaz de vernos y atacarnos en la oscuridad. Y entonces, algo verdaderamente sorprendente, extraño e inesperado ocurrió:
Mara, la pícara/hechicera, pareció encontrarse mal. Su cuerpo se estremeció, sus ojos comenzaron a inyectarse en sangre, y como guiada por un sobrenatural impulso, se lanzó directamente hacia el enemigo. Sin embargo, a los pocos segundos, sus pasos se detuvieron tan de improviso como habían comenzado. Hincó una rodilla en tierra, como si estuviese herida, pero nadie de nosotros había percibido ningún ataque contra ella. Parecía enferma y a punto de desfallecer.
Y de repente, ocurrió: su boca se abrió como si fuese a gritar, pero lo que surgió de ella no fue un grito sino una enorme llamarada de fuego, proyectada directamente contra el enemigo sobre el que había iniciado su carga. ¿Un humano expulsando fuego como lo haría un mismísimo dragón?! Sin duda, los dioses tenían designios extraños para esta humana. El fuego devoró al enemigo, carbonizándolo en el acto, y Mara se levantó de nuevo: parecía en paz consigo misma, como si ahora, cuerpo y alma fuesen uno solo.
El combate se decantó fácilmente de nuestro lado, y con un golpe certero uno de nuestros guerreros acabó con una criatura animada, que parecía estar hecha de deshechos y despojos. En la sala donde se desarrollaba el combate había una estatua que parecía estar cincelada en honor a Mystra. Cuando pasé junto a ella, sentí como si la propia estatua irradiara una intensa aura que infundiese valor y protección.
Tras acabar con las criaturas, reconocimos la zona y, en una sala contigua, que parecía ser usada como biblioteca, pudimos encontrar más tratados sobre Mystra y algunos pergaminos curativos.
Continuamos avanzando y en la siguiente sala encontramos los restos macabros de una mente retorcida y perversa: cabezas humanas colgadas a modo de trofeos. Una de ellas pudimos reconocerla como la del librero, Amnic. En un escritorio también encontramos el diario de uno de los clérigos así como una nota manuscrita firmada por Lady Arthas. Todo esto parecía indicar definitivamente que el templo de Mystra no era tal, y que las actividades que se desarrollaban no tenían nada de “buenas” sino todo lo contrario.
Finalmente, Lady Arthas salió a nuestro encuentro: una mujer vestida con armadura completa, enfundada en una capa, con una maza pesada y un escudo nos esperaba al final del pasillo. Convocó a varias criaturas mientras ella lanzaba un conjuro sonoro que dañó a algunos de mis compañeros.
En vista de que la situación podía empeorar si la malvada clériga usaba sus conjuros contra el grupo, lancé un conjuro de Silencio sobre la zona donde se encontraba Lady Arthas. Esto pareció enfurecerla y, tocándose un anillo que llevaba en una mano, una impenetrable oscuridad mágica la rodeó. Ni siquiera el guerrero enano era capaz de situarla y, aún así, se lanzó a la batalla. Mientras tanto, el resto de grupo dimos cuenta de las criaturas convocadas que seguían atacándonos. Después, uno tras otro nos adentramos en la oscuridad, a la búsqueda de Lady Arthas hasta que, finalmente, dimos con ella y, aún a oscuras, conseguimos acabar con la clériga, no sin sufrir igualmente graves heridas.
Y tras exalar su último aliento, la vida abandonó su cuerpo, al tiempo que la oscuridad mágica desaparecía dejándonos ver a nuestra malvada oponente…
Comentarios
Aviso que, viendo el módulo, a partir de las próximas partidas se van a repartir una de jostias...
Respecto a la petición de Juan, este domingo sintiéndolo sobremanera no voy a poder quedar. María y yo llevamos ya tiempo queriendo ir a ikea para buscar cosillas de decoración pa la casa y algún mueblesillo pal baño y justo este domingo una pareja amiga nuestra van a ikea en coche y han dicho de llevarnos.
Así que en solidaridad con juan, me uno a su clamor diciendo... jooooo, haced un parón este finde!!
... y si no lo hacéis, a las malas, ya sabemos que nos podremos enterar bien de lo que pase con estos cronistas ;)