Hola a todos,
Hablo por boca de Tony, que todavía no está dado de alta para escribir en el blog, pero que es algo que vamos a solucionar pronto. Aquí está la crónica:
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Las últimas semanas de este siervo de Lazhánder junto a sus compañeros de fatigas de la Hoja Roja habían sido duras. Pero la luz del Señor del Alba había iluminado nuestro camino, vigorizado nuestras almas y fortalecido nuestros brazos para acabar con la maldad arraigada en el corazón de las perversas criaturas que rondaban la ciudad de Melvaunt y sus alrededores.
Nuestra misión en aquellas tierras al norte del Mar de la Luna había acabado y nos dirigimos hacia el sur, bordeando la costa, hasta la región de Cormyr. La embarcación que nos transportaba atracó cerca de la ciudad de Wheloon, situada en una importante ruta comercial.
Nos adentramos en esta próspera y floreciente ciudad buscando un poco de descanso, recomendándonos los lugareños la posada “La Mirada del Wyvern”. Una vez alojados y habiendo dado buena cuenta de la comida y bebida del negocio, llegaron a nuestros oídos varios cotilleos, entre ellos el de la apertura de un nuevo templo dedicado a la diosa Mystra en las afueras de la ciudad, hecho cuando menos insólito ya que, como pudimos confirmar tanto un servidor como uno de mis compañeros en las artes arcanas devoto de dicha diosa, en esta región era muy extraña la devoción por la diosa de la Magia.
Nuestro grupo de aventureros decidió darse una vuelta para reconocer la ciudad y, entre otros rumores, supimos que el librero, un tal Amnic, había desaparecido hacía unos días. Su mujer, Mela, parecía estar bastante afectada, más aún cuando los rumores apuntaban a que su marido había desaparecido por voluntad propia después de discutir con ella. Sin embargo, ella negaba rotundamente que esa fuese la causa y se inclinaba más por pensar que fue a raiz de visitar el nuevo templo de Mystra. Una rápida inspección de las pertenencias de Amnic parecía indicar que había tomado algo de dinero del negocio y que, efectivamente, había visitado el templo. Qué casualidad…
Mientras yo me encontraba tranquilizando y tratando de llevar la paz al corazón de la pobre Mela, mis compañeros tuvieron un pequeño encontronazo con uno de los lugareños, el cual se enfadó cuando se le preguntó por la venta de objetos mágicos. Los Caballeros Púrpura llegaron a hacer acto de presencia pero, gracias a Lazhánder, la sangre no llegó al río y todo quedó en un malentendido. Más tarde, al abrigo del calor del hogar de la posada, unos de los empleados nos aclaró que todo había sido una fachada para que no saliese a luz que el tendero vendía tal tipo de objetos, ya que podría meterse en problemas. Una vez conseguidas varias pociones de curación despedimos al empleado agradeciéndole el habernos informado de tal hecho.
Antes de descansar, esa misma noche el grupo decidió acercarse a los alrededores del templo de Mystra con la intención de examinar, al abrigo de las sombras, qué podíamos encontrarnos allí. El templo, excavado sobre una cumbre, limitaba con el río que pasaba junto a Wheloon. Manteniéndonos a distancia y ocultos entre la floresta, pudimos ver que sobre la muralla exterior que protegía el recinto montaban guardia varios arqueros. Nuestra hechicera, usando uno de sus conjuros, se acercó lo suficiente para comprobar que las puertas se hallaban cerradas y que algunos guardias más se encontraban en las afueras, mientras el mago examinaba una extraña estatua femenina que se alzaba junto a las puertas. Sin tener una idea clara de cómo entrar sin dar la voz de alarma, decidimos volver a la posada a descansar, planificar nuestros siguientes pasos y regresar al día siguiente.
Una ver respuestos, con el estómago y el alma prestos, nos acercamos al templo de Mystra como simples lugareños curiosos de conocer y dedicar una oración a la diosa de la Magia. Las puertas de la muralla se encontraban abiertas y pudimos entrar al patio interior, donde fuimos recibidos por un sacerdote llamado Shan Thar, que nos animó a conocer la Verdad de Mystra. Para ello, deberíamos participar en un ritual que duraría 3 días y que se desarrollaría en el interior del templo y que nos costaría 25 monedas de oro a cada uno, hecho que nos llamó poderosamente la atención, por cuanto los sacerdotes de Mystra no suelen pedir donaciones por sus servicios.
Interesados en conocer más acerca de la naturaleza del ritual y convencidos cada vez más de que el templo y sus ocupantes ocultaban algún secreto, aceptamos la oferta y fuimos conducidos al interior del templo, donde pudimos conocer a un sacerdote de Mystra de nombre Fembrys, el cual sería el encargado de realizar el ritual. Fembrys nos condujo hasta una sala común donde nos indicó que nos despojásemos de todas nuestras pertenencias y nos vistiésemos con una túnica blanca que dejaba poco lugar para ocultar ningún tipo de arma u otro objeto.
Después de muchas deliberaciones, conscientes de que se trataba de una trampa, nuestro grupo decidió que la hechicera, invisible, portara algunas de las armas de nuestros guerreros y que ellos se vistiesen tal y como solicitaba Fembrys. Sin embargo, Lazhánder iluminó mi mente: elevé una plegaria al Señor del Alba para poder comprobar la existencia de auras mágicas en el entorno y, confirmando mis sospechas, Fembrys portaba un amuleto de Mystra que se me manifestaba claramente como ilusorio. Armado con el valor de la fe, mis compañeros y yo salimos al encuentro de Fembrys, el cual quedó extrañamente sorprendido al observar el amuleto de mi Dios colgado alrededor de mi cuello. Finalmente, la verdad salió a la luz cuando Fembrys, con los ojos desorbitados, ordenó que nos atacasen: varios guardias armados salieron de las habitaciones contiguas; Shan Thar y los mercenarios armados que se encontraban en el exterior del templo consiguieron entrar en el recinto varios minutos más tarde. Mientras tanto, mis compañeros y yo presentamos una enfurecida resistencia. Tanto los guerreros como los conjuradores se emplearon a fondo contra los mercenarios pero, a pesar de todo, Shan Thar consiguió huir cuando la batalla se decantaba de nuestro lado.
Durante el combate Fembrys enarboló un extraño orbe negro tratando de usarlo contra nosotros; sin embargo, de nuevo Lazhánder contrarrestó la oscuridad que emanaba de sus palabras y ninguno de nosotros sufrió sus posibles efectos. Finalmente, Fembrys fue abatido junto con el resto de sus mercenarios.
Esta vez, la sorpresa fue nuestra: al examinar el cuerpo de Fembrys descubrimos que el orbe que portaba en realidad se trataba de un artefacto menor. Tratando de digerir aún qué significaba aquel objeto en un templo de Mystra y sin tiempo para recuperarnos de las heridas del combate, una creciente oscuridad empezó a cercanos…
Comentarios
La había colgado sin leerla previamente y no tiene desperdicio. Por cierto: vaya memorión que tenéis entre Ahixa y tú para acordaros de todos los nombres.
Muy épica y sobre todo muy ajustada a la personalidad de tu PJ; ese peaso de señor del alba...
Aparte de esa demostración portentosa memorística, el relato ha quedado cojonudo, sin dejarse nada en el tintero, como eru iluvatar manda.
Vosotros no tomais notas???
Saludos compañeros de batalla.
Aqui mientras mas material friki, mejor...
Podíamos ir a algún sitio a comer/cenar todos juntos. Lo suyo sería la semana antes de Navidad para que sea más fácil quedar, porque los días de fiesta será muy complicado. Además, por esas fechas imagino que Alberto estará de vuelta ¿no?
Yo propondría el viernes 19 o el sábado 20. ¿Qué os parece?
Para entonces estará aquí Alberto, ¿no?
El dia 19 y 20 probablemente este en Malaga, pero vamos, es cuestion de hablarlo.
Nos vemos!