Tras el ataque por sorpresa de aquella terrible criatura, resolvimos descansar aquella noche en la misma barcaza, en lugar de dirigirnos a tierra firme y buscar cobijo entre la maleza. Los Stonar, muy en su línea, adujeron sin lugar a dudas: "Ésta era la bestia más terrible que aguardaba por aquí ¡y la hemos derrotado! no creas que no se lo pensarán dos veces antes de venir a molestarnos". El ímpetu guerrero que demostraban casi siempre era de lo poco auténtico y natural que se podía encontrar en aquel plano.
No me había dado cuenta antes, pero observé detenidamente los rostros de mis nuevos compañeros, y en todos ellos encontraba signos más que evidentes de que la estancia entre las sombras los iba envolviendo, y no para bien. Aquellas pieles tan tersas y blancas, a excepción de la agrietada cara del enano, y aún en éste se notaban las huellas que he mencionado, se mostraban ahora con un tono gris ceniza, y ralos y canosos cabellos se escapaban entre matas de pelo muy joven todavía para tales achaques.
También yo llegué a la conclusión de que descansar río adentro y sobre la barca sería lo mejor. Nos despertaron a última hora el mago Lantas y Zabrath, y en aquella hora llegamos a lo que parecía ser el punto final del viaje, al menos por el río. Un pequeño embarcadero no muy bien construido, se emplazaba en la margen derecha del río y, cada vez más nerviosos por lo que íbamos a encontrar, nos dirigimos hacia allí empleando todas nuestras fuerzas con los remos.
El atracar y saltar fuera de la barcaza fue todo uno, con las ansias propias de los Stonar contagiéndose al resto del grupo. Desde el embarcadero partía un sinuoso sendero que ascendía por una pequeña colina, un poco distante desde donde nos encontrábamos. Tras haber inspeccionado la zona donde nos encontrábamos, dispusimos un plan.
Bram: "-Bueno, ya son nuestros, digo de ir por el camino e ir destrozando todo lo que hallemos a nuestro paso"
Lantas: "-Me voy a ir preparando, esperad un momento...
Mara: "-¿Qué os parece si me adelanto un poco y exploro detrás de la loma y os comunico lo que encuentre?
Lantas: "-... para invocar una armadura mágica..."
Lander: "-Espero que no encontremos muchos enemigos esta vez"
Lantas: "-... y de paso me volveré invisible..."
Bram: "-Vayamos a paso ligero y matemos todo lo que nos encontremos"
Mara: "-Manteneos a 150 pies detrás de mí, volveré a vosotros si encuentro algo"
Zabrath: "-¡Va a suceder lo de siempre! Mara, piénsalo bien, no te aventures tú sola de nuevo"
Lantas: "-... para que nadie pueda detectarme..."
Bram: "-Eh, mago, ayuda a esta pobre loca, igual esta vez no vuelve, pero que no sea porque no se lo hayamos advertido"
Lantas: "-Pero... está bien. Atenta, Mara, podrás ir en completo silencio si llevas esta piedra contigo"
Zabrath: "-En cuanto haya acción, avísanos pronto"
Cada vez me sorprendía menos por la interacción de los humanos, y en especial el enano, todos hablaban a la vez, con lo cual no sé cómo se podían escuchar unos a otros, parecía que la desconfianza en las habilidades del otro era algo habitual entre ellos, y todos decidían por su cuenta cómo actuar, en especial el enano, y aún así todavía conseguían elaborar un plan, más o menos, y lo seguían, aunque nunca tal y como lo habían establecido de antemano.
En estas, Mara se marchó sendero arriba, invisible a la vista y silenciosa al oído. No transcurrieron más de 10 minutos desde que desapareció por la cima de aquella colina cuando, aguzando el oído, escuchamos algunos lejanos golpes, mitigados por la distancia, pero inconfundibles como de alguna lucha. Todos echamos a correr, siendo yo el más veloz, sólo el clérigo conseguía mantener mi ritmo.
Al coronar la cima, pude ver qué era lo que tras ella se escondía. Una especie de fortificación sobre terreno elevado, como terrazas, que contenía unos 5 edificios, con murallas en sus laterales que conectaban cada uno. Por la bóveda que se erguía sobre uno de ellos, el situado más al oeste, supuse que se trataba del mismo monasterio que estábamos buscando, el misterioso monasterio de la bóveda de ébano, como bien íbamos a saber muy pronto.
Donde el sendero terminaba se erguía un pequeño paso de la construcción, que parecía a medio derruir. Junto con Lander, alcancé la zona y encontramos a Mara tendida en el suelo, gravemente herida. Arrastramos su cuerpo bajo el techo que aún se mantenía en pie, y planté guardia a la salida del mismo, donde unas escaleras se dirigían al nivel superior, a la espera de que llegaran nuestros compañeros, y dispuesto a combatir fuera cual fuese el enemigo que había derrotado a nuestra maga. Lander se ocuparía de ella, supuse. Desde mi posición observé una campana fijada en la pared exterior, y me di cuenta de que el intento de Mara tampoco había sido tan en vano como en otras veces, pues estaba inutilizada. "-Bien por la maga", pensé, aunque todavía quedaba por averiguar qué o quién la había dejado en ese estado.
Bramando, y sin preocuparse lo más mínimo por el sigilo, hicieron su aparición los hermanos guerreros en la estancia. Inspeccionaron todo durante un breve momento, y mientras Bram se dirigía al lugar donde estaban Lander y Mara, Zabrath se situó junto a mí en la escalera. Del mago nada supe, aunque tampoco me sorprendía no encontrarlo a la espera del combate.
En un instante, el enemigo atacó. Atacó y desapareció. Una sombra se avalanzó desde las alturas sobre nosotros, atacando justo en el momento en que podía alcanzarnos, para luego volver a perderse en las tinieblas y a resguardo en la distancia en vertical.
Bram exclamó: "-¡Gárgolas! Mara dice que son gárgolas"
Mientras que yo sentía punzadas de dolor por el ataque de uno de esos seres, el enano estaba entusiasmado por la idea de enfrentarse a un enemigo que no había conocido antes. Había momentos en los que pensaba que esa bravura y valentía del mayor de los Stonar era locura, aunque aquella vez lo entendí como un deseo de competir con su hermano frente al peligro que acechaba. Y las gárgolas seguían con su ataque, aunque pude contar que eran solamente dos cuando llegamos, me sorprendió que no buscaran refuerzos o llamasen a más criaturas para acabar con nosotros. De lo cual se iban a arrepentir muy pronto. Al dividirnos en dos, por un lado el enano y yo a los pies de la escalera, y por otro los demás a campo descubierto, las gárgolas tenían fácil el atacar sin peligro real de recibir daño por nuestra parte. Bajaban y subían a gran velocidad, y poco se podía hacer entonces por intentar derrotarlas.
Aquí, por una vez, la magia surgió efecto. Mara, Lander y Lantas, reaparecido, se mostraban más eficaces ahora que nunca antes. El pequeño de los Stonar y yo nos miramos, comprendiendo cada uno lo que pensaba el otro, y nos dirigimos resueltos a unirnos a los demás, ansiosos de salir de allí cuanto antes. Ahora la lucha se decantaba a nuestro favor. No tardó mucho en caer la primera de aquellas criaturas, y la otra optó por salir volando y no aparecer más.
Repuestos, proseguimos aventurándonos en el monasterio, inspeccionando el siguiente edificio, el que tenía la bóveda en un lateral. Las puertas dobles que daban acceso a esa sala tenían grabados discos solares de un negro intenso. No era una buena señal, pues mis compañeros humanos lo identificaron como obra del culto dedicado a Cyric. . Entramos, y al otro lado de donde nos encontrábamos se hallaba un altar, y a su lado, advertida de nuestra llegada, nuestra siguiente prueba. Una criatura infecta y deforme, que no tenía cabeza sino un oscuro remolino que giraba sin cesar, y en su cuerpo se veían innumerables rostros de almas gritando en una eterna agonía. Maldije para mis adentros antes de enfretarme a aquel ser, un golem como bien dijo Lantas.
No nos lo pensamos dos veces antes de lanzarnos al ataque, sobre todo el enano, que se escabulló el primero en cuanto vio al enemigo. Parecía más raro de lo normal el guerrero ahora, no creía que luchara tanto como para competir con su hermano sino a la vista de su nueva arma, aquella hacha que consiguió tiempo atrás. La criatura, mientras tanto, seguía allí, dispuesta para recibir nuestros golpes, aunque yo fui objetivo de uno de los suyos, y me maldijo a consecuencia de ello. Por suerte, pudimos derrotarlo y seguir inspeccionando aquellas estancias.
Parecía imposible de creer, pero las siguientes habitaciones que encontramos estaban vacías, sin nadie a la vista ni trampas en nuestro camino. Con todo el ruido que habíamos hecho en la bóveda, ahora el monasterio transmitía una calma tensa, como la que precede a la tormenta. Y los truenos éramos nosotros, por lo que seguimos avanzando en pos de una solución a nuestra búsqueda allí, que pronto encontramos. Tras la siguiente puerta adornada con los conocidos discos solares de Cyric, que ya se encargaba el clérigo de destrozar como un poseso en cuanto los descubría, teníamos nuestro siguiente reto, dos apestosos muertos vivientes armados con grandes espadas nos aguardaban y volvimos a nuestra esencia, destruir todo lo que se nos ponía en nuestro paso, y como mejor exponente estaba aquel enano medio loco.
Esta vez tampoco se iba a esperar lo que tenían preparado para él aquellos cuerpos putrefactos. Nos conseguimos situar en buena posición, por una vez los guerreros atacábamos de frente y por los lados mientras los compañeros más versados en las arcanas artes disfrutaban de nuestra salvaguarda para lanzar cuantos conjuros consideraban oportunos. Más en el caso de Lantas, pues la temeraria mago humana y Lander permanecían más a la expectativa. Aún así, dábamos buena cuenta de ellos, o eso creíamos. Al maldito enano le golpeó una de aquellas criaturas en un momento dado, y lo mismo le ocurrió a su hermano, supongo que aun no siendo de la misma raza ni emparentados sus destinos estaban tan entremezclados como para eso. Tras el golpe, los guerreros cesaron en su lucha, totalmente confundidos y sin saber muy bien dónde se encontraban. Zabrath salió de la estancia por la puerta que habíamos atravesado y se perdieron sus pasos en el eco del pasillo mientras que Bram no tuvo mejor ocurrencia que intentar asestar un golpe a Mara. Aquello tenía toda la pinta de acabar mal, pero esta vez Bram no tuvo su mejor día, y no hallaron sus armas blanco en la maga que golpear. La maga soltó un suspiro de alivio y se dedicó a acabar con nuestros oponentes, sabedora quizá de que contra tan formidable guerrero no tenía opción alguna de ganar.
Los infelices seres pronto volvieron al polvo del que provenían, pero eso no significaba el fin de la lucha, pues pasada la puerta que allí se encontraba nos esperaba un formidable enemigo. Lander se escabulló por allí tan pronto como sintió su presencia, y, faltos de guerreros, tuve que apresurarme a fin de poder ser de protección. Más allá, se encontraba una mujer humana, cegada por la ira que relucía en sus ojos, murmurando lo que parecía ser el principio de un hechizo dirigido contra nosotros. Al reparar en la estancia, ví lo que había llevado a Lander a apresurarse de ese modo por una vez, pues estaba en todas sus paredes tapizada con elementos consagrados a Cyric, algo que a nuestro clérigo parecía enfurecer y llevarlo a lanzarse al ataque más desesperado. Fantástico, pensaba entonces, aquí veo que la locura del enano se empieza a contagiar.
No tuve mucho más por hacer en ese momento, pues la penosa seguidora de Cyric había caído al suelo abatida antes de que pudiese terminar de elaborar mis pensamientos, y Lander se encargó de no dejar rastro alguno religioso en aquel lugar. Lantas, muy en su línea, se dedicó a registrar el cuerpo caído y la habitación, centrándose más afanosamente en el cadáver de la humana, sobre todo por debajo de su túnica. Una exclamación de júbilo salió por su boca cuando retiró sus manos del cuerpo, con varios objetos en ellas, y dos pequeños pergaminos. Los objetos desaparecieron rápidamente por sus bolsillos y de algún otro sacó unas pequeñas y redondas lentes que situó delante de sus ojos y procedió a la lectura, en voz alta aunque las palabras se atropellaban unas a otras, de los mismos. Del contenido de aquellos pergaminos nada diré, pues no es de mi intención ni entendimiento transcribir punto por punto lo que decían, pero al final Lantas lo resumió muy acertadamente con una sola frase: "Hasta ahora nos hemos enfrentado a seguidores de Shar, en adelante buscaremos la cabeza de Despayr".
Directo al grano, como me gustaba a mí y a los hermanos guerreros, que para entonces habían superado los efectos del combate con las criaturas del inframundo y asentían con la cabeza cada palabra que el mago pronunciaba.Nada más nos quedaba por hacer allí, por lo que proseguimos nuestro camino esperando salir ya de aquel maldito monasterio y descansar de la espesa negrura y las agitadas luchas. Pero tampoco esta vez íbamos a tener el descanso deseado, al aproximarnos al último de los edificios que contenían las murallas del monasterio, nos volvimos a poner en guardia a un aviso de Zabrath. El enano presentía peligro en la cercanía, y confiando en su instinto, nos preparamos para terminar con aquello de una vez por todas. Nos aventuramos en la siguiente estancia a una orden suya, pero entonces caímos en la trampa que nos habían tendido los adversarios. Dos criaturas de aspecto bípedo flanqueaban la puerta de acceso, mientras que un oscuro ser de piel cetrina y violácea, en apariencia más poderoso, permanecía a unos cuantos pasos, gesticulando con sus manos en lo que era la invocación de algún hechizo. Otra vez los aceros de nuestras armas entablaron la disputa con nuestros enemigos, y de nuevo su elocuencia vibraba a cada contacto con los adversarios, quedando la charla en un monólogo continuo. Así, una vez más, conseguimos superar los obstáculos y proseguimos nuestra jornada hacia la oscuridad.
Por Gathan, líder de la tribu de los hombres lagarto.
Comentarios
PD: Aunque mi estatura me juegue siempre la misma mala pasada, soy el "mayor" de los Stonar ;)
Pues sí, por fin habéis podido leer la crónica de la penúltima partida, me alegro de que os haya gustado, intento sacar los mejores puntos de cada una, aunque seguro que se me olvidará algo. De todos modos, cuando ví que iba a escribir un libro tuve que parar y empezar a racionar las descripciones. También he seguido editando la entrada una vez hecha, porque se me escaparon algunas erratillas (tú ya vuelves a ser el "mayor", Andrés). Igual por eso al final queda tan "aligera que te cojo", pero la cuestión es tener las crónicas para que uno se entere de lo que pasa.
Y la segunda viene ahora, también está ya lista, pero no quería ponerlas a la vez para que no os perdieseis detalle de ninguna.
PS: ¿tenemos que pagar un rescate por Juanjo o ya lo han soltado?
El Sábado me levanté y fui direrto pal Juan XXIII, concurso de batucadas y mucho jipismo...así que a eso de las 1 de la mañana llegué a casa a morir en la cama. De ahi me levanté ayer a las 09:00 a. m. y a Madrid: JUDAS+TESTAMENT. Total, que llegamos a Córdoba sobre las 6 de la mañana y hoy pal trabajo...