Lucha a muerte en la oscuridad...
Me siento caer en la oscuridad, me zambullo con ella y puedo notar cómo acoge mi cuerpo en su seno, como si de una madre se tratara. Juega con mi cuerpo como un niño con un animalillo indefenso, con el que de un natural modo cruel, se entretiene mientras va cayendo más y más, sin llegar nunca a tocar el suelo, sin saber cuándo parará ni lo que le aguarda al otro lado...
Abro los ojos, pero no veo nada. En ese instante mi cuerpo permanece rígido, inmóvil, no responde a las órdenes de mi cerebro, y lo único que puedo hacer es parpadear repetidas veces hasta que mis ojos vuelven a distinguir algún atisbo de luz. Mi pecho me duele horrores al hincharse con la primera bocanada de aire que inhalo, la siento como si fuera la primera tras haber aguantado la respiración bajo el agua durante mucho tiempo. Lentamente, mi cuerpo empieza a responder, pues los hombros se desentumecen y mis rodillas por poco me sostienen al volver a la vida.
Muevo la cabeza extrañado, pues no recuerdo dónde estoy ni reconozco a aquellos seres que, supongo, me han despertado. Pero al intentar articular la primera palabra que lucha por salir de mi garganta recuerdo todo con claridad. Veo cómo avanzaba hombro con hombro con mis compañeros. Veo cómo salía a nuestro paso un extraño animal parecido a una vaca, pero totalmente irreal. Veo cómo los guerreros abren heridas a ambos lados de su lomo. Veo cómo Dominic con un simple giro de su mano manda al fantástico ser al suelo patas arriba. Veo cómo éste se levanta y exhala un humo verde por los ollares. Veo la oscuridad...
Todavía no entiendo muy bien qué ha pasado, pero nadie se acerca a preguntarme cómo estoy o si necesito algo. Veo que todos han formado un círculo alrededor de una mujer humana, que lleva una armadura y dispone de espadas al cinto, y la interrogan sobre quién es y qué hace allí. La miro con más atención, intentando averiguar qué es lo que ocurre. Su rostro me resulta medianamente familiar, como si lo hubiera visto un momento antes de perder la consciencia. Intento esforzarme en ella, y entonces la veo claramente. Es la misma persona que al llegar donde nos atacó aquel animal estaba convertida en piedra. No logro discernir muy bien la conversación, y siento mi cabeza como si estallara a cada segundo.
A duras penas, logro entender qué sucede. Mis compañeros discuten acaloradamente entre sí y con la mujer, y los nervios afloran, pues echan las manos a las empuñaduras de sus armas, aunque sin llegar a desenvainarlas. Intuyo que quieren estar seguros sobre la posible amenaza que pueda representar. Los hermanos guerreros, el semielfo y el recién llegado, Dominic, abogaban por la buena fe de la mujer, sin considerarla peligro alguno. Por el contrario, Lander en su más firme convicción renegaba de ella, y Mara le secundaba. De resultas de esto, se decidía si dejar libre a la mujer o por el contrario obligarla a seguirnos por la fuerza. En mi interior, sabía que esa humana allí aparecida no tendría otra coartada que mentirnos, y no quería alejarla de nosotros, pues podría dar la voz de alarma o tendernos alguna emboscada.
Sin embargo, se acabó imponiendo el criterio de los guerreros, sobre todo, y los otros dos compañeros por dejarla en libertad y que ella misma decidiese qué hacer a continuación. Esta decisión no me satisfacía en absoluto, y pude ver en los rostros de Mara y Lander que compartían este sentimiento. El carácter cambiante que mostraban los hermanos guerreros, que únicamente coincidían en una misma idea, matar a todo aquello que supusiera una amenaza, fue el causante de dejar libre a una desconocida, que si bien en aquel momento no suponía un peligro mayor, sí que podía traicionar su gratitud dando la alerta o avisando de dónde nos encontrábamos. A mi entender, esto no era más que una irresponsabilidad, pero ya había aprendido del comportamiento de aquellos compañeros, y si no hacían más que sorprenderme en cada ocasión con mayor intensidad, dejaba ya de preocuparme por las consecuencias.
Finalmente la mujer partió. Tirra se llamaba, y según ella volvería a explorar el pantano e intentaría encontrar la salida al plano real por sus propios medios. Al dar algunos pasos, se volvió hacia nosotros y alzando la voz para que la escuchásemos claramente, dijo: "Recordad, el azotamentes ronda por estos lares, y podréis encontrarlo en cualquier momento, si es que no os encuentra él antes. ¡Andad con cuidado!". Un estremecimiento recorrió los cuerpos de mis compañeros con la última frase de Tirra, pero no dijeron palabra alguna en respuesta.
Reanudamos la marcha por aquellos angostos parajes. Tras mi caída en la negrura, quería averiguar qué había pasado durante ese tiempo, que a mí se me antojaba una eternidad, pero por lo que podía comprobar en aquel entorno no podría haber abarcado mucho. Para tal fin, me dirigí primero a Lander, pero éste se hallaba enfrascado en alguna cavilación de importancia, pues caminaba con la vista tendida al frente y tenía sus manos entrelazadas bajo las mangas. No respondió a la primera de mis preguntas, y desistí al ver cómo parpadeaba intermitentemente como si sus ojos no estuvieran allí. Probé con Mara, pero de ella obtuve idéntico resultado, mas ella estaba ensimismada en Dominic, el extraño humano que con movimientos de sus manos tumbaba a los enemigos (y espero que no a los amigos). Lamentándome de antemano, pues sabía qué iba a suceder, me dirigí entonces hacia el mayor de los Stonar. Zabrath tenía una elocuencia tal que me preguntaba si incluso debajo de las aguas del pantano soltaría alguna de sus bravatas, por lo que le consideré como el más idóneo que me quedaba para averiguar algo sobre lo ocurrido.
Gathan: "Saludos valeroso compañero. No he dispuesto de tiempo todavía con todo este ajetreo para agradecerte personalmente que me hayáis rescatado. Mas, si no te importara gastar un poco de tu tiempo con mi compañía, querría que me informaras de qué fue lo que aconteció mientras dormíamos encerrados en nuestra prisión de piedra"
Zabrath: "Ah, tú eres el lagarto, ¿no? Sí, deja que te cuente hasta el más mínimo detalle cómo destrozamos a esos pobre infelices. No fueron ningún problema ¡ja ja ja! Demonios, Tempus estará orgulloso de mi proeza hoy. A fe mía que no esperabas volver a ver al resto de los compañeros, ¿me equivoco? Verás, esa maldita gorgona se desplomó como un saco de piedras cuando terminé por rebanarle su maldito pescuezo, pero para entonces ya era tarde para tí y los otros."
Gathan: "¿Gorgona? ¿Ese nombre recibía aquel animal? A mi entender representaba una vaca malvada.
Zabrath: "Uhh ¡ja ja ja! A tu entender dices, amigo mío. No, eso era un ser infernal. Con una vaca no habría empleado mi querida hacha; en cambio te habría mandado para que ordeñases un poco de leche fresca ¡ja ja ja!"
Parecía que el enano disfrutaba con aquella charla, pero el otro Stonar andaba a nuestro paso, y tras oir la bravuconería intervino en la conversación.
Bram: "Hermano, no presumas de entendederas, el lagarto podía haber comprendido mejor que tú la explicación que nos dio Lander tras liquidar a la gorgona, que fue lo que ocurrió realmente. Tú, hmmmm, lagarto, perdona a mi hermano, pero toda la grandeza la tiene en el interior, le haría falta un poco de templanza."
Zabrath: "Maldita sea, cierra tu boca muchacho ¡o te devolveré al hogar de una patada en tus posaderas! ¿Por dónde iba? Ah sí, pues bien, rápidamente fuimos a buscar un remedio para vosotros. Estos malditos puentes llevan a mil sitios distintos, pero con mis aguzados sentidos supe exactamente hacia dónde encaminarnos. Lideré al grupo, menguado ya por vuestra falta claro, pero conmigo entero no había por qué preocuparse. Ese maldito paladín caído supuso más molestias de las que pensaba ¡fíjate en las marcas que dejó en mi rostro! Pero acabó pagándolo caro."
Bram: "El que acabó pagándolo caro fuiste tú al querer saltar por sorpresa sobre el paladín, cuando tropezaste y firmaste en el suelo con la sangre de tu nariz en aquella habitación."
Zabrath: "¡Hermano! Una interrupción más en mi relato y haré que todo el trabajo que padre se tomó con tu armadura quede reducido a esquirlas a golpe de mi hacha ¡doy fe! Demonios ¿por dónde iba? Ah sí, verás lagarto, el paladín aquel tenía unos cuantos amigos, el desgraciado al ver mi superioridad abandonó la lucha y tuvo que buscar refuerzos. Pero éstos tampoco supusieron muchos problemas, la verdad. Los acorralamos a todos juntos cuando los encontramos y yo fui contando sus cabezas con el filo de mi hacha, no sé si me entiendes. Tras teminar con todos ellos"
Bram: "Uno se nos escapó, pese a tu gran poder visual en la oscuridad"
Zabrath: "digo que tras terminar con todos los que tuvieron el valor de enfrentarse a mí, ¡por Tempus, hermano, que ése ya no vuelve! conseguimos registrar los aposentos de aquel paladín. Lástima que el enclenque clérigo no hiciese bien su trabajo y consiguiese reanimarlo lo suficiente para que contestase a unas preguntitas de mi amiga ¡ja ja ja!"
Al decir esto, el enano palmeaba su hacha mientras que soltaba una sonora carcajada, y me pareció ver de reojo a Mara quien se mostraba azorada ante este último comentario. Supuse que había pasado algo más, pero inalcanzable para el entendimiento del guerrero, por lo que resolví dejarlo aparte. Su diatriba continuaba.
Zabrath: "Allí encontramos, mejor dicho, encontré un tubo encajado en la pared con un pequeño cerrojo. Gracias a mi pericia con los metales abrí aquel compartimento y obtuve los pergaminos adecuados para liberaros. Fue un juego de niños, como no representaba ningún reto para mí decidí dejarlos en manos del clérigo, a ver si esta vez lograba hacer bien su tarea. ¡Y aquí estás de nuevo lagarto! Alégrate, pues nuestra estancia en este plano sombrío se acerca a su fin, y pronto estarás de vuelta con los tuyos, a quienes podrás relatarles la historia de cómo el gran y legendario guerrero, Stonar (el mayor de los dos, ya sabes, el enano soy yo) salvó tu duro pellejo de incontables peligros. ¡Por Tempus!"
Bram: "Hermano espero que algo de esa historia sea cierto y no como tú lo has contado. Verás, hmmm, lagarto"
Gathan: "Gathan, mi nombre es Gathan"
Bram: "Eso. Mira, la verdad es que el paladín llevaba dos llaves encima, aparte de una pequeña cantidad de objetos que ha ido a engrosar nuestro botín. Al volver allí sólo tuvimos que encontrar algo donde encajarlas y Mara se ocupó de ello. Los pergaminos para liberaros los obtuvimos con una de las llaves, la segunda abría las puertas al inicio de otra pasarela. Y para que mi hermano pudiese haber comprendido algo de lo que había escrito en aquellos pergaminos primero tendría que empezar por cogerlos correctamente y no del revés."
Zabrath: "¡Qué más dará si fue la loca maga humana o el gran guerrero quien dio con la clave! La cuestión es que las historias deben llevar la impronta de los héroes para convertirse en leyenda, y mi relato heroico es válido bajo cualquier luz. ¡Por Tempus! Hermanito, tú y yo vamos a tener una pequeña conversación cuando volvamos a ver la cálida luz del sol, y te deje así ventaja para poder llevar la cuenta de cómo vas recibiendo uno tras otro mis certeros golpes."
Todo aquello fue lo que averigüé por parte de los guerreros. Indudablemente adornado por la fantasía personal con que el enano relataba los hechos pero al fin de cuentas válido en su mayor parte para mis intereses. Me alegré de que no hubieran vuelto a encontrar más prisioneros de los de mi raza en mi ausencia y repasé en mi cabeza la historia que había escuchado otra vez. Me intrigaba por lo que podían haber encontrado en la estancia que correspondía con el paladín, pues podía ser que hubieran pasado algún detalle de importancia por alto, sin reparar en él. Últimamente nuestros enemigos se contaban como servidores de algún culto religioso, como los de Cyric o Shar, y aquel nombre, Despayr, podía haber revelado algo más con el testimonio del paladín, pero muerto ya lo único que restaba era registrar a fondo aquella habitación.
Mas al enano no pareció importarle mucho. Con gran esfuerzo, me detalló como pudo lo que había visto en la habitación: sillas, un baúl, un pequeño cofre, la mesa, un espejo en la pared. Mobiliario corriente y maloliente, según sus palabras. No habían descubierto más símbolos de Cyric ni Lander había destrozado ningún objeto, por lo que a su modo de ver, allí no había nada que nos pudiese resultar de ayuda. Lander, saliendo de su trance al oir esta última parte, pareció dubitativo por unos instantes, como si pensara en algo muy intensamente, pero la marcha del grupo se detuvo al volver a la primera de nuestras paradas, la torre negra, y resolvimos tomar las escaleras que descendían al abismo.
Antes de llegar a su final, Zabrath, que abría el paso, se quedó parado y permaneció inmóvil levantando un puño indicando que permaneciéramos quietos. Con la débil luz de que disponíamos alumbramos hacia delante y el paisaje era cuanto menos desolador. Múltiples esqueletos de criaturas de varias clases yacían por doquier en el descampado que se abría delante de nosotros. Mara, desde su posición más atrasada y en altura, podía tener una mejor visión de aquello, pero lo que vio no le pareció nada recomendable. Empezó a murmurar que retrocediésemos sin dar la espalda a aquellos horrores, pero sin perder la calma, mas el enano o no alcanzó a oir el mensaje o no quiso entenderlo, pues ya abandonaba su pie el último peldaño y hollaba con su bota aquel turbio terreno.
Al punto, vimos cómo 6 criaturas emergían del suelo como si respondieran todas al unísono a alguna clase de señal. Distinguí a una especie de lobos, una quimera y un temible ettin, pero ahora mucho más peligrosos si cabe pues eran muertos vivientes. Desenfundamos nuestras armas tan velozmente que ninguno en el grupo siguió con la retirada, sino que nos plantamos firmemente con ambos pies en el suelo y decidimos tácitamente afrontar a aquel nuevo peligro. Algunos nos llegamos a situar al pie de la escalera, pero en ese momento Lander actuó, invocando el favor de su dios y su ira contra aquellos seres del averno, desintegrando en el instante a los lobos y haciendo que la quimera se batiera en retirada. Sólo quedó el Ettin para contentarnos y poder así ejercitarnos un poco, sobre todo los que habíamos dormido el sueño de piedra, quedando tendido inerte sobre el suelo en pocos segundos.
Más animados por la rápida y fácil victoria, sobre todo el enano, volvimos a revisar nuestra situación allí abajo. Quedaba por explorar todavía mucho camino, y todos querían volver al escenario de la lucha contra el paladín y sus secuaces, pues de allí ascendía un camino de piedra que se perdía en lontananza. Todos estuvimos de acuerdo en que era la mejor opción y ya nada más nos quedaba por hacer allí, cuando de repente Lander, palmeándose la frente, exclamó: "¡El espejo! ¡Tenemos que volver a donde estaba el espejo!"
Acto seguido partieron todos escaleras arriba lo más rápido que pudieron. No entendía lo que acababa de exclamar el clérigo, pero supuse que el resto de mis compañeros sí sabían adónde dirigirse, por lo que procuré no perder el paso ni bajar la guardia ante aquel repentino cambio en los acontecimientos. La carrera nos llevó adonde supuse que habían encontrado por primera vez a aquel paladín caído, pues la vaga descripción que había hecho Zabrath del lugar se correspondía en parte con lo que ahora veía. Mara, más ligera de complexión y liviana alcanzó la puerta la primera de todos nosotros, abriéndola en un instante y adentrándose ella sola (¡otra vez!) en la estancia. El tiempo pareció detenerse entonces. Mara quedó paralizada durante unos instantes y después, pues el espejo del que tanto hablaran Zabrath y Lander se encontraba colgado en la pared justo enfrente de la puerta, estalló éste en mil cristales, yéndose a clavar gran parte de ellos en el cuerpo de la insensata Mara.
Por Gathan, líder la tribu de los hombres lagarto.
Comentarios
Sólo puntualizo un par de cosas: es Shar (no Shark), y Lander no retrocede ante la amenaza de los muertos vivientes sin darles la espalda...es que los encara de frente!
Sobre tu aportación, si es por la pelea con el paladín mi bicho no estuvo allí, lo sabe por lo que le cuenta el enano.
Gracias por las anotaciones!!!