De cuando nuestros héroes se enfrentaron a una muerte cierta...
Esta historia comienza en el campamento, que tan sólo duraría una noche de acuerdo a sus costumbres, del pueblo nómada de los Miku. Alakar el Silencioso, su líder, se había despedido de nosotros para dar paso a los que, parecía, iba a ser una noche de descanso.
Hasta la Guardia Oscura duró la celebración de estos incivilizados. Por supuesto, antes de eso me fuí a intentar dormir un poco. Estas tribus no tienen espíritus malvados: más su libertinaje en sus costumbres puede acabar con ellos.
En la Guardia Temprana, algo nos sacó de nuestro sueño: un espíritu en forma de doncella del otro mundo nos vino a apremiar para cumplir nuestra misión en el Valle de Urin. Su visita vino seguida del ataque de tres demonios del aire: ¿¡cuanto hemos de aprender todavía!?. En mi entrenamiento como caballero siempre pensé que jamás derrotaría enemigos mas exóticos que minotauros y aquellos de la estirpe de los dragones malvados. Por supuesto, nuestras espadas derrotaron a estos seres antes de que cualquier Miku pudiese resultar herido. Una vez que acudieron, las criaturas habían desaparecido ya. Pero Alakar hubiese preferido el combate: Asmara, la adivina de la tribu, y él mismo, pudieron confirmar que la aparición que habíamos tenido ante nuestros ojos tan sólo unos minutos antes era la hija de Alakar, Ulena.
¡Oh, Kirith-Jolith! ¿Por qué ha de existir sufrimientos como el de ese padre?. Según nos dijo, Ulena murió en un terremoto apenas una Luna antes. ¿Que está pasando aquí? ¿Cuantas son las fuerzas del Destino, de los Dioses del Mal, que nos están llevando por un sendero de sufrimiento propio y ajeno?. La única respuesta a todo esto se encuentra fácilmente.
En el Código y la Medida está la verdad que explicará todo. Con la vista al cielo, pude sentir la guía que necesitaba. La oscuridad de la noche no ocultará la Luz que viene a alumbrar el mundo: ¡¡por mi espada y Kirith-Jolith como guía que todo este mal será aniquilado!!
Los Miku tomaron todo esto como una revelación de sus espíritus, y decidieron ofrecernos, con lo mejor de su corazón, víveres, caballos, y un séquito de hombres que nos acompañasen a la entrada del Valle de Urin, del que nadie ha salido con vida desde hace siglos. La aparición de aquella noche ya era un mal presagio en sí misma. No dije nada, para que minar la moral de los míos. Pero ya sabía que algo no iba a salir bien, y así fue... dame fuerzas, mi Dios, para mirar adelante, y sólo ver un futuro de Bondad y Justicia por el que luchar...
Ald día siguiente una gran montaña partida en dos se presentó en la lejanía. Tras algunos regalos de los Miku, así como la promesa de volvernos a encontrar cerca del sitio, partimos hacia nuestra perdición.
El valle era más pequeño de lo que suponíamos. Tan sólo una torre de vigilancia y el templo derruido se levantaban ante nosotros. Con objeto de tener una mejor visión, fuimos hacia la torre derruida. Oh, Kirith-Jolith, ¿¿por que no dejaste que fuese yo solo a encontrar mi destino??
Sin haber entrado a la torre, seis bestias, leones rabiosos, salieron a nuestra caza. Fue una lucha sin cuartel, aguantamos su embestida como mejor sabíamos, contraatacando duramente. El combate fue arduo. Kirith-Jolith, sólo aquellos dispuestos a morir con tu nombre en la voz y la espada en las manos merecemos la visión del valor. ¿¿Que tenías que pasar??. A punto de acabar con las terribles bestias, una de ellas se abalanzó encima de Sir Helmat, desgarrando su garganta y derramando toda esa noble sangre.
¡¡¡¡Oh Kirith-Jolith!!!!. Pocas veces me permito conocer la furia, sabes que siempre he sido temeroso de tu castigo para con los veleidosos. Pero ver a un guerrero de la fe como mi compaero así... Dios entre los Dioses, te juro por todo lo que hay de bueno en Krynn que esta afrenta no quedará así. Tu nombre y el de tu seguidor quedarán limpios. No hablo de venganza, no. Hablo de Justicia, el más alto estandarte que debe ondear en todo Ansalon. ¡¡¡Por la gloria de la Orden de Solamnia que en tu nombre acabaré con todo el Mal que hay en ese maldito valle!!!
Por suerte un kender brujo nos ayudó por partida doble: en primer lugar, cuidando del cuerpo del noble Helmat. Esa misma noche, cuando éramos presa del ataque de unas criaturas venidas de la tumba, Thanathos (tal era su nombre) nos salvó la vida otra vez.
Ahora nos estamos rearmando para la dura prueba que nos queda por pasar. Curando nuestras heridas, limpiando nuestras espadas, preparando nuestro arsenal mágico...
¡¡¡En silencio me preparo, Kirith-Jolith!!!. Dios de los Dioses, en silencio son mis plegarias por Helmat, por todos nosotros. El más Justo de entre todos los Dioses, en las próximas jornadas sólo dejaré que un sonido suba a los cielos:
¡¡¡¡¡El del Mal siendo derrotado!!!!!
Esta historia comienza en el campamento, que tan sólo duraría una noche de acuerdo a sus costumbres, del pueblo nómada de los Miku. Alakar el Silencioso, su líder, se había despedido de nosotros para dar paso a los que, parecía, iba a ser una noche de descanso.
Hasta la Guardia Oscura duró la celebración de estos incivilizados. Por supuesto, antes de eso me fuí a intentar dormir un poco. Estas tribus no tienen espíritus malvados: más su libertinaje en sus costumbres puede acabar con ellos.
En la Guardia Temprana, algo nos sacó de nuestro sueño: un espíritu en forma de doncella del otro mundo nos vino a apremiar para cumplir nuestra misión en el Valle de Urin. Su visita vino seguida del ataque de tres demonios del aire: ¿¡cuanto hemos de aprender todavía!?. En mi entrenamiento como caballero siempre pensé que jamás derrotaría enemigos mas exóticos que minotauros y aquellos de la estirpe de los dragones malvados. Por supuesto, nuestras espadas derrotaron a estos seres antes de que cualquier Miku pudiese resultar herido. Una vez que acudieron, las criaturas habían desaparecido ya. Pero Alakar hubiese preferido el combate: Asmara, la adivina de la tribu, y él mismo, pudieron confirmar que la aparición que habíamos tenido ante nuestros ojos tan sólo unos minutos antes era la hija de Alakar, Ulena.
¡Oh, Kirith-Jolith! ¿Por qué ha de existir sufrimientos como el de ese padre?. Según nos dijo, Ulena murió en un terremoto apenas una Luna antes. ¿Que está pasando aquí? ¿Cuantas son las fuerzas del Destino, de los Dioses del Mal, que nos están llevando por un sendero de sufrimiento propio y ajeno?. La única respuesta a todo esto se encuentra fácilmente.
En el Código y la Medida está la verdad que explicará todo. Con la vista al cielo, pude sentir la guía que necesitaba. La oscuridad de la noche no ocultará la Luz que viene a alumbrar el mundo: ¡¡por mi espada y Kirith-Jolith como guía que todo este mal será aniquilado!!
Los Miku tomaron todo esto como una revelación de sus espíritus, y decidieron ofrecernos, con lo mejor de su corazón, víveres, caballos, y un séquito de hombres que nos acompañasen a la entrada del Valle de Urin, del que nadie ha salido con vida desde hace siglos. La aparición de aquella noche ya era un mal presagio en sí misma. No dije nada, para que minar la moral de los míos. Pero ya sabía que algo no iba a salir bien, y así fue... dame fuerzas, mi Dios, para mirar adelante, y sólo ver un futuro de Bondad y Justicia por el que luchar...
Ald día siguiente una gran montaña partida en dos se presentó en la lejanía. Tras algunos regalos de los Miku, así como la promesa de volvernos a encontrar cerca del sitio, partimos hacia nuestra perdición.
El valle era más pequeño de lo que suponíamos. Tan sólo una torre de vigilancia y el templo derruido se levantaban ante nosotros. Con objeto de tener una mejor visión, fuimos hacia la torre derruida. Oh, Kirith-Jolith, ¿¿por que no dejaste que fuese yo solo a encontrar mi destino??
Sin haber entrado a la torre, seis bestias, leones rabiosos, salieron a nuestra caza. Fue una lucha sin cuartel, aguantamos su embestida como mejor sabíamos, contraatacando duramente. El combate fue arduo. Kirith-Jolith, sólo aquellos dispuestos a morir con tu nombre en la voz y la espada en las manos merecemos la visión del valor. ¿¿Que tenías que pasar??. A punto de acabar con las terribles bestias, una de ellas se abalanzó encima de Sir Helmat, desgarrando su garganta y derramando toda esa noble sangre.
¡¡¡¡Oh Kirith-Jolith!!!!. Pocas veces me permito conocer la furia, sabes que siempre he sido temeroso de tu castigo para con los veleidosos. Pero ver a un guerrero de la fe como mi compaero así... Dios entre los Dioses, te juro por todo lo que hay de bueno en Krynn que esta afrenta no quedará así. Tu nombre y el de tu seguidor quedarán limpios. No hablo de venganza, no. Hablo de Justicia, el más alto estandarte que debe ondear en todo Ansalon. ¡¡¡Por la gloria de la Orden de Solamnia que en tu nombre acabaré con todo el Mal que hay en ese maldito valle!!!
Por suerte un kender brujo nos ayudó por partida doble: en primer lugar, cuidando del cuerpo del noble Helmat. Esa misma noche, cuando éramos presa del ataque de unas criaturas venidas de la tumba, Thanathos (tal era su nombre) nos salvó la vida otra vez.
Ahora nos estamos rearmando para la dura prueba que nos queda por pasar. Curando nuestras heridas, limpiando nuestras espadas, preparando nuestro arsenal mágico...
¡¡¡En silencio me preparo, Kirith-Jolith!!!. Dios de los Dioses, en silencio son mis plegarias por Helmat, por todos nosotros. El más Justo de entre todos los Dioses, en las próximas jornadas sólo dejaré que un sonido suba a los cielos:
¡¡¡¡¡El del Mal siendo derrotado!!!!!
Comentarios
Juan, a esto hay que darle unos PX, no??? :)