… Stolas desciende del edificio y regresa al fin. El horror se refleja en su rostro, mientras nos narra con espanto la dantesca escena que acaba de ver a través de la ventana: cadáveres por doquier, cuerpos destrozados y desmembrados, la roja sangre esparcida por el suelo del taller.
Por todas partes, enloquecidos trasgos arrasan todo el interior del edificio, rodeando dos altas sillas. En una de ellas, se acomoda a quien identificamos como Tsuto… en la otra, está su padre, envuelto en una sustancia vítrea, sin vida… No quiero ni pensar en lo horrible que debieron ser sus últimos momentos en este mundo…
Con decisión, nos preparamos para entrar en la fábrica. Todos las puertas que dan acceso al edificio están bloqueadas, así que no nos queda otra que derribar una de ellas por la fuerza.
Nos adentramos en la cámara de fundición a toda prisa, pillando por sorpresa a sus ocupantes. Antes siquiera de que puedan reaccionar, dos de los goblins caen bajo el soporífero hechizo de Glim, mientras el resto entramos a tropel, acortando distancia con rapidez, dispuestos a limpiar el lugar de enemigos.
Nos aprestamos a terminar deprisa con los trasgoides, centrando nuestra atención en Tsuto, con diferencia el rival más difícil, que trata de huir al verse superado; pero cae rematado por un certero golpe de Dorkas, lo que nos permite capturarlo e interrogarlo. El malvado hermano de Ameiko, sin embargo, se niega a darnos información.
Por fortuna para nosotros, el muy estúpido llevaba encima un diario con anotaciones sobre sus planes y su vinculación con el reciente ataque trasgo a Cala Arenosa, además de un suculento botín.
La información obtenida sobrepasa con amplitud nuestras mejores pesquisas: no solo prueban la implicación directa de Tsuto en la maquinación del ataque, sino que revela que un nuevo asalto de mayores dimensiones se avecina sobre la villa. Además, descubrimos que todo este entramado se entrelaza con la historia de Nualia, la celestial que desapareció tras el incendio de la vieja catedral en el pasado, y la reciente profanación de la tumba del padre Tobin: una historia de rituales malignos y demonios del pasado que aún está por desentrañarse…
Tras entregar a las autoridades al malvado Tsuto, continuamos registrando las dependencias de la fábrica de vidrio. Nada encontramos de interés de sus cámaras hasta que nos adentramos en los sótanos del edificio y encontramos a la pobre Ameiko prisionera allí. Tras liberarla y atender sus heridas, Ameiko confirma nuestras peores sospechas y la información obtenida del diario de Tsuto. La ciudad está en un brete y esto va mucho más allá de un simple ataque de saqueo goblin…
Durante unas horas, y tras dejar a Ameiko sana y salva, continuamos explorando los subterráneos del taller. Descubrimos varios túneles que horadan el suelo, antaño rutas subtérfugas de contrabandistas. Una de ellas, da una gran cámara, donde nos topamos con un horripilante abominación a la que conseguimos abatir con esfuerzo.
¿Qué más sorpresas nos depararán estos viejos pasadizos? Pues nada más y nada menos que los restos enterrados de una milenaria civilización del pasado. Cámaras de sólida arquitectura y exquisita manufactura se abren ante nosotros, en una de las cuales nos topamos con la representación de lo que, a la postre, descubrimos que era una de los Señores de las Runas del antiguo imperio de Netheril: La estatua de rojo mármol de Alaznist de la Ira. La bella imagen de iracundas facciones, sostiene en una mano un hermoso tridente de marfil y metal, mientras que la otra sujeta un petreo libro con un extraño símbolo…
Ante este inusitado descubrimiento arqueológico, decidimos consultar al sabio Brodert Quink, de quien obtenemos la información sobre Netheril y sus magos. Temiéndonos los insospechados peligros que nos aguardarían allí abajo, decidimos equiparnos para la ocasión y descansar el resto del día en la posada.
Al día siguiente, bajamos de nuevo a las catacumbas. Logramos desencallar el tridente de la inerte mano de Alaznist, para llevárnoslo como trofeo y quien sabe si, por esta causa, provocando que alguna maldición de la poderosa dama descendiera sobre nosotros… y a los hechos que, a continuación narro, me remito.
Con cautela y curiosidad, cruzamos pasillos y salas diversas. Tras las puertas de una cámara que contenía una especie de altar con fétidas aguas en su cóncava superficie, descubrimos una inmensa estancia que se asemeja a un templo antiguo. En su centro, un pozo de aguas negras rodeado por una ristras de calaveras, da paso a una balconada en su extremo, a la que se accede por sendas escalinatas, y en cuya parte media se vislumbra un extraño estanque triangular de líquido translúcido, que borbotea y humea sin parar…
¡Un escalofrío nos recorre a todos y nos congela el alma cuando de la nada, aparece una horrenda y demoníaca figura alada!
Con rapidez, nos aprestamos a la batalla ante la diabólica aparición. El monstruoso ser demuestra tener poderes arcanos de inusitado potencial, siendo capaz de invocar furiosas aberraciones simplemente derramando unas gotas de su sangre sobre el estanque brumoso y borboteante. Nos disponemos a hacerle frente con todas nuestras armas y magia. Glim conjura luminosos proyectiles explosivos, mientras Stolas bombardea sin tregua a flechazos al monstruo volador y Dorkas atiza espadazos a diestro y siniestro. Yo apenas puedo contener los daños de mis compañeros con mi magia curativa, en un combate intenso y prolongado, pero el infernal ser resiste nuestras embestidas y evita nuestros hechizos, desapareciendo de nuestra vista a voluntad y acosándonos sin tregua desde la distancia que le permiten alcanzar sus correosas alas.
Desesperados y desconcertados, nos vemos obligados a retroceder y abandonar el combate, con la esperanza de que la infernal criatura se olvide de nosotros y pierda nuestro rastro. Nos adentramos deprisa por nuevos túneles y cámaras, pero nuestro perseguidor es implacable y tiene todo el tiempo del mundo. Aprovecha que nos encontramos con más monstruos en nuestro camino (una asquerosa cabeza alada y dos aberraciones más) para atosigarnos a ataques desde su privilegiada posición y guarecido por su hechizo de invisibilidad…
Pero ¡Ay pobre ilusa! Confió en exceso en su supuesta invulnerabilidad y cometió el error de entrar en un pasadizo demasiado estrecho y sin salida, que aprovechó Dorkas para ocupar con todo su volumen e impedirle escapar. Rodeada y furiosa, la demoníaca presencia atacó con todo lo que tenía, clavando sus garras y dientes en la bárbara, mientras ella y Stolas tomaron ventaja… Acabó ensartada contra el muro, atravesada por una mortífera flecha del arquero…
Una costosa victoria que nos devuelve a la cruda realidad. No somos tan fuertes ni tan listos, y nuestra falta de experiencia estuvo a punto de llevarnos a la tumba… ¡Por suerte, sobrevivimos y, lo más importante...aprendimos la lección!
Comentarios